viernes, 29 de julio de 2016

TALLO DE HIERRO

Ambientada en 1938, en los duros años de la Gran Depresión, la película nos cuenta el retorno de Francis Phelan (Jack Nicholson), vagabundo que en su juventud fue jugador de béisbol, a su pueblo natal, Albany, del que marchó veintidós años atrás, en 1916, carcomido por los remordimientos y por el sentimiento de culpa que, tras el accidente en que perdió la vida su hijo de apenas trece días, había de marcar toda una vida llena de reveses y en la que la violencia y la muerte nunca dejan de jugar un papel decisivo.
Le acompaña Helen Archer (Meryl Streep), una vagabunda alcohólica, que en algún tiempo pasado tuvo cierto éxito como cantante, con la que comparte su vida desde hace años. A su regreso, los recuerdos y los fantasmas de un pasado violento le asedian en cada esquina.
El reencuentro con su familia, con los paisajes y personas que le vieron crecer, y el contraste de todo ello con sus veinte años de existencia marginal y atormentada, hará que Francis sienta por primera vez en su vida que la redención es posible.
Basada en un libro de William Kennedy, con el que ganó el Pulitzer en 1984, es una de las novelas más destacadas del autor y forma parte de un ciclo novelístico ambientado en la ciudad de Albany.


Gustará más o menos la forma de actuar de los dos protagonistas, el histrionismo de Nicholson o ese permanente aire melodramático de Streep, pero es innegable que son dos iconos del cine, su sola presencia es un reclamo que pocos pueden resistir y aquí, los dos juntos, créanme que dan la talla con la recreación de dos personajes que les valieron la nominación a los Oscar de ese año.
La película es muy emotiva, pero no acaba de rematar, quizá su excesiva duración, es un lastre insalvable, por más que, como digo, ambos protagonistas y los principales secundarios, estén incluso brillantes, pero hacer descansar un film tan largo en las interpretaciones, es demasiado para el sufrido espectador que espera algo más.
La historia emociona y estremece, pues al fin y al cabo, nos habla de algunas de las experiencias más desoladoras de la vida humana.




jueves, 28 de julio de 2016

REAL INOPERANCIA

Mientras la ciudadanía vive preocupada por una crisis de la que no acabamos de salir nunca; por los miedos que nos provocan las exigencias de Bruselas o la esquilmada hucha de las pensiones, nuestros partidos políticos, en una muestra más de lo que les importamos, andan a lo suyo, enredando, buscando su particular protagonismo y demostrando su incapacidad para ceder un ápice en pro de evitarnos otro esperpento electoral.
Mientras, asistimos entre incrédulos y molestos a las pantomimas que nuestra democracia (bueno, no sólo la nuestra) ha creado, dotándose de una parafernalia que recuerda a los ritos religiosos y que pretende hacer ver al ciudadano que aquello es algo sagrado, cuando en realidad son un rosario de actos inútiles, por más que a sus oficiantes y principales invitados (los ciudadanos somos meros espectadores y paganos, en el sentido de que lo pagamos nosotros) les encanten todas estas idioteces (perdonéseme este ataque de sinceridad).
Entre ellos cobra matices de inutilidad sublime la ronda de consultas del Rey, que se nos hace creer que tiene gran importancia, cuando sabemos (salvo los ingenuos, que los hay) que no vale sino para aparentar que el monarca se gana el sueldo. ¿No podemos ahorrarnos esta pantomima? Pues parece que no, porque además da mucho juego a los llamados medios informativos que se encargan de dar bombo al asunto: Que si el Rey tiene la importante misión de asesorar, estimular y sugerir, que si va a insistir "con rotundidad" en que serían insoportables para el pueblo unos terceros comicios... Pamplinas, pero si todo esto no vale para nada, de verdad. El Rey está ahí para lo que está, es decir, para que le digan unos y otros lo que piensan hacer según sus propios intereses, independientemente de lo que él piense y, además, que Dios le libre de pronunciarse al respecto, porque se juega el puesto.
En tanto, como digo, ellos a lo suyo, a prestarse diputados para que estos o aquellos, que no cumplen los requisitos, puedan tener grupo parlamentario (ya saben, hablamos de dinero), o a echar la culpa al otro, mientras vuelven la cara ante la mierda de su propia pocilga.
¿Se ríen de nosotros?
No, ¡por Dios!, no seas mal pensado, si ellos nunca se ríen de nadie, que son muy serios.




miércoles, 27 de julio de 2016

MAURICE

Gran Bretaña, principios del siglo XX. La entrada del joven Maurice Hall (James Wilby) en la universidad parece asegurarle una vida conforme a lo que su familia y su clase social esperan de él. Formándose para seguir los pasos de su padre, Maurice ignora esa voz interior que le dice que hay algo en él que es diferente y se centra en aquello para lo que está siendo preparado. Pero conoce a un estudiante de un curso superior al suyo con su propia forma de ver y experimentar la vida, que va a cambiar la de Maurice y, sobre todo, a abrir esa puerta tras la que nunca se atrevió a mirar.
Ese estudiante es Clive Durham (Hugh Grant) quien despierta a Maurice de ese letargo en el que se encontraba y le descubre un mundo diferente donde dos hombres pueden mantener una relación que no esté basada sólo en la amistad. Ambos personajes se lanzan a esos nuevos sentimientos que tienen el uno por el otro, iniciando un vínculo a medio camino entre real y platónico.
Cuando ya han abandona la universidad, un hecho va a cambiar la manera de ver las cosas de Durham, es la detención por escándalo público de un antiguo compañero de estudios de él y de Maurice, Lord Risley (Mark Tandy), quien es condenado por sus prácticas homosexuales. Ante el miedo de ver arruinada su carrera política y su posición social, Durham corta su relación con Maurice y se casa.


El guión se basa en una novela de E.M. Forster que su autor no se atrevió a publicar y apareció tras su muerte. Consideraba que el libro estaba adelantado a su época y que podría acarrear un escándalo del que no podía calibrar sus consecuencias.
La verdad es que visto desde la perspectiva actual, algunas de las cosas que plantea pueden parecer un poco ingenuas, pero hay que situarlo en su momento y resulta ser un valiente alegado en pro de la libertad, no sólo sexual, sino del intercambio de relaciones entre distintas clases sociales.


Cuando se decidió llevar a la pantalla el libro de Foster, prácticamente estaba cantado que sería James Ivory el encargado de hacerlo y más cuando un año antes había dirigido con éxito Una habitación con vistas, basada en otra obra del mismo autor.
El film se basa mucho en los diálogos de la novela, que traslada de forma fiel, y en recrear, con el preciosismo y el detalle que Ivory pone en sus películas, el mundo de la clase alta británica a principios del siglo pasado en una Gran Bretaña atada aún a costumbres seculares en las que una rígida moral y la distancia entre clases, marcan el vivir cotidiano de los personajes. Como de costumbre, una puesta en escena de lo más cuidado, una fotografía magnífica y un discurrir de la historia que, en ocasiones, se recrea en el retrato del entorno.
Maurice es quizá el primer intento serio de tratar el tema de la homosexualidad huyendo de tópicos, sin caer en el amaneramiento y quedando patente la dificultad, los miedos y las consecuencias nefastas a las que se exponen quienes deciden vivir libremente una sexualidad incomprendida socialmente.
Aunque nos habla de tiempos pasado, no todo lo que refleja la película está superado en nuestra hipócrita sociedad actual.




martes, 26 de julio de 2016

LECTURA INSÓLITA DE "EL CAPITAL"

Con esta novela, ganó Raúl Guerra Garrido, el Premio Nadal de 1976, lo cual supone que había sido escrita a lo largo de ese año y, posiblemente, al menos gestada con anterioridad.
Digo esto, porque conviene tener presente el momento, una época en la que aún, ni siquiera había una democracia como tal en España y se estaban abriendo las primeras sendas para que la hubiera. Un momento en el que desde sectores nada desdeñables de la sociedad, aún se contemplaban con cierta aquiescencia, cuando no se jaleaban directamente, las actuaciones del grupo terrorista que durante años asoló el País Vasco. Y en esos momentos, un escritor que ha llegado desde fuera a San Sebastián, lugar en el que llevaba viviendo más de quince años, es capaz de ver con absoluta clarividencia qué es lo que se esconde tras aquella patraña de la liberación del pueblo vasco.
José María Lizarraga Múgica, un industrial guipuzcoano que ha levantado una empresa siderúrgica que da trabajo a un montón de gente, es secuestrado por un grupo terrorista. Mientras está cautivo, el único entretenimiento posible es la lectura de El Capital, el único libro que tiene a su alcance.
A través de las páginas del libro conocemos el parecer que sobre el secuestrado tienen algunos de quienes le rodean, que cuando hablan de Joshemari, en la mayoría de los casos, lo hacen reconociendo su valía como emprendedor, que se diría ahora, su capacidad para solventar cuantos problemas le iban surgiendo y labrar su propia fortuna al tiempo que enriquecía a Eibain, su pueblo natal.
El rapto lo provoca un accidente laboral que causa la muerte de un obrero. Luego, el viento de la violencia empieza a soplar, primero en forma de huelga y más tarde, como no parece suficiente castigo, con el secuestro del empresario.
Sus conciudadanos, cuando se les pregunta, hablan de manera calculada mientras evocan historias del pasado, calculando los efectos que sus palabras pueden tener y, sobre todo, dejando a un lado las consideraciones morales del asunto.
Al descubierto quedan las motivaciones de los terroristas, lo que menos les importa es la muerte del obrero, quieren sacudir a la sociedad desde sus cimientos, pero cuando se les fuerza a argumentar, cuando se les pregunta por qué hacen aquello, su respuesta es una mancha oscura que crece, geométrica, surgiendo del cañón de una pistola nueva largo, un trozo de acero que choca contra el cráneo, detrás de la oreja y una persona que se derrumba arrastrando consigo sombra y conciencia, mientras la sangre fluye generosa.



lunes, 25 de julio de 2016

LUNA DE LOBOS

En el otoño de 1937, en plena Guerra Civil, derrumbado el frente del norte, grupos dispersos de combatientes republicanos se refugian en las montañas huyendo de las fuerzas nacionales y de la Guardia Civil.
Se aprestan a vivir más como alimañas que como personas, dedicándose primero a la resistencia armada y luego al bandolerismo. Los años van pasando, pero el miedo, el instinto de supervivencia de quien se siente acosado de forma permanente, la soledad impuesta injustamente, la incontrolada violencia que nace a flor de piel, permanecen. Solo queda la esperanza de que un golpe del destino les permita cruzar la frontera, acceder a una libertad que les arranque de su interior esta fría nieve que les recuerda día tras día que han perdido su lugar en el mundo
En la montaña leonesa, opera uno de estos grupos, al que se ofrece la oportunidad de viajar en un tren de mercancías que viajará sin escolta de la Guardia Civil, claro que la libertad tiene un precio y quien les va a ayudar, pide dinero. Para conseguirlo, vigilan la casa de don José (Rubén Tobías), el dueño de la mina de Ferreras, y a la llegada de este, entran para secuestrarle. Lo hacen delante de sus dos hijas y de Elena (Concha Leza), su mujer, a la que le indican que tiene hasta el sábado para conseguir 200.000 pesetas y llevarlas en el coche junto a su chófer en dirección a Tejeda.
El guión se basa en la novela del mismo nombre del leonés Julio Llamazares, se rodó en las montañas leonesas y muchos de sus ambientes, como el del Café Moderno, se filmaron en el pueblo de Riaño, cuando ya estaba en trance de desaparición. La película es bastante fiel a la novela, muy visual ya de por sí, bastante etérea, como la poesía y hasta la prosa del autor de la novela.
Es una historia desoladora, sin esperanza, en un paisaje, –el de la Montaña Leonesa–, que tan bien conoce Llamazares por ser el de su infancia (nació en el desaparecido pueblo de Vegamián). En este contexto la partida guerrillera subsiste como puede, recurriendo de vez en cuando a la ayuda de familiares y amigos, cada vez más difícil por el cerco de la Guardia Civil, que a menudo paga su impotencia para capturarlos sometiendo a sus familiares a palizas o persecuciones.


La película trata de transmitir la dureza de la vida de aquella gente acorralada, que encuentra ayuda entre algunos de sus vecinos, sí, pero que también está expuesta a la delación de quienes creen de confianza.
Con el paso del tiempo, quienes en principio son combatientes que tratan de huir o de seguir su lucha como pueden, acaban siendo vistos por el pueblo como simples delincuentes o como pobres hombres que buscan una salida a su desesperada situación, mirados con miedo o recelo por unos y olvidados por otros. Muchos de sus antiguos amigos y familiares les sienten como un problema y sólo desean que desaparezcan, aunque sea pegándose un tiro.
La película, desigualmente interpretada, en la que, a mi juicio, quien mejor está es Santiago Ramos, tiene escenas muy duras, como la vida misma de estos hombres y quienes estuvieron cerca de ellos jugándose la vida, pero creo que no consigue transmitir al espectador todo el drama de quienes, en muchos momentos, se sienten como perros maltratados, revolviéndose contra quien les azuza y aunque se ve con gusto, manteniendo el interés del espectador, creo que no aprovecha todo el potencial que tiene el relato original.
Una buena manera de acercarse a una parte de la historia reciente que ha sido silenciada, con mejores intenciones que resultados.




viernes, 22 de julio de 2016

LOS INVITADOS

En el cortijo andaluz «Los Galindos», se producen cinco asesinatos, sin que la investigación posterior llegue a establecer los móviles ni la identidad de los criminales. A partir de este hecho real –que pertenece a la crónica de sucesos–, entre el reportaje y la novela, la película reconstruye una verdad a un tiempo verídica y novelesca, pues la verdad auténtica nunca llegó a conocerse y en 1995, el homicidio, uno de los más sangrientos de nuestra crónica negra, prescribe, según el artículo 13 del código penal. Los homicidas impunes, siguen en libertad o han fallecido en el transcurso de los años, sin haber pagado por su crimen.
La acción retrocede en el tiempo y nos traslada a Inglaterra, donde se nos presenta al ex legionario Tony McKenzie (Pablo Carbonell), un aventurero relacionado con la mafia de la droga, pasando la noche en un hotel con una de las camareras del establecimiento. Allí recibe la inesperada visita de unos enviados de los clanes de la droga que le comunican que los jefes han decidido pagar la fianza para que salga libre de la cárcel (se supone que está de permiso de fin de semana o algo así), pues por su dominio del español y su conocimiento del país, le van a enviar a España, con el fin de comprobar si se puede plantar marihuana para sustituir a la que procede de Marruecos.
Atraviesa la Península, hasta que, cerca del pueblo sevillano de Paradas, simula una avería en el coche para pedir ayuda en un cortijo próximo llamado «Los Galindos», y éste es el punto de arranque de una extraordinaria historia, que sigue muy de cerca los hechos reales y que termina en un baño de sangre.


Basada en la novela homónima del sevillano Alfonso Grosso, con la que fue finalista del Premio Planeta en 1978.
Grosso fue un autor peculiar, junto a novelas comerciales, escribió otras en las que se deja ver una clara crítica social y esta es una de ellas, exponiendo la pobre vida del campo andaluz, con personas atadas a la tierra en condiciones nada envidiables.
El film retrata a un personaje, el capataz de la finca, interpretado por el argentino afincado en España, Raúl Fraire, un tipo de poca cultura, obediente con sus amos, de carácter fuerte y arisco, que se ve involucrado en el negocio de la droga debido a sus escasos medios económicos y al deseo de ayudar a su hija, que vive en Barcelona y cuyo marido se ha quedado en paro. Al final, los remordimientos de conciencia de él y de su esposa, les pasarán trágica factura.


Interesante y entretenido film, que tiene algo de testimonio social de la época, realizado con eficacia por Víctor Alcázar (salvo un par de escenas con niños que están bastante mal), nos permite ver rostros muy conocidos, pero que el espectador no tiene por qué asociar exactamente con el cine. Aparte de Amparo Muñoz, tenemos al citado Raúl Fraire, cuya cara es de sobra conocida, sobre todo por la multitud de papeles secundarios que interpretó en cine y televisión; Lola Flores, Pablo Carbonell, Pedro Reyes o la tristemente desaparecida Sonia Martínez.
La película no es, pues, más que una aproximación a la verdad, o tal vez la verdad misma, quién sabe. El caso es que sabe mantener el enigma y entretejer las mallas del relato con la presentación de nuevos personajes y la incorporación de insospechados acontecimientos. Una buena combinación de cine negro con cierto aire documental.




jueves, 21 de julio de 2016

LORCA, MUERTE DE UN POETA

Miniserie de TVE rodada en 1987, de la mano del director y guionista Juan Antonio Bardem y construida sobre los textos del hispanista irlandés Ian Gibson, que nos permite rastrear la vida del poeta español, que fue ejecutado en 1936 por los partidarios del futuro dictador, el general Francisco Franco, durante la Guerra Civil Española. Cada episodio se abre con la ejecución de Lorca, para luego retroceder a una época diferente de su vida, que a la vez permite reflejar y conocer la historia política y social de la España de inicios del siglo XX.
Consta de seis capítulos y resultó ganadora de varios premios, entre ellos, TP de Oro a la mejor serie nacional (1988), y Premio de la Crítica en el Festival de Montecarlo.
Los principales factores temáticos ofrecidos van desde el nacimiento de la vocación artística del futuro escritor en su primer contexto social y geográfico provinciano, hasta el desarrollo de los hechos bélicos en la Granada de 1936 y su incidencia sobre la familia García Lorca. La cronología (1903-1.936) queda distribuida desigualmente en el conjunto: en los cuatro primeros capítulos, síntesis de treinta años, se enfatiza sobre aspectos personales en su heterogéneo contexto; por el contrario, en los dos restantes, se ofrece el último mes de la vida del poeta conformándolo en función de trágicas circunstancias.
En el diseño de la producción, Bardem ha tenido especial empeño en conseguir, tanto el parecido físico de los actores y su oportuna caracterización al personaje representado, como la exigencia de ciertos escenarios acordes con la verosimilitud geográfica. La principal dificultad residió en localizar al intérprete de Federico, factor determinante para la existencia de la serie; similitud de rasgos y capacidad interpretativa se encontraron en el inglés Nickolas Grace (en aquel entonces conocido en España por su actuación en la miniserie británica “Retorno a Brideshead”), quien resuelve satisfactoriamente las exigencias de un mitificado personaje, cuyos peculiares rasgos de personalidad, conjugaban tanto los momentos de euforia como los depresivos. Además, la elección de Grace para el papel garantizó la venta de la serie en la televisión británica y para los EE.UU. Los paisajes familiares han sido verificados, en general, con la iconografía más verosímil, mientras que ante la dificultad de reconstruir los urbanos se opta bien por prescindir de ellos, bien por lugares muy concretos o planos generales lejanos de Granada y alrededores, Cadaqués, New York, buscando los espacios que ofrecen mejores posibilidades por haber conservado algunas de sus señas a lo largo del tiempo (por ejemplo, de Nueva York, hay abundantes imágenes de Central Park, y de Granada, lugares concretos del centro urbano que han conservado su identidad, elegidos cuidadosa y acertadamente).
Algunos de los recursos empleados (voz en off, fragmentos de noticias y películas de la época, etc.) confieren a la serie un cierto carácter didáctico (tan propio de Bardem, por otra parte), pero ello, lejos de ser una rémora, contribuye a la clarificación de algunas situaciones. La fuerza de las imágenes queda confiada a los momentos claves, aquí cifrados en los casos más vivos de cada capítulo -por ejemplo, cuando trata la posición cristiana poco ortodoxa de Federico, su drama interior como homosexual, o su recital de la elegía A las cinco de la tarde, y muy especialmente en la convulsión, el terror y el miedo de la represión franquista en Granada-, de manera que se logra un equilibrio bastante atractivo entre lo didáctico y lo puramente ci­nematográfico.
La serie no nos presenta a ese Lorca amigo de los pobres, bueno y que no molestaba a nadie. No, Bardem nos acerca a un personaje inconformista, antimilitarista desde los tiempos de la I Guerra Mundial, cristiano clamando por una recuperación de los valores de amor al prójimo, amigo de la Rusia revolucionaria... En definitiva, aquel hombre que responde a lo que el antiguo diputado cedista Ramón Ruiz Alonso escribe en su contra y que refleja meridianamente lo que la derecha tradicional encontró insoportable en él, cosas que no le pudieron perdonar y que acabaron con su vida.
El trabajo de Bardem, constituye el más significativo documento audiovisual creado por el cine y la televisión de España sobre este auténtico gigante de nuestra literatura contemporánea y, para mi gusto, de todos los tiempos. Con el asesinato de Federico, se consumó una barbarie, se silenció la voz única y privilegiada de un hombre dotado de una sensibilidad nada frecuente.




miércoles, 20 de julio de 2016

MEJOR IMPOSIBLE

Melvin Udall (Jack Nicholson), un inteligente escritor, de carácter desagradable, homófobo, maleducado y que odia los animales de compañía, es un obsesivo/compulsivo con un montón de manías que marcan su vida diaria, a pesar de lo cual, es feliz encerrado en su apartamento escribiendo libros de éxito.
Una de esas manías consiste en ir a un determinado restaurante, donde se siente especialmente complacido por el trato que le dispensa Carol Connelly (Helen Hunt), una de las camareras del establecimiento, con lo que su visita al restaurante pasa a formar parte de sus rituales.
Una mañana, Carol no aparece y Melvin saca a relucir lo peor de su carácter, insulta a la sustituta y es echado del establecimiento, aunque logra enterarse de la dirección de Carol y se presenta en su casa para "exigirle" que vuelva al restaurante para servirle, pero Carol no puede, su hijo Spencer (Jesse James), tiene una enfermedad que a veces le impide respirar.
Mientras tanto, Simon Bishop (Greg Kinnear), el vecino homosexual de Melvin, acaba en el hospital tras recibir una brutal paliza por una banda que intenta atracar su apartamento, y Frank (Cuba Gooding Jr.), amigo de Simon, para cobrarse el favor que le debe Melvin, hace que este se convierta en el cuidador eventual de Verdell, el perrito de su vecino. A pesar de que todo está en contra, de manera sorprendente, Melvin acaba congeniando con el perro.
La convivencia con el chucho y la situación de Carol y su hijo, parece que empiezan a suavizar la actitud de Melvin.


James L. Brooks parece dar con la formula de las viejas comedias de la edad de oro de género para traernos esta historia en la que sus protagonista están a la altura y con la que Nicholson y Hunt se llevaron los Oscar de ese año, además de una buena cosecha de nominaciones.
Recuerdo bien el impacto que supuso para los espectadores del momento (entre los que me incluyo) la llegada a las pantallas de este film que concitó la admiración unánime y una nueva ilusión entre los aficionados y espectadores en general.


La película sabe hacer de una historia sencilla, a base de humor y un guión inteligente, una comedia de lo más agradable y divertida, precisamente porque trata con gracia asuntos cotidianos y hablar de lo que nos puede ocurrir cada día. Cuando se sabe hacer de esa manera, se tiene una de las claves para conseguir el éxito.
Para mí, un clásico de la comedia moderna.




martes, 19 de julio de 2016

GRANDES BATALLAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. 1936-1939



Ayer se cumplieron 80 años del inicio de la Guerra Civil Española (1936-1939), después de tanto tiempo puede decirse, sin temor a pecar de exagerado, aquello tan manido de que han corrido ríos de tinta sobre aquellos acontecimientos. Cientos de publicaciones de todos los colores y desde los más variados puntos de vista, han analizado los hechos, los porqués y las consecuencias, con mayor o menor acierto. Sin embargo, hoy es el día en que cualquier trabajo medianamente serio sobre el asunto, sigue concitando el interés del lector y no solamente de los aficionados a la Historia. Los autores de este libro, que lo son también de otros sobre temas militares de la Guerra Civil o de acontecimientos inmediatamente posteriores, han querido centrar su esfuerzo en las batallas que a su juicio (y al de casi todos), tuvieron más relevancia en el desarrollo y consecuente conclusión del conflicto. El “limitar” el campo de acción del libro a las batallas, les ha permitido detenerse no sólo en las más conocidas y míticas (Brunete, Teruel, Jarama…), sino profundizar en algunas otras que, hasta el momento y salvo excepciones, fueron estudiadas en obras de carácter local o, como mucho, específicas sobre este o aquel hecho. De este modo, el lector se encontrará con detalles de algunas confrontaciones que, por motivos diversos, no han encontrado tanta repercusión en la literatura anterior e incluso puede que le resulten totalmente novedosas, cual ocurre con la última gran batalla, la de Peñarroya (5 de enero – 4 de febrero de 1939), que no hacía sino retomar el famoso Plan P, cuyas líneas maestras estaban diseñadas desde dos años antes y que pretendía partir el territorio rebelde en dos, penetrando en Extremadura. Esto por citar una de ellas, pues hay otras varias menos conocidas por el gran público que también encuentran hueco en esta obra, lo mismo que ocurre con algunos de los asedios, pues en cuanto se sale del referido al Alcázar de Toledo, el de Madrid, o quizá el del Santuario de Santa María de la Cabeza, los demás quedan reservados a la memoria de quienes se han interesado de manera concreta por ellos.
Aspecto importante, son los capítulos dedicados a la Guerra Naval o a la Guerra Aérea. En el primer caso, se hace referencia al combate del Cabo de Palos, en el que resultó hundido el buque Baleares (6 de marzo de 1938), pero también al intento de auxilio a los rebeldes de Cartagena y a otros hechos menores, además del conocido como Paso del Estrecho que merece capítulo aparte en el libro y en el que también tuvo participación destacada la aviación, arma a la que el libro dedica su último capítulo y en el que la ayuda exterior cobró especial relevancia.
De manera deliberada, los autores tratan de evitar, en la medida de lo posible, desviar la atención sobre asuntos que podrían hacer mucho más extenso su trabajo, nos referimos a las represalias o a los porqués de tal o cual acción, aunque es claro que en determinados momento esto se hace no solamente difícil, sino que es recomendable no eludir comentarios al respecto y así lo entienden ellos a la hora de referirse, por ejemplo, a las luchas partidistas en la zona republicana, que tanta repercusión tuvieron a la hora de establecer un mando unificado, ventaja con la que contaron los sublevados prácticamente desde el inicio.
El libro está salpicado de testimonios de combatientes de ambos bandos o de civiles que vivieron en primera persona algunos de los trágicos sucesos y cuenta con una magnífica aportación de láminas que reproducen fotografías poco conocidas. Lo que resulta más llamativo (desde mi punto de vista, claro), es la concisión de los planos que anteceden a cada capítulo. Los autores han decidido apostar por la claridad y el esquematismo para que con un simple golpe de vista, el lector no demasiado versado, tenga clara la distribución de tropas y los avances o retrocesos de las unidades intervinientes.
El prólogo de la obra contiene unas frases que hago mías, pues resumen la impresión general que me ha producido este excelente trabajo: Con estilo ágil, el trasiego de personajes y unidades militares consigue hacer grata la lectura de unos hechos en sí mismo trágicos, realzando, por muy paradójico que resulte, la trascendencia de los hechos bélicos: en una guerra la evolución de los acontecimientos en el campo de batalla es, obviamente, determinante, pero en el caso de nuestra Guerra Civil del siglo XX muchos historiadores —quizá por disentir, más o menos inconscientemente, del desenlace final de la contienda— los habían preterido en favor de otras consideraciones de tipo social, económico o político.


Esta reseña fue publicada en su día en HISLIBRIS.



lunes, 18 de julio de 2016

LA PRINCESA PROMETIDA

Un niño que está recuperándose de una enfermedad en su cama, entretenido a base de televisión y videojuegos, recibe la visita de su abuelo, que le lleva como regalo un libro, el que su padre le leía a él y el que él leía al padre de su nieto.
Para hacer más llevadera la convalecencia del muchacho, se apresta a leerle la historia de La princesa prometida, en la que Buttercup (Robin Wright), una joven que vive en una pequeña granja de Florin, tiene dos pasiones: montar a caballo y burlarse del mozo de labranza Westley (Cary Elwes). Sin embargo, cada vez que ella le ordena algo, el responde "como desees" y Buttercup descubre que se está enamorando de él y que ese "como desees", en realidad quiere decir "te quiero".
Al no contar con medios económicos, Westley se va en busca de fortuna a América, pero el barco en que navega, El orgullo de la Reina, es apresado por unos piratas y todo el mundo le da por perdido, pues el pirata Roberts no deja supervivientes.
Cinco años más tarde, Buttercup está a punto de casarse con el Príncipe Humperdinck (Chris Sarandon), al que no ama y que se encarga de que Buttercup sea raptada, haciendo recaer la culpa sobre otros y así tener la excusa para provocar una guerra. Para llevar a cabo sus planes contrata al grupo compuesto por el siciliano Vizzini (Wallace Shawn), el hombre más inteligente de la Tierra; el español Íñigo Montoya (Mandy Patinkin), el mejor espadachín del mundo; y Fezzik (André René Rousimoff o André el Gigante), un turco gigantesco y con una fuerza descomunal.


Basada en la novela del mismo título del guionista cinematográfico William Goldman (Dos hombres y un destino), que ya había adaptado otras novelas suyas para el cine (Marathon Man), y lo vuelve a hacer esta vez, llevando bastante bien al lenguaje cinematográfico lo que antes había escrito.


Con una sugerente banda sonora de Mark Knopfler, la película se desarrolla en un ambiente onírico en el que lo fantástico tiene un papel predominante: gigantes, brujas, milagreros, espadachines, lugares encantados... Pero todo ello navegando entre la fantasía y la normalidad que le otorgan el amor de los protagonistas y la impericía y torpeza con la que se desenvuelven algunos de los personajes. El lenguaje empleado da lugar a juegos de palabras y situaciones muy divertidas. Además, contiene una magnífica escena, con un duelo a espada de los de antes.


La película es, sobre todo, un cuento, pero muy bien contado. Desde el inicio te queda claro que a nadie pretende engañar y va salpicando la narración de situaciones que parecerán absurdas a quien vaya buscando una historia al uso, pero que a quien se deje llevar, le transporta al mundo de la infancia, con esa magia que la realidad del mundo adulto te arrebata para siempre hasta que alguien como Goldman consigue devolverte a él, aunque sea durante una hora y media.
Una estupenda adaptación que conserva la magia que tiene el relato literario, con unos personajes perfilados de forma inequívoca (los buenos caen bien y los malos son odiosos), como en las narraciones clásicas que tienen un final cantado, pero cuando están bien contadas, te atrapan aunque sepas que al final va a comer perdices.




viernes, 15 de julio de 2016

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER

Tomas (Daniel Day-Lewis) es un seductor además de un prestigioso cirujano cuyas aspiraciones en la vida consisten en seducir al mayor número de mujeres a través de las cuales irá descubriendo y conociendo diferentes cosas. Al final, enamorado de Tereza (Juliette Binoche), a la que conoce en un viaje que realiza fuera de Praga para una intervención quirúrgica, incluso se casa con ella, pero no abandonará ese afán de conquista ni por supuesto a su amante por excelencia: Sabina (Lena Olin).
Tereza muestra un carácter frágil, parece etérea. Trabaja como camarera pero tras conocer a Tomas decide ir tras él y pasar así el resto de su vida juntos. Es Tereza la que decide no optar por la levedad y soportar el peso, es decir, soportar el hecho de que Tomas le sea infiel con tantas mujeres.
Sabina es una mujer independiente, bohemia y enamorada del arte. Es amante de Tomas y, al igual que él, tratará de soportar el peso de su existencia, llevando una vida lo más leve posible.
Sobre ella también llega a caer esa insoportable levedad del ser en el momento en que se va de Ginebra a vivir a América, ya que aquí no podrá vivir esos momentos de traición que vive con Tomas.


Basado en la obra del mismo nombre del escritor Milan Kundera, en la que el autor se enfrenta a sus fantasmas personales: el exilio, el totalitarismo y el desengaño. Y todo ello tras un aparente lenguaje claro y formal repleto, a su vez, de ironía y sarcasmo.


La película trata de recoger todo eso, la distancia existencial entre los protagonistas, sus distintas maneras de entender este viaje que es la vida y cómo enfrentarse a ella, con aparentes contradicciones que no son sino una búsqueda constante de nuestro lugar en el mundo, entre aquellos que nos rodean y a quienes queremos, cada cual a nuestra manera.
Anne Roth, uno de los iconos del cine contemporáneo, fue la encargada del vestuario, con música de Mark Adler y fotografía de Sven Nykvist, que acompañó a Igmar Bergman en algunas de sus mejores películas.
Creo que lo mejor del film son las actuaciones, una principiante Juliette Binoche que presenta sus credenciales para lo que será su posterior carrera, dando vida a un personaje de belleza etérea y algo naif; seductora y físicamente impresionante la sueca Lena Olin y un atractivo Daniel Day-Lewis, un tanto enigmático y con una mirada realmente hipnótica y hechicera.


Con una belleza formal que se recrea en algunas tomas y secuencias que, al final, hacen que la película resulte un poco larga, es una buena forma de acercarse a la historia de lo que entonces era Checoeslovaquia, que creo que retrata bastante bien, contraponiendo la alegría, el colorido, la música, las ganas de vivir de un país que se abre a la libertad y el duro despertar que supuso la invasión soviética que aplastó de raíz todos aquellos sueños y retrotrajo a la nación a pasados y oscuros tiempos que se creían superados y olvidados.
Aunque la novela de Kundera es difícil de adaptar a la pantalla, a pesar de lo que algunas críticas apunten, creo que el trabajo de Philip Kaufman es un buen intento de trasladarla a la pantalla y que deja suficientes argumentos para la reflexión.




jueves, 14 de julio de 2016

POR TU CULPA

Uno de los miedos más curiosos que tiene el ser humano de hoy es el de reconocer su propia responsabilidad cuando las cosas no van del todo bien. Si no encontramos rápidamente un culpable de las cosas que nos ocurren, somos capaces de responsabilizar a cualquiera.
Cuando empezó la crisis, la culpa era de la banca norteamericana. Luego, al menos en España, comenzamos a darnos cuenta de la enorme responsabilidad de las entidades financieras, grandes empresas y los gestores políticos nacionales. Hubo una fase en que la principal culpable era Merkel e incluso la UE y el euro y últimamente hay quien directamente culpa al capitalismo pero en general la dinámica siempre es la misma: localizar la culpa y la responsabilidad lejos de nosotros mismos. Tiene sentido, individualmente poco podemos hacer y se supone que los grandes dirigentes mundiales están ahí para mejorar nuestra calidad de vida y no para empeorarla. Pero quizás estemos exagerando al echar todos los balones fuera en lo que se refiere a la gestión de nuestras cuentas individuales, porque en mi vida de ciudadano de a pie, he conocido gente, lo mismo novatos que con cierta experiencia, que han comprado acciones (por poner un ejemplo), pero que siempre encuentran una excusa ajena para justificar que les haya ido mal la inversión. Es algo muy común el auto-exculparnos (siempre son los demás los que pagan pocos impuestos, siempre son los demás los que ven los programas basura, siempre son los demás los que están enganchados al móvil…), pero en estos años es un fenómeno que se ha extendido: la culpa de no poder pagar es del banco que me concedió la hipoteca; no sabía que podía perder dinero con las preferentes; ¿quién iba a pensar que ese político al que voté fuera un corrupto?… Y lo cierto es que la mayoría de las personas paga sus hipotecas, no contrató preferentes y suponemos que una buena parte de los políticos no son corruptos.
No digo que los bancos o los políticos sean inocentes, ni mucho menos, pero no podemos escudarnos en factores externos para justificar actos que están en nuestra mano como por ejemplo la prudencia financiera. De hecho, es de suponer que si esta crisis ha servido para algo es para que la gente no se confíe, sea más cauta -como de hecho lo fueron muchísimos- y asuma más control en las decisiones que afectan a su vida mirando más hacia el largo plazo y hacia la posibilidad de malas rachas. Y que conste que este fenómeno, por una vez, no es sólo español contra lo que pudiera parecer.
El miedo a este compromiso es de tal magnitud que sólo pensamos en la responsabilidad como una exigencia para los demás: mi pareja, mi jefe, el gobierno, el neoliberalismo, etc… Todo y todos, menos yo; soy perfecto y no soy responsable de nada.
Pensar, sentir y actuar en estos términos es la manera mas sencilla de pasar por encima los problemas, sin embargo, asumir la responsabilidad por las acciones significa en realidad el admitir que participamos, para bien o para mal.



miércoles, 13 de julio de 2016

LA ESTANQUERA DE VALLECAS

Leandro (José Luis Gómez), un albañil en paro, armado con una navaja , y un jovencito amigo suyo, Tocho (José Luis Manzano), que tiene una pistola, atracan un estanco en el popular barrio madrileño de  Vallecas , pero no calculan los inconvenientes de su relativa inexperiencia, ni las dificultades que provoca el valor desesperado de doña Justa (Emma Penella) la estanquera, viuda de un guardia civil, y de su sobrina Ángeles (Maribel Verdú), jovencita que encuentra ocasión en la impuesta compañía de sus amenazantes secuestradores para despertar a la sensualidad y a la relación con los varones, con lo cual el atraco se convierte en un secuestro, organizándose una especie de representación a puerta cerrada, sin salida para los cuatro personajes fundamentales que acaban mostrando sus sentimientos y su psicología, estableciéndose así entre ellos unas relaciones atípicas y no carentes de humor.
Además empiezan a tomar parte en el asunto una serie de personajes tangenciales, con mayor o menor implicación en el mismo: Maldonado (Fernando Guillén), un policía que, haciéndose pasar por médico pretende infiltrarse en el estanco/vivienda; el gobernador civil que, ante la prensa, da esas explicaciones que los políticos acostumbran y que no explican nada....


Eloy de la Iglesia, realizador del film, explicaba en una entrevista que "Es una película en la que los conflictos se dan dentro de la misma clase social: la tensión viene dada porque los personajes enfrentados están del mismo lado, porque el mayor oponente de un pobre es siempre otro pobre. En un momento dado la estanquera les dice el tópico ese de que por qué no han atracado a un rico, y ellos contestan que atracan lo que pueden, no lo que desean".
La música es de Patxi Andión que compone el tema principal que acompaña a los títulos de cabecera.
Estupenda labor de Emma Penella, todo un acierto su elección; eficaz y profesional José Luis Gómez y los otros dos protagonistas, pues un escalón por debajo, al menos. Además de ellos un magnífico coro de secundarios de gran nivel, cada uno con su momento, que dan un tanto de lustre al film.


La película se integra dentro de un subgenero conocido en el ambiente como cine "quinqui", que tuvo su apogeo en los ochenta con films como Perros callejeros, Yo, ‘el Vaquilla’, Navajeros, Colegas o El Pico (estos tres últimos del propio Eloy de la Iglesia), en los que a veces intervenían jóvenes procedentes de los ambientes retratados que, en ocasiones, no hacían sino interpretarse a sí mismos.
El guión se basa en una obra teatral del mismo nombre, de José Luis Alonso de Santos, estrenada seis años antes en la mítica sala "Gayo Vallecano" y sigue con fidelidad el texto original, inspirado, a su vez, en un hecho real: El atraco al estanco "La Presilla", ubicado en el número 17 de la calle Antonia Calas y en el que su propietaria, Pilar de Andrés Gómez de 41 años, cayó mortalmente herida por los disparos de los atracadores que irrumpieron en el establecimiento.


El film trata de denunciar la situación de marginación que padecía un sector de la sociedad en los convulsos primeros pasos de nuestra democracia. Marginación en la que subyace la división de clases y que el guión utiliza para facilitar la identificación del espectador con los "malos" (los delincuentes) en lugar de con los "buenos" (las fuerzas del orden). Vallecas se convierte en símbolo de esa España sacudida por el paro, la inseguridad y la adicción a la droga, un barrio habitado por gente trabajadora en el que, como afirma uno de los personajes, «es más fácil robarle a un pobre».
Se pueden hacer varias lecturas del planteamiento, desde quienes aplauden la "valentía" de Eloy de la Iglesia, que no se casa con nadie y levanta ampollas por su irreverencia y por ir contra lo políticamente correcto, haciendo un retrato de la policía o de los políticos absolutamente despiadado y cargado de acidez, incluso rayando con un cinismo demagógico; hasta aquellos a quienes supongo les haría maldita gracia que se hiciera una obra teñida de humor sobre un suceso tan triste y tan cobarde. El entierro de Pili, la estanquera, fue una multitudinaria manifestación de duelo y de indignación ciudadana por la inseguridad reinante. Esto son reflexiones mías, claro, pero el otro día cuando preparaba este comentario, leía el testimonio de una persona que decía que su padre había sostenido entre sus brazos el cuerpo sin vida de Pili y cuando lees las crónicas de sucesos de la época, estas refieren que la estanquera no opuso ninguna resistencia, a pesar de lo cual, fuera por impericia o por nerviosismo, los atracadores le pegaron un tiro en el costado, a sangre fría, con absoluta alevosía y demostrando una falta total de sentimientos, provocándole la muerte.




martes, 12 de julio de 2016

MAESTRA

Judith Rashleigh, una joven licenciada en arte, cree ver realizado, a sus 20 años, el sueño de su vida: entrar a trabajar en una de las dos mejores casas de subastas londinense. Enseguida se irá dando cuenta de que sus jefes están más preocupados por el dinero, que por el arte, que su mísero salario apenas le da para ir tirando y que junto a trabajos que tienen que ver con su profesión, de vez en cuando le encargan traer los cafés o llevar el traje del jefe a la tintorería.
Para complementar sus ridículos ingresos, Judith comienza a trabajar en un club nocturno donde jóvenes y atractivas mujeres se llevan un porcentaje de las caras botellas de champán que incitan a consumir a los clientes del local. Uno de sus admiradores, la invita a pasar unas vacaciones en La Riviera francesa y la vida de Judith cambiará para siempre. Cuando entra en el Hotel du Cap, lo hace como una acompañante para todo, cuando sale, lleva unos cuantos miles de euros en la bolsa que va colgada de su hombro y deja un cadáver a sus espaldas.
Lisa Hilton (rebautizada ahora como L.S. Hilton), además de artículos en revistas, ya había escrito libros de carácter histórico, con títulos que pasaron desapercibidos, hasta que su agente literaria le propuso intentar algo al estilo de "ese libro" (con lo de "ese libro" se refería a Cincuenta sombras de Grey) y aunque ella ha confesado que no acaba de entender esa especie de obsesión que le ha entrado a la gente por los relatos subidos de tono, aceptó el reto y, tras ser rechazado por varias editoriales, al fin encontró quien se lo publicara y cuando apareció en 38 países más, ya lo hizo con la vitola del bombazo del año.
Antes de seguir, he de aclarar que la crítica considera el estilo de Hilton, superior al de su "colega" E.L. James (autora de las Cincuenta sombras), Hilton escribe bien no sólo de sexo, sino de todo lo demás que contiene su novela, pienso que se podrían cortar las escenas de sexo y la novela seguiría siendo fascinante, aunque tal vez sería menos divertida.
Para recrear a Judith Rashleigh, la autora se ha inspirado en sus propias experiencias con una casa de subastas, en sus entrevistas con banqueros ginebrinos y en su encuentro con un miembro de los servicios secretos. Pero también en su experiencia durante una orgía de la alta sociedad en París en la que participó al menos como espectadora...
El personaje de Judith ha sido comparado con otros, como el Tom Ripley de Patricia Highsmith o el mismo James Bond, pero tiene sus propias características, Hilton escribe sobre el amor de Judith por las bellas artes y la ropa cara con la misma pasión que derrocha en sus orgías y tríos. Hace una especie de prueba para ver hasta qué límites puede llegar y aunque algunos lectores podrán admirar el realismo que aporta a la vida sexual de Judith, otros se opondrán a su frecuente uso de palabras fuertes y descripciones explícitas, igual que algunos pueden pensar que hay algún asesinato más de la cuenta, mientras para otros, cada uno de ellos, es una vuelta más de tuerca en el desarrollo de la historia. Se le ha criticado también por perpetuar esa visión del mundo en la que ellos tienen el poder y el dinero y ellas están relegadas al papel de mujeres "objeto". La autora se defiende alegando que Judith demuestra mejor que nadie "lo fácil que es manipular a los hombres", sobre todo cuando se les enfrenta al mayor de sus temores: su propia sexualidad.
De cualquier manera la heroína inventada por Hilton seguirá teniendo aventuras, al menos dos más, gracias al millón de dólares que la autora ha recibido a cambio de escribir tres libros.




lunes, 11 de julio de 2016

AMELIE

Amelie Poulain (Audrey Tautou), es hija de Raphaël (Rufus), médico militar y de Amandine (Lorella Cravotta), que trabaja como institutriz.
A Amelie le gustaría tener más relación con su padre, pero el único contacto físico que tiene con él es cuando este le hace el reconocimiento médico mensual. Debido a la emoción que le produce esta especie de acontecimiento, el corazón de Amelie late desenfrenadamente cuando su padre le palpa y le ausculta, por lo que el Sr. Poulain está convencido de que la niña tiene una afección cardiaca.
Por causa de esta imaginaria enfermedad, su padre decide no enviarla a la escuela y la niña recibe clases de su madre en su propio domicilio.
Marcada por esta falta de afectividad familiar y por la falta de contacto con otros niños de su edad, la muchacha crea un mundo propio habitado por seres producto de su fantasía, con los que juega y habla.
Amelie está deseando cumplir la mayoría de edad para marcharse de su casa. Cuando el momento llega, se va a vivir por su cuenta y comienza a trabajar como camarera en el café Deux Moulins, en Montmartre.
El 31 de agosto de 1997, mientras los noticiarios dan cuenta del trágico final de Lady Di, tras su accidente en el interior del parisino Túnel de l'Alma, se produce un hecho que cambiará la vida de Amelie: Encuentra una pequeña caja escondida en el hueco de una pared de su cuarto de baño, con fotografías, juguetes y recuerdos que debió esconder hace muchos años un niño que vivió en aquella casa.
Amelie decide buscar al propietario de la cajita y devolvérsela de forma anónima; si su reacción es de emoción, se dedicará a hacer el bien en busca de la felicidad de la gente que le rodea.


Desde 1974 llevaba Jean-Pierre Jeunet, realizador y coguionista, tomando notas de anécdotas y recuerdos para llevar a cabo este proyecto.
Con un formato que explora muchos recursos cinematográficos y una ambientación muy colorista, la película descansa sobre todo en la esperpéntica historia, el ritmo frenético y la actuación impecable y llena de matices de Audrey Tautou, aunque mucha gente desconozca que el personaje estaba pensado para Emily Watson.
Para acabar de rematarlo, una banda sonora de Yann Tiersen, de entre cuyas piezas, la más conocida es sin duda, La Valse d’Amélie (El Vals de Amelie), con la que el compositor realza el clima onírico y fantástico de la historia y de las imágenes, gracias a una excelente elección del ritmo de danza, de los timbres y de las repeticiones.


Amelie es una película muy original, un espectáculo visual, fresco, diferente, optimista, por momentos divertido y con un trasfondo que quizá resume muy bien ese disfraz del personaje de El Zorro, bajo el que se oculta la protagonista por lo que tiene de justiciero, sin perder el envoltorio jocoso. Con su buena carga de romanticismo, aunque algunas veces da pie a escenas también divertidas, por ponerle algún pero, quizá ese juego del escondite con Nino Quincampoix (Mathieu Kassovitz), sea lo menos logrado del film por lo repetitivo, pero lo digo con la boca pequeña.
En el fondo estamos ante un precioso cuento con mucho de mágico y entrañable.
Muy bonita.
Una anécdota final: Amelie se pasa la película recogiendo piedras planas, que se guarda en el bolsillo, pues uno de sus entretenimientos (como vemos en un par de ocasiones), es lanzarlas al agua para hacerlas rebotar. Tautou, se mostró incapaz de hacer rebotar piedras en el agua y hubo de recurrirse a los efectos especiales para mostrarlo en pantalla.




viernes, 8 de julio de 2016

LA CASA DE BERNARDA ALBA

La película cuenta la historia de Bernarda Alba (Irene Gutiérrez Caba) una mujer con un carácter intransigente que no permite que nadie se salte sus normas,
Con ella viven sus cinco hijas: Angustias (Enriqueta Carballeira), Magdalena (Aurora Pastor), Amelia (Mercedes Lezcano), Martirio (Vicky Peña) y Adela (Ana Belén), a las que educa bajo los rasgos de la España profunda de principios del siglo XX, es decir, en una sociedad tradicional, muy violenta, en la que el papel que la mujer jugaba es secundario, mezclado con un fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad.
Bernarda, tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, decide vivir los próximos ocho años en el más riguroso luto y arrastrar a sus hijas con ella obligándolas a cumplirlo, no dejándolas salir a la calle, ni abrir las ventanas.
Angustias va a casarse con Pepe el Romano (Álvaro Quiroga), pero entre este hombre y Adela se ha desatado una secreta pasión irracional y poderosa que los arrastra.
Pronto la tiranía de Bernarda y el ansia de libertad de sus hijas chocarán y hará que explote una rebelión que ni si quiera Bernarda podía prever.


El guión se basa en una obra teatral de Federico García Lorca que lleva el mismo título,  escrita en la primavera de 1936, al parecer en pocos días. Fue la última obra de Lorca, ya que poco después el autor granadino fue fusilado alevosamente en el barranco de Viznar.


Igual que los clásicos griegos, o las novelas de Dostoievski, Lorca construyó una obra que trasciende el espacio geográfico en el que está ubicada, para convertirse en una tragedia universal. De hecho, ha sido representada en todo el mundo y en cualquier lugar, por muy diferente que sea la cultura respecto a la nuestra, es entendido el drama que plantea.
Bien interpretada, aunque alguna de las actrices baja un poco el tono general, se impone la presencia de Irene Gutiérrez Caba y el buen trabajo de Florinda Chico, que deja a un lado su vis cómica para demostrar su capacidad interpretativa fuera de los ámbitos en los que fue encasillada.


Mario Camus lleva a cabo un digna adaptación del clásico lorquiano, más que respetando, reverenciando el texto original y, conservando un cierto aire teatral en el film, si bien aprovecha el medio para sacar la cámara a otros ámbitos de la casa en que se desarrolla la acción.
Hay quien ha criticado esa forma teatral del film, exagerándola, pues ya digo que para mí, conserva un aire, pero no es, ni de lejos, el típico teatro filmado, pero aún así, la obra de teatro de Lorca, se desarrolla en un universo cerrado, la casona familiar y en ese lugar, con ligeras salidas al exterior, se desenvuelve la acción de la película.
Una obra de mujeres, en el que la forma masculina, presente en cada momento, sólo se atisba físicamente mediante sombras o sonidos.
Quizá lo único que no consigue Camus es hacer partícipe al espectador del drama que viven esas mujeres, meterle en el agobiante ambiente del domicilio regentado por la intransigente madre. Aquí la sensación es de que lo estamos presenciando todo desde fuera, como meros observadores que asisten al drama con la frialdad del espectador.