Jesús Franco (Jess Franco), amigo y colaborador en alguna de sus películas, de Luis García Berlanga, recopila y da forma a algunas conversaciones que mantuvo con el genial realizador valenciano, verdadero autor del libro, una especie de memorias caóticas, tal como reza el subtítulo, en que recuerda episodios de su vida y reflexiona sobre lo que fueron sus películas, los intentos frustrados de otras que no se hicieron nunca y lo que pudieron haber sido algunas de no mediar la terrible y absurda censura franquista de por medio.
Con ese cáustico sentido del humor que le caracterizaba, Berlanga rememora sus relaciones de amor/odio con Juan Antonio Bardem, o la manía que le tenían personajes como Buñuel o Pilar Miró y que nunca llegó a entender de dónde provenía.
Berlanga se ve como un ser independiente que, salvo en par de ocasiones en que sucumbió al cine comercial y le fue fatal, siempre procuró hacer lo que quiso, sin renunciar a sus principios y sin más limitaciones que las presupuestarias y la mencionada censura a que estaba sometido el cine español.
El libro resulta muy entretenido, divertido por momentos y nos acerca a un personaje que junto a Bardem, hicieron que, desde dentro del país y con las cortapisas mencionadas, el cine nacional diera un paso adelante, manteniéndolo vivo en la escena internacional, hasta que la nueva generación de los Almodovar, Garci, Trueba, etc., vino a tomar el relevo ya en unos tiempos en que las ataduras habían desaparecido.
Desde su, en cierto modo, hilarante paso por la División Azul, hasta sus primeros pasos en en cine y el despegue que supuso para su carrera ¡Bienvenido, mister marshall!, pasando por el resto de su filmografía, hasta llegar a los últimos títulos, descubrimos a este hombre que acababa cada plano de la película mencionada con un expresivo ¡vaya cagada! (de ahí el título del libro) y que recuerda con cariño a los técnicos, a los actores que trabajaron con él, a quienes considera los verdaderos artífices de sus films y, sobre todo, al gran Rafael Azcona, guionista de tantas de sus mejores películas.
Tú quizás estés más enterado que yo: Leí que se alistó en la División Azul, digamos que en agradecimiento porque a su padre, le perdonaron la vida, y no fue condenado a muerte, con el desaguisado de la Guerra Civil, y otra por despecho a una novia que tuvo. Y por eso decidió partir con la División Azul. Ya no sé si llegaría a estar en primera linea de combate, o no. Y hace muy poquito tiempo, también leí, que había encontrado por ahí escondidos el carnet de la CNT de Berlanga, y de Paco Martinez Soria.
ResponderEliminarAbrazo Trecce.
Al final de la Guerra Civil, su padre estaba en Tánger, refugiado en casa del poeta y médico Rafel Duyos, y allí fue apresado y condenado a muerte. Fue entonces cuando la familia "sugirió" el enrolamiento de Luis en la División Azul, pensando que eso ayudaría a salvar la vida de su padre.
EliminarBerlanga pasó cinco años vistiendo uniforme militar. Primero en Teruel, donde había sido movilizado por el ejército republicano, luego en Rusia y acabó aquí el periodo que le faltaba para el largo servicio militar obligatorio de entonces. Según él, no pegó un solo tiro, más que a los postes del telégrafo.
Lo retratas de maravilla y dejas ver lo gran persona que era. Ojalá ahora hubiera más cines como el Berlanga. Nadie le llega ni a las zapatillas de pantufla.
ResponderEliminarPara tu información te comento que he leído el Premio Planeta de DOLORES REDONDO y que aunque está muy bien escrito no tiene la intriga y suspense de sus anteriores obras. Lo que destaca, a efectos míos, es que los últimos Planetas han sido sobre temas de HOMOSEXUALIDAD. Y éste también.
Al parecer los Lara quieren estar a bien con los rosas.
El Planeta todos sabemos lo que es, y conste que no es una crítica, me parece legítimo el tinglado que han montado los Lara y ojalá hubiera más gente tan despierta y emprendedora en este país.
EliminarA veces coincide que el premio se lo dan a una buena novela.