viernes, 28 de octubre de 2016

LA PESTE

En la ciudad de Orán (que el film sitúa en un lugar indeterminado de Sudamérica, aunque se deduce que es Argentina), aparece una extraña plaga de ratas. El doctor Bernard Rieux (William Hurt) lleva a su esposa al aeropuerto donde ha conseguido billete a última hora, pues ha de desplazarse a la capital para que le hagan unas pruebas médicas, ya que está muy enferma, el doctor tiene previsto reunirse con ella días más tarde, pero ninguno de los dos sabe que aquel será el último vuelo que salga de Orán, que poco después será declarada en cuarentena y, además, el doctor, pese a que su esposa posiblemente fallezca durante su estancia fuera, decide quedarse para ayudar a los enfermos. Mientras tanto, la ciudad empieza a inquietarse y a conmocionarse. El portero del edifico de Rieux, quien es la primera víctima, muere a los pocos días. Por otro lado, el doctor se reúne con un médico que tiene amplia experiencia, llamado Castel (Norman Erlich), que al leer las cifras y los síntomas de las personas fallecidas hasta ese momento, concluye finalmente que la peste se ha instalado en Orán.
Joseph Grand (Robert Duvall), un empleado del Ayuntamiento encargado de hacer las sumas de las defunciones va a ver a Rieux, quien consigue que la prefectura convoque a una comisión sanitaria y se adoptan algunas medidas profilácticas.
El realizador argentino Luis Puenzo, había ganado un Oscar en 1985 con el film La historia oficial, que le abrió muchas puertas en Hollywood, lo que le permite contar para esta película (coproducción entre Argentina, Francia y EE.UU.), con bastantes medios económicos y un reparto de nivel internacional.
Puenzo toma el legendario relato de Albert Camus y lo convierte en una suerte de continuación de su oscarizada película, una especie de parábola doméstica sobre los coletazos de la dictadura argentina y su secuela "democrática" y le sale este engendro que sería una blasfemia si no fuese sencillamente idiota, pues Camus escribe de una cosa y Puenzo se inventa otra distinta.


Únicamente la sobria actuación de William Hurt le da cierta credibilidad a este engendro, no porque el film sea bueno o malo, o porque aburra bastante, sino porque produce cierta indignación lo que se ha hecho con el texto de Camus, que es cierto que no es fácil de adaptar, pero para hacer esto, mejor que no hubiera hecho nada.




jueves, 27 de octubre de 2016

LA SONATA DEL SILENCIO

No me extraña que la televisión haya adaptado el texto de Paloma Sánchez-Garnica para convertirlo en una serie, porque por momentos tiene tintes de culebrón venezolano, salvando las distancias, que indudablemente las hay. Plagado de malos muy malos, de algún bueno que parece tonto de tan ingenuo y de otros cuantos que tienen un poco de todo.
El libro está ambientado en el Madrid de la postguerra (sobre 1946) y se desarrolla básicamente en un portal de vecinos pertenecientes a la clase media. En la mayoría de los casos, estos vecinos forman parte de quienes viven con cierta holgura (unos más que otros), salvo la familia Montejano que por una oscura y truculenta historia, ha venido a menos y malvive gracias al apoyo interesado de Rafael Figueroa, que tiene su notaría y su propio domicilio familiar en el mismos portal.
La novela retrata algunos aspectos de la sociedad madrileña de la época, la de la de una parte de la clase acomodada y la de los bajos fondos, que entremezcla a través de los vicios de los primeros (drogas, prostitución) y de la necesidad de acudir al estraperlo para aprovisionarse de algunos productos que no se encontraban de otra manera.
Pero por encima de otras consideraciones, creo que la autora lo que pretende es reflejar y denunciar la situación de la mujer en la época más dura del franquismo, atada por convenciones sociales debidamente cultivadas por la Iglesia, por el poder y por los hombres en general y, para mayor desgracia y sarcasmo, apoyada por una parte del propio género oprimido que se convirtieron en el mayor y más despreciable enemigo de su propio sexo. Mujeres relegadas al ámbito doméstico y en el mismo (y también en otros quienes lograban o no tenían otra salida que escapar de él), absolutamente sometidas al varón que, en el caso de esposa e hijas, tenía sobre ellas todas las prerrogativas, ya que civilmente eran, por así decirlo, una propiedad más, sin que pudieran tomar ningún tipo de decisión sin permiso explícito del esposo o padre y en numerosas ocasiones, sometidas a malos tratos y humillaciones amparados por la Ley.
No son gratuítas las referencias que se hacen a la novela "Nada", de Carmen Laforet, un libro de la época que ya reflejó aquella vida opresiva a la que se veía sometida la mujer y del que la autora toma algo más que la idea. Si en el libro de la autora catalana, la atmósfera asfixiante se representa en el piso de la calle Aribau en el que vive la protagonista, aquí se extiende a todo el portal, con la maledicencia y el desprecio insultante a que se ve sometida Marta Ribas.
La novela es entretenida, aunque en algunos momentos a mí me ha resultado un tanto desesperante las vueltas de tuerca que le daba a la mala suerte de los Montejano, que ya sé que la realidad supera la ficción y que a veces lo que nos parece imposible se hace totalmente real, pero me parecía un poco cansino buscar desgracias. En algunos pasajes me traía a la cabeza algunas novelas de Dickens en las que a los protagonistas les suceden todas las desgracias y, encima, por tratar de ayudar a otros.
El final me ha parecido poco logrado, como si de repente se hubiera cansado de escribir y hubiera buscado cerrar la historia, de manera correcta, es cierto, pero creo yo que poco ingeniosa.



miércoles, 26 de octubre de 2016

EL MAESTRO DE ESGRIMA

Jaime Astarloa (Omero Antonutti), maestro de esgrima, vive sin especiales sobresaltos de sus lecciones, mientas redacta un futuro «Tratado sobre el arte de la Esgrima». Pero una doble desazón comienza a inquietarle. De un lado, la dificultad por culminar el sueño de su vida, encontrar «el golpe maestro, la estocada perfecta», sin la cual no podrá culminar el libro. De otro, la aparición de una enigmática dama, Adela de Otero (Assumpta Serna), que le solicita lecciones para aprender «la estocada de los doscientos ducados», aludiendo al elevado precio que hay que pagar por averiguar ese toque secreto. La vida del maestro, ya cincuentón, da un inesperado giro y, a pesar de la resistencia que opone, no podrá sustraerse al misterio que ocultan los ojos hipnotizadores de Adela, que se revelará más profundo y peligroso de lo que podría esperarse.
Las cosas se complican cuando gente cercana a Astarloa comienza a aparecer muerta o viendo amenazada su vida.
Basada en la novela del mismo nombre de Arturo Pérez-Reverte, publicada en 1988 y ambientada en el Madrid del final del reinado de Isabel II y su destronamiento tras la sublevación militar con elementos civiles, conocida como "La Gloriosa" y, con ella, el inicio del llamado "Sexenio Democrático".


Es probable que esta sea la mejor adaptación hecha hasta el momento de una novela de Pérez-Reverte. Con una más que correcta factura técnica, incluyendo una ambientación adecuada y unos actores que cumplen bien su trabajo, sin embargo, aún insistiendo en ese hecho de su corrección, tampoco es que destaque por su brillantez, aunque sí sobresalen las magníficas escenas de esgrima.
Se asienta sobre todo en la solidez del guión que cuenta con la ventaja de una buena historia y en la originalidad de la misma, que gira en torno a ese hombre íntegro, el maestro de esgrima, cuyo código de honor no encaja en la turbulenta España del momento, en la que cada cual va buscando su propio provecho y que, precisamente por confiar demasiado en algunas personas, se ve involucrado en una trama que puede costarle la vida.




martes, 25 de octubre de 2016

UN EJÉRCITO AL AMANECER

En julio de 1942, ingleses y norteamericanos (Churchill y Roosevelt), tomaron la decisión de posponer la invasión del continente europeo por el peligro de sufrir un serio descalabro en el llamado muro atlántico, fuertemente protegido por los alemanes. Sin embargo había que hacer algo, los soviéticos presionaban para que se abriera otro frente en el sur de Europa a fin de aliviar la presión alemana en el frente oriental.
La opción alternativa era golpear lo que Churchill llamó el vientre blando del Eje: Italia. Pero para ello el plan era la invasión de los territorios franceses del norte de África afectos al régimen de Vichy (Marruecos, Argelia y Túnez), esa campaña, conocida en los libros de historia como la Campaña del Norte de África, y en las publicaciones especializadas como Operación Torch (Operación Antorcha), tenía como objetivo último el avance y dominio de Túnez, lo que permitiría comenzar la siguiente fase con la toma de Sicilia y el salto al continente a través de Italia. Al amanecer del 8 de noviembre de 1942, 600 buques desembarcaron a 70.000 soldados anglo-estadounidenses simultáneamente en Safí, Casablanca, Orán y Argel, dando inicio a la invasión.
Algunos de los antecedentes, el desembarco y el posterior avance hacia Túnez, es lo que Rick Atkinson nos cuenta en su libro. Sin embargo estamos hablando de un texto que cobra relevancia por las diferencias con otros entre los miles de libros que se han escrito sobre esta u otras campañas de la II Guerra.
En "Un ejército al amanecer", su autor desgrana el día a día de la guerra, no se limita a contarnos derrotas y victorias; éxitos y fracasos, sino que va mucho más allá. En efecto acciones heroicas las hubo y de ellas se habla, como de las situaciones comprometidas, de los errores estratégicos, de las tremendas meteduras de pata por parte de ambos contendientes, pero también de lo que hacían los soldados, esos de los que nunca se habla en las publicaciones divulgativas, de su vida diaria, sus penas, anhelos, miedos y frustraciones y, por supuesto, de su heroísmo, pero como una parte de un todo que normalmente se deja de lado al llevar al gran público la noticia de aquellos días trascendentales.
Al final todos sabemos cómo acabó aquello, con la conquista de un continente para la causa aliada y el aniquilamiento del Afrika Korps, pero antes de llegar a ese final, estuvo la pésima planificación, sin que los aliados estuvieran seguros de no sufrir un ataque desde la neutral España que dejaría copadas a todas las tropas desembarcadas en Argelia y, lo más importante, sin tener la mínima certeza de qué iban a hacer las tropas coloniales francesas, si sublevarse y optar por la causa aliada, o mantenerse leales a Vichy, como hicieron mayoritariamente, lo que ocasionó que los primeros combates, con miles de muertos y heridos, fueran entre anglonorteamericanos y franceses y que el avance hacia Túnez se viera ralentizado durante semanas, dando tiempo a Rommel a recorrer más de mil kilómetros hasta llegar a Tunicia y tomar la iniciativa en los primero enfrentamientos con las tropas enemigas.
Atkinson detalla cada avance y cada retroceso contándonos cómo se veía desde todos los puntos de vista, los soldados que tras largas jornadas de caminata y tiroteos se veían desabastecidos de algunas cosas básicas y que hicieron exclamar a uno de ellos: Tengo las suelas tan desgastadas que cuando piso un chicle, puedo adivinar su sabor; los fallos en el abastecimiento que daban pie a situaciones surrealistas, como la de aquellos regimientos que tenían aceite para el pelo para cubrir todo el continente, pero esperaban con ansiedad que les llegaran cubiertos, hasta el punto que era menos problemático perder el fusil que la cuchara; la animadversión entre británicos y norteamericanos; las disputas entre generales que iban desde discrepancias más o menos legítimas en la planificación del avance, hasta verdaderas peleas en que más parecían rameras defendiendo su esquina.
Todo eso y mucho más es lo que nos acerca este libro denso, pero con ritmo trepidante, al final del cual tendremos una idea muy cercana de lo que supuso aquel infierno que, junto a la batalla de Stalingrado, supuso el inicio del fin de Hitler y la evidencia de que la nueva potencia mundial era EE.UU. por más que los británicos pretendieran que ellos eran mejores combatientes.
Cuando concluímos la lectura, muchas cosas nos quedan claras, entre ellas, el sufrimiento de quienes allí estuvieron, población civil incluída y que la operación salió adelante gracias al empuje que les dio a los aliados la superioridad de hombre y medios y, por contra, la falta de reemplazos y suministros que acabaron empujando hacia el mar a las tropas del Eje.



lunes, 24 de octubre de 2016

EL AMANTE BILINGÜE

Juan Marés (Imanol Arias), un xarnego que creció en un barrio de la zona alta de Barcelona, de familia pobre, conoce por casualidad a Norma (Ornella Muti), una mujer que procede de una familia de la alta burguesía catalana y que trabaja como traductora en un departamento de la Generalitat para la inmersión lingüística. Juan y Norma se casan y para él comienza una nueva vida, ya que sus problemas económicos quedan resueltos gracias a su matrimonio, pero al tiempo se ve inmerso en un mundo que, no sólo no es el suyo, sino que le desprecia por sus orígenes.
Hasta que un día Juan descubre a su esposa en flagrante adulterio con un limpiabotas, Juan sabe que no es la primera vez, ella tiene una especie de debilidad fetichista por los xarnegos de humilde extracción (camareros, taxistas...). Norma decide poner fin a los cinco años de matrimonio y abandona a Juan, dejándole que habite el piso que compartían. Durante unos disturbios callejeros, un cóctel molotov estalla ante la cara de Juan y le deja desfigurado, con una imagen totalmente diferente, que le hace irreconocible, trata de acercarse a Norma, de la que no consigue olvidarse.
La película es una coproducción hispano-italiana que adapta la novela del mismo título de Juan Marsé, que hace un juego de letras con su propio apellido para fabricar el del protagonista.


El film es una doble parodia, por una parte de las políticas gubernamentales tendentes a la constitución de una única y homogénea identidad catalana, que los defina y distinga como pueblo y comunidad, frente al resto de España. Por otra la repercusión que tiene en el personaje de Marés la vida en un ambiente en el que no acaba de encontrar su lugar, tanto por razones socioeconómicas, como de índole cultural.
Está lleno de simbolismos, comenzando por el propio lugar donde vive el protagonista, el antiguo domicilio conyugal, que se encuentra en el edificio Walden-7, construido hacia 1974 por el famoso arquitecto Ricardo Bofill y que representa uno de los diseños más pretenciosos del Taller de Arquitectura, grupo de trabajo interdisciplinario conformado por ingenieros, psicólogos, filósofos y arquitectos. El edificio, como la vida del propio Marés, se desmorona, los azulejos de la fachada se desprenden, las cañerías hacen ruidos... ¿Quizá también como la propia política de uniformidad cultural catalana, que a su pesar, se ve obligada a convivir con un idioma más potente y con unos inmigrantes que no acaban de adaptar su modo de vida a lo que se pretende?
El film, con el tiempo, ha perdido bastante de la actualidad que su propuesta tenía en su momento y queda por ello un tanto lejano al espectador, habiéndose convertido más en testimonio documental de una época ya pasada, aunque muchos de sus problemas sigan vigentes, pero desde otras perspectivas.
Tiene unos cuantos momentos de cierta brillantez, algunos apoyados en los diálogos que se basan en el texto de Marsé, me pareció genial la llamada que hace el protagonista al departamento encargado de la normalización lingüística, para que le traduzcan algunas palabras de los productos que dice vender en la mercería de la que es dueño (es una excusa que se inventa para hablar con su ex-mujer) y al final, le pregunta que cómo se dice tubo de escape y Norma pregunta a sus compañeros, que se ven un aprieto y para salir del paso, uno de ellos responde: dile que se dice tub de fuita, en tanto otra chica aclara, mientras mira una especie de cartel: No, no, aquí dice tub d'escapament.




viernes, 21 de octubre de 2016

DRÁCULA DE BRAM STOKER

En 1462 Costantinopla había caído, los turcos musulmanes se extendían por Europa con un ejército vasto y superior en número, atacando en Rumanía y amenazando toda la cristiandad. De Transilvania surgió un caballero rumano de la Sagrada Orden del Dragón, conocido como Draculea (Gary Oldman). La víspera de la batalla, su prometida, Elizabetha (Winona Ryder), a la que él estimaba por encima de todas las cosas en la Tierra, sabía que él debía enfrentarse a un ejército insuperable, de donde quizá jamás regresaría. A pesar de la gran victoria de los cristianos, los vengativos turcos lanzaron una flecha al castillo llevando falsas noticias de la muerte de Draculea, Elizabetha, creyéndole muerto, se arroja al río. Cuando Draculea regresa, tras haber tenido una premonición desgraciada al final de la batalla, descubre el cuerpo de su amada y al enterarse de las circunstancias de su muerte y escuchar de boca de los clérigos que no será enterrada en sagrado por haberse suicidado, estalla en furia y reniega de Dios al que echa en cara el pago que le da tras haber batallado por Él. Jura que se unirá para siempre con su amada fuera de las leyes de Cristo.
Más de 400 años después, el joven abogado Jonathan Harker (Keanu Reeves) viaja a un castillo perdido de Transilvania, para cerrar unos negocios de la firma que representa con el conde Drácula (Gary Oldman), que quedará fascinado por una fotografía de Wilhemina (Mina) Murray (Winona Ryder), la novia de Harker, que le recuerda a su Elizabetha y viaja hasta Londres cruzando el océano del tiempo, para conocerla. Ya en Inglaterra, conquistará y seducirá a Lucy Westenra (Sadie Frost), la mejor amiga de Mina.


Los interpretes logran dar intensidad a sus personajes, en el caso de Anthony Hopkins, acompañado de cierto histrionismo, aunque no sé si por iniciativa del actor o a petición de Coppola.
Buena fotografía y una partitura que acompaña muy bien la narración. Aunque a algunos les parezcan un poco desfasados los efectos especiales, hay que señalar que Coppola evitó por todos los medios acudir a medios digitales, como deseaba su equipo, recurriendo a métodos más tradicionales.


Hay una controversia que no creo que se cierre jamás debido al añadido del nombre del autor de la novela (el irlandés Bram Stoker) en el título del film, incluso quienes separan las películas de las obras en que están basadas, cuando aquellas se inspiran en un texto literario, entran en la disputa, pues aunque la película es la que más fielmente sigue el texto de Stoker, hay algo que cambia totalmente el sentido del libro y son las secuencias de introducción en las que se cuenta la historia de Drácula y Elizabetha. Esta historia de tragedia amorosa, inventada por el guión del film, hace que la percepción que tenemos del conde, cambie totalmente, pues su amor por Elizabetha, lleva al espectador a ser comprensivo con algunas de sus maldades, mientras en la novela, Drácula es un ser abominable y malvado, sin que haya ninguna historia previa que lo justifique. Seguramente la controversia se hubiera solucionado titulando el film "Drácula de Coppola".


En cualquier caso, estamos ante una película brillante, ambientada en una barroquismo decadente y excesivo, bien rodada y que trata de buscar una visión diferente del mito del vampiro tantas veces llevado a la pantalla.




jueves, 20 de octubre de 2016

EL LIBRO DE LOS BALTIMORE

En la familia Goldman, existían dos ramas: Los Goldman de Baltimore y los Goldman de Montclair, que al final, acabarían siendo conocidos dentro del clan simplemente como los Baltimore y los Montclair. Los Montclair, una familia de clase media que vive en una pequeña casa en el estado de Nueva Jersey. Los Baltimore, prósperos y a los que la suerte siempre ha sonreído, habitan una lujosa mansión en un barrio de la alta sociedad de Baltimore.
El autor, recupera aquí al personaje de Marcus Goldman, procedente de su novela anterior, La verdad sobre el caso Harry Quebert, que forma parte de los Montclair y es el que pone el pasado bajo la lupa en busca de la verdad sobre el ocaso de la familia. Entre los recuerdos de su juventud revive la fascinación que sintió desde niño por los Baltimore, que encarnaban la América patricia con sus vacaciones en Miami y en los Hamptons y sus colegios elitistas. Con el paso de los años la brillante pátina de los Baltimore se desvanece hasta llegar a lo que el narrador llama "el Drama", el día en el que todo cambia para siempre.
En el libro, que se desarrolla entre idas y venidas del presente al pasado y viceversa, sin que en ningún momento pierda el interés, la novela va desgranando una especie de edad de oro que el narrador vive con sus primos y tíos durante su adolescencia y primera juventud, hasta desembocar en el drama cuya sombra nunca deja de estar presente a lo largo de la novela.
Entre giros inesperados y algunos trucos narrativos (a veces un poco tramposillos), nos encontramos al triunfador que cae en picado, a los jóvenes predestinados a un éxito que jamás alcanzan y al pobre (sólo desde el punto de vista comparativo) que es el que de verdad alcanza su sueño y encima se lleva a la chica, Alexandra, de la que los primos Goldman están enamorados y ahora convertida en cantante de éxito.
El suizo francófono Joël Dicker, nos demuestra, una vez más, que es algo más que un escritor de bestsellers (lo que de por sí no es poco) y que sus novelas, además de interesantes, están muy bien escritas.



miércoles, 19 de octubre de 2016

DON QUIJOTE DE ORSON WELLES

Tras leer un ingente número de novelas sobre caballeros y las heroicas aventuras que les acontecen, Don Quijote (Francisco Reiguera) y Sancho Panza (Akim Tamiroff), su criado y escudero, deciden recorrer los caminos de España para dar protección a los débiles y buscar que la justicia resplandezca.
Pero el mundo real al que se enfrenta el caballero, no es tan mágico como el que reflejan las novelas de caballería y Don Quijote se representa en su imaginación.
Al igual que en la trama del clásico de Cervantes, el manchego caballero se enfrenta a los molinos de viento creyendo que son gigantes, pero para su desgracia, se las arregla para salir derrotado por ellos y que su cuerpo quede maltrecho y molidas sus costillas.
El desempeño del caballero ya era anacrónico en la época en que Cervantes escribió su novela, lo cual refuerza el desgarro que produce el personaje al enfrentarse a lo que su mente enferma imagina, cuando la aventura tiene lugar en época contemporánea.
En una vuelta más de tuerca, al igual que Cervantes hiciera en su momento, Welles traslada al caballero y a su escudero a la época en que se produce el rodaje, por lo que decide modernizar la ambientación.


Jesús Franco (Jess Franco), era amigo personal de Orson Welles, fue el encargado de la segunda unidad en Por quién doblan las campanas y yo no sé si porque ya andaba detrás de ello, o porque se lo encargaron para estrenarla en los fastos de la Expo de Sevilla, el caso es que se puso a rebuscar por do quiera que andaban los negativos que en su momento, Welles había ido rodando de este inconcluso proyecto. Una obra personalísima del realizador norteamericano, enamorado de España y que conocía la novela de Cervantes al dedillo y en su idioma original.
Años y años de rodaje discontinuo jalonan lo que queda del film que pretendía Welles y que, en palabras de Jesús Franco, no está claro que hubiera acabado de haber seguido con vida, pues siendo como era un maniático (en el mejor de los sentidos) del montaje, un perfeccionista capaz de repensar lo que escribía una vez y otra, seguramente no hubiera estado nunca satisfecho del resultado final. Welles señaló que no haber acabado la película no era un problema de presupuesto, él iba poniendo lo que sacaba de sus películas como actor o director y lo que sus amigos le iban dando (Frank Sinatra invirtió 25.000 dólares, por ejemplo) y como era un tipo al que los actores querían, Reiguera y Tamiroff, estaban dispuestos a acudir cada vez que les llamaba.
A partir de aquí nace la primera disputa sobre el film de Franco, ¿era lícito montar las imágenes y exhibir este refrito que nos trae el realizador español, o hubiera sido mejor respetar la decisión de Welles de no estrenar el film?


Lo cierto es que el cinéfilo y los admiradores de Orson Welles, de este modo tienen acceso a lo que el maestro rodó en su momento y a deleitarse con algunas de las cosas que se ven en la cinta, los trabajados planos y contraplanos; los maravillosos travellings en los que se ve a los dos protagonistas por la manchega llanura, con sus siluetas recortadas contra el horizonte, los juegos de luces y sombras; algunos de los movimientos de cámara que experimenta Welles y la genialidad de traer a Don Quijote al presente (que serían aproximadamente principios de los sesenta del pasado siglo), como Cervantes había hecho en su momento.
Sin embargo, por contra, en su afán de rendir homenaje a su amigo, Franco introduce imágenes en las que se ve al propio Welles recibiendo un premio en Jerez o buscando localizaciones para el film y mete algunas imágenes que yo no tengo nada claro que rodara Welles o si están sacadas de otro lugar, además de algunos episodios realmente lamentables, como aquel en que se enfrenta a los penitentes, con imágenes de una procesión rodada de noche, mientras Don Quijote acomete contra ellos a plena luz del día; o el deambular de Sancho por las calles de Pamplona en plenos Sanfermines, preguntando si han visto a su amo, mientras transcurren minutos y minutos de metraje. No sé lo que hubiera opinado Welles de este montaje que se torna surrealista en el peor sentido del término.


Es una película para amantes del cine, con muchos defectos debidos, todos ellos a Franco, que por otro lado, nos brinda la oportunidad de entrever lo que Orson Welles quería hacer en un proyecto que era enteramente suyo de principio a fin, retratando no solo a los personajes cervantinos, sino a la España del momento, un país al que amó sinceramente hasta el punto de que sus cenizas vinieron a dar aquí por expreso deseo suyo.
Yo me pregunto por qué Jesús Franco hizo luchar a Don Quijote con los molinos, que yo no tengo claro que estuviera en mente de Welles y no introdujo la escena que es paradigma de lo que de verdad quería hacer el maestro de Wisconsin y que se puede ver en youtube con el título de Los seis minutos más bellos de la historia del cine, en la que podemos ver a Francisco Reiguera y Akim Tamiroff junto a Patricia McCormack que interpreta el papel de una niña llamada Dulcita.




martes, 18 de octubre de 2016

LA VIUDA

Ex-redactora de sucesos del Daily Telegraph, con más de 30 años de periodismo a sus espaldas, la británica Fiona Barton publica su primera novela, en la que vierte buena parte de su dilatada experiencia, sobre todo como observadora, en la multitud de juicios que presenció y casos criminales en los que trabajó dentro de las tareas de su profesión.
Glen Taylor es un hombre normal que trabaja en un banco, sin embargo, un buen día descubre en internet la posibilidad de adentrarse en el oscuro mundo de la pornografía infantil, esto es lo que le hace aparecer ante la policía y la opinión pública, como el principal sospechoso de haber secuestrado a una niña, de la que nunca más se vuelve a saber nada. Su esposa se pone de su lado desde el primer instante y defiende su inocencia. Y ese es el verdadero asunto de la novela ¿qué saben quienes rodean al criminal de la vida oculta de éste? Barton ha observado a estas personas a lo largo de su carrera como periodista, en casos de asesinato en serie o desapariciones, en los que ha entrevistado a los potenciales criminales y siempre se ha preguntado hasta qué punto la familia o las personas de su entorno, saben realmente de las actividades de estos individuos o simplemente, su mente ha bloqueado los signos de desviación que en muchas ocasiones han ido dejando.
Con algunas conexiones con el llamado "Domestic noir" (ya saben, un noir sin detectives, aunque en esta novela sí que hay un policía que investiga el caso), la novela nos habla de gente aparentemente sencilla, con vidas normales y que son en realidad, un auténtico peligro para la sociedad, en este caso un pederasta, precisamente porque la explosión de pornografía infantil que desgraciadamente estamos viviendo, es algo que aterra a la autora y más después de vivir muy de cerca el caso de Madeline McCann, la niña desaparecida en Portugal y en el que Barton está convencida que hay alguien relacionado con este mundo pedófilo detrás de todo.
Fiona Barton nos habla también de la prensa de sucesos, de sus métodos, a veces no demasiado justificables moralmente; del problemático trabajo de la policía, acuciada por la presión mediática y de las reacciones de la sociedad ante estas situaciones que remueven conciencias.
Una novela en la que los giros que va tomando la investigación resultan tremendamente atractivos, enganchando al lector desde el primer momento. Escrita con agilidad, en dos planos distintos, uno en la actualidad (en este caso el año 2010) y otro unos años atrás, cuando sucedió la desaparición de Bella y arrancan las investigaciones, toda la narración resulta muy atractiva y entretenida. Una buena novela, sin duda.



lunes, 17 de octubre de 2016

COMO AGUA PARA CHOCOLATE

Tita (Lumi Cavazos), es la más joven de las tres hijas de Mamá Elena (Regina Torné), una viuda terrateniente de la zona, que según tradición de la familia De la Garza, se ve condenada a permanecer soltera para cuidar de su madre cuando ésta no pueda valerse por sí misma. Eso impide el amor de Tita con Pedro Muzquiz (Marco Leonardi, aquel adolescente amante del cine que retrató Giuseppe Tornatore en Cinema Paradiso), el cual, como única solución para estar cerca de su amada, no tiene mejor idea que casarse con su hermana mayor, un matrimonio desgraciado para ambos y que todos reconocen como artificioso. La situación crea represiones y fuertes emociones que se muestran a través de la comida.
El film se basa en una novela del mismo título de la escritora mexicana Laura Esquivel, autora también del guión y entonces casada con Alfonso Arau, productor y realizador de la película.
Contada a modo de flashback por una sobrina de la protagonista desde la cocina (¡cómo no!) de su casa, mientras hojea el antiguo libro de recetas de su tía, salpicada con tintes de realismo mágico, la comida es tan protagonista de la historia como cualquier otro personaje.
Con una fenomenal ambientación histórica, al tiempo que refleja tangencialmente ciertos aspectos de la revolución mexicana.


Un film bastante desigual, con interpretaciones que van desde correctas hasta un pelín mediocres, lo mismo ocurre en el plano visual en el que el director quiere buscar planos de cierta brillantez sin que lo consiga mas que en algunas ocasiones y tampoco es que sea un dechado de virtudes en este apartado en el que hubiera podido tener un poco más de ingenio con la de posibilidades que tiene una cocina como la mexicana con esa variedad y colorido de condimentos, es como la diferencia entre un gran bodegón y un cuadro bien hecho, pero normalito.
Quizá lo más conseguido del film que, por otra parte, es un traslado fiel de la novela a la pantalla, sean los pasajes de realismo mágico, algunos de ellos realmente divertidos, aunque a mí no me gustaron las apariciones en plan madrastra de Blanca Nieves, del espectro de Mamá Elena.
Película entretenida, con pasajes de humor y un argumento que pierde parte de la fuerza que podría haber tenido, pero en general interesante en el sentido de que pretende ofrecer una historia diferente, aunque no siempre lo haga con brillantez.




viernes, 14 de octubre de 2016

COLMILLO BLANCO

Jack Conroy (Ethan Hawke), es un joven que parte hacia Alaska en plena fiebre del oro, dispuesto a reivindicar los derechos sobre la prospección que su padre tenía a orillas del Yukon.
A su llegada a Alaska, tras ser robado por unos pillos, conoce a Alex (Klaus Maria Brandauer), un buscador de oro que, a su vez, fue amigo de su padre y que, junto a su socio, se compromete a conducir a Jack hasta el lugar donde se encuentra la mina que ha heredado.
Tras recorrer un largo camino, acosados por mil peligros y a punto de perder la vida en más de una ocasión, Jack rescata de sus desalmados dueños a un animal cruce perro y lobo al que llaman Colmillo Blanco y al que han entrenado para la lucha ilegal de perros, hasta convertirle en un hábil profesional y un despiadado asesino.
Con mucha paciencia y a base de procurarle cuidados para sanar sus heridas y, sobre todo, cariño, Jack consigue trocar el odio que Colmillo Blanco alberga en su interior, en una leal amistad. Cuando los desalmados llegan hasta la mina y cercan la cabaña donde viven Alex y Jack para matarles y llevarse con ellos al perro, Colmillo Blanco se convierte en su más preciado aliado y el único que puede salvarles de situación tan comprometida.
El guión se basa en la novela homónima escrita por Jack London.


La película está bien construída y, aunque no saca todo el partido que podría, se beneficia de los espléndidos paisajes naturales de Alaska.
No deja de ser un típico producto Disney, y lo digo sin ánimo de menosprecio, sino para aclarar que se trata de un film pensado para niños que se centra en la peripecia del muchacho que busca la mina de su padre y en su amistad con el joven perro-lobo, adobado con el peligro que supone la presencia de los delincuentes que le acosan y con su relación de camaradería con Alex.
Sin embargo, como adaptación, es bastante pobre, muchos aspectos de la novela de London, quedan olvidados o se refieren a ellos como de pasada, hasta el punto de que no se aprecian. La novela es mucho más de lo que refleja la película y las aventuras de Colmillo Blanco, verdadero protagonista del relato literario, con los indios, cuando trabaja como perro de trineo o cuando se tiene que defender de otros animales y luchar por su propia supervivencia siendo poco más que un cachorro, incluso los capítulos en que se describe su vida en la manada, aquí quedan obviadas.
Un film entretenido, pero muy pobre y que no logra empatizar del todo con el espectador, perdiendo mucha de la épica que tiene el relato original.




jueves, 13 de octubre de 2016

GENOCIDIO SÍ, GENOCIDIO NO

Leía hace tiempo un artículo de prensa que no he logrado rescatar, en el que el articulista consideraba indecente la defensa de las lenguas romance, incluído el catalán, pues proceden de un genocidio que sí se celebra, el perpetrado por los romanos contra los pueblos de la antigua Iberia. Pero claro, este es un genocidio antiguo y, al parecer, cuando ha pasado mucho tiempo, el genocidio prescribe y ya puede celebrarse. No sabemos quién es el encargado de marcar las fechas, ese que dice que si han pasado mil años ya no es genocidio, pero si sólo han sido 500, entonces sí lo es y no se puede celebrar, sino que hay que despreciarlo.
Supongo que será gente del tipo de la Sra. Colau, que quiere quitar del callejero barcelonés todo lo que tenga que ver con el descubrimiento y conquista de América, pero nada dice de cambiar de nombre a la Vía Augusta, que festeja un camino del Imperio y homenajea al emperador Octavio, masacrador de astures y cántabros.
Después se quejan del genocidio cultural (esto es un invento, ya saben que no existe tal concepto) que han sufrido y, según algunos, siguen sufriendo, como afirmaba el profesor Francesc Roca, de la Universidad de Barcelona, que se refería a las falsificaciones de la historia y que a causa de ello, por ejemplo, apenas se conoce la importante actuación de los catalanes en América introduciendo el cultivo de la alcachofa. Claro que tampoco dice que la historia que nos cuentan tampoco habla nada de los negreros catalanes que se enriquecieron a base de mano de obra esclava en la isla de Cuba y después volvieron a la Península forrados de pasta (En 1817 España había firmado con Inglaterra un tratado por el que se comprometía a suprimir la trata y abolir la esclavitud en un plazo de tres años. La Junta de Comercio de Cataluña, mostró su radical desacuerdo: "Este es uno de aquellos incidentes, que es muy difícil tratarlo con templanza; sería preciso no tener una gota de sangre española en las venas para no sentir cierto coraje e indignación al ver hasta qué punto se quiere envilecer y ultrajar la independencia nacional").
Entre los catalanes enriquecidos por el tráfico negrero se cuentan los hacendados Panxo Martí, Pau Forcadé, Miró y Pié, Joseph Maria Borrell, Miquel Pous, Joseph Baró de Canet, Joseph Vidal y Ribas, Miquel Biada o los Samà. También entre los capitanes de los barcos negreros abundaron los catalanes. Solo de El Masnou, se han documentado ocho, entre ellos, Joan Maristany, Francesc Maristany, Carles Maristany, Pere Estapé y Joan Curell. Uno de ellos, Joan Maristany y Galcerán capitaneó en diciembre de 1862 la expedición esclavista que diezmó la isla de Pascua (Amoros, 2006, Muray, 2009 y Romero, 2011, passim). Esa preponderancia de catalanes en el negocio negrero originó cierta mala fama a los indianos de ese origen. Jordi Maluquer señala que “gairebé tots els grans comerciants s´hi dedicarent en un momento u altre” y añade que por eso los cubanos los conocían como "yanquis españoles", "judíos españoles", o "israelitas de la cristiandad". Incluso hubo una cancioncilla propia de negros que rezaba: Desde el fondo de un barranco/ cantaba un negro en su afán, / ¡Ay madre, quién fuera blanco/ aunque fuera catalán! (citada por Costa i Fernández, 2005).
Los empresarios del lobby negrero apoyaban o derrocaban gobiernos según convenía a sus intereses. Cuando la isla se independizó, después de la guerra de 1898, habían acumulado enormes fortunas que invirtieron en la península: bancos, ferrocarriles, minería, solares en Barcelona, dehesas en Extremadura, etc. Ennoblecidos por Isabel II y sucesores sus descendientes conforman hoy buena parte de nuestra aristocracia.
En el Banco de la Habana crecían como la espuma los capitales de la familia real, de la burguesía catalana (los Güell, Antonio López, Colomé, de los Girona, Manuel Girona, director del Banco de Barcelona) y de otros capitalistas de menor entidad.
Los que mantenían intereses en Cuba estaban afiliados a los “Círculos Hispano-Ultramarinos” (los Güell en Barcelona, el marqués de Manzanedo en Madrid, otros capitalistas de Valencia, Sevilla, Jerez, etc.) que en 1872 desataron una furibunda campaña contra la iniciativa gubernamental de abolir la esclavitud en Puerto Rico.
Cuando surgieron movimientos independentistas en Cuba el lobby negrero/azucarero los reprimió primero por medio de mercenarios y “voluntarios españolistas”, después con tropas de la metrópoli, quintos españoles procedentes de la clase obrera que no podía redimirse, como hacían los ricos, del servicio militar.
A pesar de todos los esfuerzos y de todos los sobornos al gobierno de Madrid, la isla se independizó después de la desastrosa guerra de 1898. Algunos indianos permanecieron en la isla y siguieron explotando sus ingenios, con trabajadores asalariados. Otros liquidaron su hacienda e invirtieron en la península: bancos, ferrocarriles, minería, solares en Barcelona, dehesas en Extremadura, etc.
Descabalgada de Cuba como san Pablo en el camino de Damasco, la burguesía catalana que mientras se enriquecía con la explotación colonial estuvo a partir un piñón con Madrid, descubrió, de pronto, su pertenencia a una nación oprimida, Cataluña, y se afilió a la Lliga Regionalista. (*)


(*) El texto en azul, está entresacado del libro de Juan Eslava Galán Avaricia que, desde aquí me permito recomendar, en él, entre otros que han tenido mayor difusión, se reflejan muchos episodios poco conocidos de esta parte de la historia poco edificante de España.



miércoles, 12 de octubre de 2016

TOMATES VERDES FRITOS

Evelyn Couch (Kathy Bates) vive una existencia gris. Es una mujer de mediana edad, acomplejada y totalmente frustrada con todo lo que la rodea. Sin embargo, la manera de ver el mundo que tiene una persona puede cambiar cuando menos se lo espera. En una visita al asilo donde reside la tía de su marido, Evelyn conoce a la anciana Ninny Threadgoode (Jessica Tandy), que le empieza a explicar cosas de un pequeño pueblo llamado Whistle Stop, cuya vida giró un tiempo en torno a un café. De pronto, a Evelyn se le abre una luminosa ventana al pasado por la que entra un aire de una frescura desconocida para ella. Remontándose a finales de la década de 1920, Ninny explica historias cuyas protagonistas son Idgie Threadgoode (Mary Stuart Masterson) y Ruth Jamison (Mary-Louise Parker), dos espíritus sensibles, alegres y llenos de una admirable energía vital, que saben sobreponerse a las dificultades y saborear el gusto por la vida. Ambas eran entrañables amigas y cuando Ruth se casa, Idgie va a visitarla y descubre que su marido la maltrata físicamente, hasta que Ruth se cansa y decide abandonar a su esposo, para irse a vivir con Idgie, junto a la cual abrirá un café en Whistle Stop.
Sin embargo, el marido de Ruth no se conformará así como así y menos cuando nace el hijo de ambos. Tras algunas amenazas, una noche en que Idgie y Rurh están en la función benéfica de la parroquia, se presenta ante el café, con la pretensión de llevarse al bebé.


A pesar de abordar temas tan difíciles como los malos tratos, el racismo, el lesbianismo, la miseria, el alcoholismo o el envejecimiento, es una película optimista, en la que, como por arte de magia, todo encaja a la perfección y acaba cautivando al espectador. Lejos del dramón en el que fácilmente podía haber caído la historia, la elegancia, los pequeños toques de humor y el espíritu optimista de los personajes, hacen del film una de esas películas inolvidables que siempre resultan gratas de volver a ver.
En la novela de Fannie Flagg están presentes todos esos detalles y las suculentas historias que nos trae el film, que ha de hacer un inmenso trabajo de compresión para que quepa en él todo lo que Flagg había desarrollado en su libro, incluída la relación entre Idgie y Ruth, un amor que queda más explicito en la novela, pero siempre sugerido, algo que recoge muy bien la película, conservando la ambigüedad con que es trasladada al espectador.
El film es una historia de mujeres fuertes en una sociedad totalmente machista y un tanto retrógrada, pero ellas, con el encanto que destilan, saben encontrar aliados que no buscan, sino que van hacia ellas de manera espontánea seducidos por su forma de ser y de tratar a quienes las rodean sin importarles si son fuertes o débiles, blancos o negros.
Una película imperecedera por su forma de tratar asuntos que igualmente lo son, con esa intriga que añade interés al film, envuelto en una excelente fotografía y con un trabajo de actores inmenso.
Una gran película, para una gran historia.





martes, 11 de octubre de 2016

NO ES ELEGANTE MATAR A UNA MUJER DESCALZA

En el trastero de una vivienda madrileña aparece el cadáver casi momificado de una mujer muerta hace unos veinte años. A pesar de que el crimen puede estar prescrito, la policía tiene interés en investigar el caso, para lo que el Jefe de Homicidios rescata a un policía de probada solvencia que abandonó el cuerpo a causa de un expediente (se enfrentó a alguien con mucho poder) y ahora reparte su tiempo entre la pesca, la recolecta de setas y disfrazarse de alabardero en un restaurante del viejo Madrid para turistas que se emborrachan con sangría. En el ambiente es conocido por sus iniciales con marca de whisky, JB (Juan Belalcázar) y se comporta como un detective singular. Aplica la teoría de la cebolla, que manda ir descubriendo capas hasta llegar al bulbo central. Así se va recomponiendo la cadena de sucesos y de personajes implicados en la historia. La misteriosa mujer muerta era Dúrsila Nézval, una exiliada checoslovaca, confidente y ligona mezclada en líos amorosos desde su matrimonio con un viejo reportero hasta sus encuentros clandestinos con un antiguo militante de la progresía madrileña aficionado a perversiones sadomasoquistas. Como suele suceder en los modelos de la novela negra, al final todo se aclara por medio de la explicación policial a cargo de JB, aunque el tiempo transcurrido puede hacer que todo resulte inútil a la hora de que el autor sea castigado.
Con reminiscencias de los clásicos (Baroja, Galdós...) que describieron el Madrid de su época, el tiempo transcurrido desde que se produjo el crimen (1978), hasta que se está investigando (1998), sirve al autor para hacer un repaso, entre desengañado y melancólico, del tiempo pasado, en el que tendrán cabida las reflexiones sobre una ciudad que ha cambiado, igual que han cambiado sus gentes, la situación del país, los políticos y la propia policía.
Raúl del Pozo escribe una novela en dos planos, por un lado la intriga policiaca, bastante bien construída y, por otro, el retrato de una época, la de la transición, tan rica en acontecimientos.
Algunos consideran que la novela está escrita como con cierta prisa y que podría haber profundizado más en los personajes y en las situaciones, pero para mí esto es una virtud que le da dinamismo al relato. Que te quedes con ganas de más es un buen síntoma.



lunes, 10 de octubre de 2016

NUEVE REINAS

Juan (Gastón Pauls) un timador de poca monta le aplica un truco (“la uruguaya”) a la cajera de una gasolinera, para robarle 45 pesos, pero ante el cambio de turno, comete el error de querer hacer lo mismo con la chica que ha sustituído a la otra y le descubren, aunque, para su “suerte”, en el local está Marcos (Ricardo Darín), otro estafador como él, a quien no conoce, que finge ser policía y le saca del apuro.
Marcos no consigue trabajar solo, ya que su compañero, el Turco, está desaparecido desde hace algunos días; entonces, le propone a Juan que ese día “trabajen” juntos y así, se inicia una relación de “profesor y discípulo” tensa, que se puede romper fácilmente en cualquier momento; sin embargo, poco a poco nos damos cuenta que Juan no es tan ingenuo como aparenta y no cae en las trampas que el propio Marcos le va poniendo en el camino.
Marcos se entera de que en el hotel donde trabaja su hermana Valeria (Leticia Brédice), con quien tiene serios problemas, pues él le ha engañado a ella y a su hermano menor, Federico (Tomás Fonzi), robándoles la herencia de los abuelos que recibieron de Italia, está hospedado un español, Vidal Gandolfo (Ignasi Abadal), que al día siguiente será deportado y que colecciona sellos postales.
Un excompañero de Marcos, Sandler (Oscar Nuñez), un falsificador, tiene en su casa una plana falsificada de estampillas de la República de Weimar, conocidas como las “Nueve Reinas” y que valen aproximadamente 500.000 dólares. Como ese es su mejor trabajo, quiere venderlas a Vidal Gandolfo y convence a Marcos para que se él quien lleve a cabo la operación.


El director argentino, tristemente desaparecido, Fabián Bielinsky, es también el autor del guión de este film, un guión preciso y minuciosamente trabajado que, aunque alguna vez juegue con ventaja sobre el espectador, sirve de base para esta historia de tramposos y embaucadores en la que nada es lo que parece, algo de lo que nos damos cuenta desde el arranque de la película, gracias, entre otras cosas, a la buena definición de los personajes.


La película tuvo un presupuesto bastante ajustado y para tratar de remediarlo en lo posible, Bielinsky entregó el guión a los actores para que lo fueran preparando con antelación, aprendiendo sus papeles e imaginando las situaciones, algo que dio sus frutos, pues hubo bastantes escenas que se rodaron en una sola toma gracias a la buena planificación y a que los actores sabían exactamente lo que se esperaba de ellos.
Brillante fotografía Marcelo Camorino y elegantes movimientos de cámara, algunos realmente llamativos, ayudan a redondear el resultado final.


Creo que es una de las mejores películas del cine argentino de todos los tiempos, tras esa especie de macguffin que es el pliego de sellos, se esconde toda una reflexión sobre la corrupción y el engaño, los personajes nos adentran en un mundo de impunidad hacia los tramposos y nos dejan ante la idea de que, desde arriba, hasta lo más bajo, todos somos candidatos a dejarnos llevar por el camino fácil de llevarnos el dinero sin trabajar. De cualquier manera, el film no es moralista, sencillamente nos presenta unas situaciones y nos deja que seamos nosotros quienes simpaticemos o no con los protagonistas de la historia.
La película, además, nos descubrió definitivamente, a un Ricardo Darín inmenso.




viernes, 7 de octubre de 2016

INSOMNIO

Enviado desde Los Ángeles para investigar el asesinato de una adolescente en una pequeña localidad de Alaska, el detective Will Dormer (Al Pacino) dispara accidentalmente a su propio compañero al intentar detener a un sospechoso. En vez de admitir su culpabilidad, el detective se fabrica una coartada a base de manipular y fabricar pruebas, pero con esta "solución" sólo se multiplica la complejidad emocional y los sentimientos de culpa por la muerte que ha provocado. Al asesinato que ha de resolver y al remordimiento por el asunto del compañero, se une la extorsión de un inesperado espectador,  el hombre al que estaba persiguiendo, que comienza a llamarle y a decirle que lo vio todo y que escuchó las últimas palabras del moribundo, cuando culpaba a Dormer de haberle disparado de manera intencionada. Dormer acaba descubriendo que esa persona que le está atosigando, es un escritor de novelas local y se entrevista con él para llegar a un acuerdo.
Mientras, la detective Ellie Burr (Hilary Swank), de la policía local, una profunda admiradora de Dormer y sus métodos, por encargo del sheriff, está llevando a cabo la investigación sobre la muerte del compañero de Dormer y llegando a conclusiones que no acaban de cuadrar con la versión que este dió.


El film es un remake de la película noruega de 1997 dirigida por Erik Skjoldbjærg.
Buenas interpretaciones del trío protagonista (Pacino, Robin Williams y Hilary Swank) y una fotografía que sabe sacar partido del bellísimo entorno natural, bosques de abetos, paisajes nevados, impresionantes saltos de agua... Y un guión que alterna momentos de cierta brillantez, con otros bastante convencionales.


Después del reconocimiento obtenido con Memento, Christopher Nolan se embarca en una arriesgada aventura, porque ¿a quién se le ocurre hacer un remake de una película estrenada apenas cinco años antes?
Pero mira, le salió bastante bien, fueron alterando algunas cosas del guión y si a eso añadimos los recursos de cine de Hollywood y el talento de Nolan, nos queda un film que no será recordado como de los mejores del autor, pero que tiene un nivel alto y que contó con una magnífica respuesta en el aspecto comercial.
Muy entretenida.




jueves, 6 de octubre de 2016

EL QUIJOTE DE MIGUEL DE CERVANTES

Alonso Quijano (Fernando Rey), un hidalgo manchego de unos 50 años y de mediana posición económica, queda hasta tal punto trastornado por la lectura de los libros de caballería que decide salir a buscar aventuras acompañado de su fiel escudero Sancho Panza (Alfredo Landa). La peculiar locura de Don Quijote, la fascinación que despierta en Sancho su señor y la bondad de ambos personajes contrastan con la brutalidad, las burlas y el escarnio de que son objeto por parte de aquellos a quienes tratan de ayudar.
En 1990 Televisión Española emprendió su producción más ambiciosa hasta el momento, la adaptación de "El Quijote" de Miguel de Cervantes, la mejor novela de la historia, para estrenarla en 1992 durante las celebraciones del V centenario.  TVE encargó la producción a Emiliano Piedra, unido de forma inevitable, en la memoria del cine español a la producción de Por quien doblan las campanas y que había intentado, en su momento, producir El Quijote que estaba rodando su amigo Orson Welles, proyecto que se frustraría y cuyo recuerdo hizo que Emiliano se tomara esta propuesta de la televisión pública con especial cariño.
Además, de los dos grandes protagonistas, Fernando Rey y Alfredo Landa, la serie contó con un reparto de lujo, José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre, Emma Penella, Hector Alterio, Aitana Sánchez Gijón, Carmelo Gómez Terele Pávez, entre otros. Logró numerosos premios como en el Festival de Televisión de Cannes, donde consiguió los premios a mejor serie y mejor actor protagonista para Fernando Rey.
Aunque figura Camilo José Cela como autor de los guiones, debemos indicar que el propio Gutiérrez Aragón señala que los guiones no valían para nada y él los reescribió, y no porque fueran buenos o malos, sino porque no eran guiones, eran "un objeto".
El proyecto inicial abarcaba El Quijote en su totalidad (dos partes de ocho y diez capítulos respectivamente), pero la crisis económica del momento y su repercusión en TVE, hizo que sólo se rodaran cinco capítulos correspondientes a la primera parte de la obra. Once años después, el mismo realizador filmó la segunda parte ("El caballero Don Quijote"), con un reparto encabezado por Juan Luis Galiardo y Carlos Iglesias.




miércoles, 5 de octubre de 2016

LA TABERNA FANTÁSTICA

Rogelio "El Rojo" (Rafael Álvarez "El Brujo"), reaparece en el barrio en el que vive su familia después de estar huído de la justicia por hallarse enredado en la muerte de un guardia cívil. Se presenta en la taberna "El gato negro", regentada por Luis (Agustín González) para asistir al entierro de su madre, "La Cosmospólita" (sic.), que sólo puede presenciar de lejos, en parte por precaución y además porque arrastra una considerable melopea que apenas le deja tenerse en pie.
Por la taberna aparece "El Carburo" (Juan Luis Galiardo), compadre de Rogelio, a quien está buscando para ajustar cuentas, pues al parecer le ha estado difamando. Cuando Rogelio vuelve a la taberna, se intercambian insultos, pero acaban bebiendo juntos, hasta que, al anochecer, llega el resto de la familia de la difunta y Rogelio y su padre sacan a relucir viejas disputas que desembocan en tragedia.
La película, en cuya producción colaboró TVE y estuvo subvencionada por el Ministerio de Cultura, se basa en una obra de teatro homónima de Alfonso Sastre, escrita en 1966, que no fue estrenada hasta 1985, con un éxito notable, al que contribuyó no poco, la revelación de un cómico, genial con frecuencia cuando logra controlar sus excesos: Rafael Alvarez El Brujo. El barroco histrionismo de El Brujo fue la feliz encarnadura de Rogelio el Rojo, papel en principio destinado a Juan Diego.
En la película de Julián Marcos, vuelve a dar vida a este personaje, muy bien acompañado en los papeles principales por un inmenso Agustín González y el singular talento de Juan Luis Galiardo, en un personaje de macarra barriobajero interpretado con originalidad y ese aire de chulería que tan bien se le daba al de San Roque.
En La taberna fantástica todos son antihéroes, pero en la turba de borrachos, navajeros y delincuentes de baja estofa, hay un aliento épico que trata de erigirse como contrapoder frente al orden de los picoletos y la justicia consagrada. Corre la sangre en una especie de absurda lucha de clases en el infierno de la marginación; mas no desaparece del todo cierto espíritu solidario de camaradas despreciables y cierta conciencia insurgente y rebelde.
Hay una escena que me ha llamado la atención, en la que los guardias civiles entran en la taberna y tras tomarse unas cervezas, se despiden y se colocan al revés el tricornio, con la parte de adelante hacia atrás. Seguramente tendrá alguna connotación que desconozco, aparte de la pura burla que no me extraña viniendo de quien viene.
Es una película totalmente olvidada, como algunas de las obras teatrales de Sastre, un autor más representado que conocido, está rodada prácticamente cual si fuera la filmación de una obra teatral, la cámara apenas sale un par de veces al exterior de la taberna, por tanto, en un espacio tan reducido y sin especiales movimientos de cámara, son los actores quienes soportan el peso del film, con constantes diálogos y con unas representaciones que, por momentos, brillan a gran altura.




martes, 4 de octubre de 2016

XX: UN SIGLO TEMPESTUOSO

Supongo que cualquier historiador con una cierta capacidad de síntesis, sería capaz de resumir alguno de los siglos pasados de la historia de la humanidad en un solo folio, sin dejarse demasiado en el tintero. Justo lo contrario de lo que ocurre con el siglo que precede al presente, cuyo cúmulo de acontecimientos hace tarea difícil ofrecer en un trabajo reducido todo lo que ha ocurrido en el siglo XX. La capacidad de síntesis es precisamente la principal virtud que encuentro en este magnífico trabajo del historiador Álvaro Lozano y no solamente porque sea capaz de llevar a cabo este ejercicio, sino porque lo hace de manera que no quede prácticamente ningún asunto olvidado y que al hablar de ellos, no se limite a un mero índice de sucesos, sino que cada uno de ellos va acompañado del correspondiente comentario.
Ante la dificultad de sintetizar en un solo volumen todo lo que la pasada centuria ha dado de sí, el autor ha preferido acotar su trabajo entre dos fechas que marcan dos de los acontecimientos más relevantes del periodo y que le permiten prescindir de unos pocos años. Parece lógico que la obra marque como inicio y final los años 1914 y 1989, desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, hasta el final del comunismo, representado por la caída del Muro de Berlín. Ello no obsta para que sucesos anteriores y posteriores, tengan su reflejo en la obra, pero casi siempre relacionados con otros que marcan ese periodo señalado, bien como antecedentes, bien como consecuentes del mismo.
El recorrido de Lozano por este siglo singular, se centra pues en las tres grandes guerras que lo marcaron, la I y II Grandes Guerras y la llamada Guerra Fría que enfrentó a las dos grandes superpotencias del momento y que, de algún modo, salpicó al resto del planeta. Lo hace tratando de manera breve cada uno de los aspectos que conformaron el devenir de esos años, sin embargo sus juicios y análisis y las consecuencias que extrae, son certeros y bien fundamentados, dándonos las pistas de los porqués de cada uno de los acontecimientos, apoyándose en los pareceres de quienes los vivieron o los han estudiado con un mínimo de seriedad.
No es libro para quien vaya buscando la épica o la anécdota entretenida, es un trabajo guiado por el rigor y el método, en el que, como ya ha quedado señalado, el autor no se limita a un simple índice de acontecimientos, sino que trata de ampliar la sola referencia a cada uno de ellos con comentarios en los que se encierran las claves que permitirán a quién lo desee, satisfacer su interés buscando en otras fuentes que quedan en él reseñadas, la profundidad que una obra de estas características no permite.
Hay algo que me ha satisfecho de manera especial, es la continua referencia a novelas y películas cuya esencia está impregnada por los acontecimientos que han marcado el siglo, en muchas ocasiones esta otra visión forma también parte de la Historia y sirve para comprender mejor determinada época, no habiendo sido apreciado así por todos quienes se dedican al análisis histórico. Lozano pone en valor la aportación del arte en general, pero sobre todo de la literatura (algo aplicable a otra épocas) y del cine (manifestación esta que nace en ese siglo).
En cuanto al aspecto formal, me parece que está bien redactado, su comprensión resulta fácil y no le falta el suficiente dinamismo para que en ningún momento se haga pesado, entre otras cosas por la ausencia de exhaustividad. Lozano hace gala de cierto dominio del lenguaje y además del innegable trabajo documental, de vez en cuando sabe intercalar alguna pequeña anécdota que le sirve para introducir alguno de los temas tratados, liberando a su vez a su obra de academicismo.
El libro recorre prácticamente todo el planeta, no hay región del mismo que no tenga cabida en algún momento en sus páginas, bien que, por lógica, los países europeos, EE.UU., la antigua URSS o China, tengan más peso en el conjunto y en muchas ocasiones lo que se refiere al resto es por relación con las grandes potencias, pero no por ello deja de analizar las circunstancias específicas que han llevado a tal o cual región o país a las situaciones que le dan pie para hablar de ellos.
En definitiva, gran trabajo de recomendable lectura para los amantes de la Historia, pero también para todo el que desee tener una visión certera de lo que el siglo XX ha sido en el conjunto del devenir de la humanidad, algo que, a su vez, nos ayudará a comprender el origen de los desafíos con los que se enfrenta la sociedad actual.

La presente reseña fue publicada en su día en Hislibris.