miércoles, 31 de diciembre de 2014

TIERRA DE ESPAÑA

La contienda civil española de 1936-39, la última guerra romántica, como la denominaron algunos escritores, tuvo un gran impacto internacional porque fue como un aldabonazo a las conciencias occidentales de los peligros del fascismo que estaba por explotar todo el potencial acumulado durante años en Italia, pero principalmente en Alemania.
Además, la bien organizada propaganda comunista, se preocupó de resaltar esta vertiente del conflicto, ocultando cualquier otra de las motivaciones que habían dado origen al enfrentamiento.
Del otro lado, se procuró resaltar el carácter anticomunista del llamado Alzamiento Nacional y destacar el apoyo decidido de la Iglesia Católica que la calificó como Cruzada de liberación, dado el trato que las instituciones eclesiásticas, sus ministros y sus fieles, habían recibido por parte del gobierno republicano y las fuerzas que lo apoyaban.
Sea como fuere, se produjo un flujo de personas, no sólo de intelectuales, hacia España, que deseaban colaborar con un bando u otro. El caso más conocido es el de las Brigadas Internacionales, patrocinadas por el Partido Comunista y algunas organizaciones obreras, pero también en el otro bando, fuera de italianos y alemanes, casi todos encuadrados en unidades regulares de sus respectivos ejércitos, bien que con el apellido de voluntarios, hubo también mucha gente que vino a combatir al lado de las tropas franquistas impulsados por organizaciones de tipo religioso (en el Jarama, combatió una Bandera de la Legión compuesta por voluntarios irlandeses mandados por Eon O´Duffy) o por las organizaciones fascistas de Rumanía, Bélgica y otros paises del centro y este de Europa.


Es en este contexto donde hay que ubicar el documental del holandés Joris Ivens. Como señalaba él mismo, "Quizá le resulte difícil a los jóvenes de hoy comprender que yo no vine aquí a hacer una buena película, sino a dar testimonio de lo que estaba pasando", pero hay que tener en cuenta que aquello se rodó en los primeros meses de 1937 y entonces no existía la televisión, por lo que las imágenes de Ivens tienen un valor añadido, cuya dimensión no se capta con los ojos actuales.
Ivens era un hombre militante, su preferencia estaba claramente del lado de la República y el documental enfatiza los logros de ésta y demoniza la actuación del bando rebelde. El holandés no se conforma con las imágenes tomadas en primera línea (Ciudad Universitaria y Batalla del Jarama, principalmente), sino que articula un argumento alrededor de una pequeña historia, casi cotidiana, que protagonizan los habitantes de Fuentidueña de Tajo, que construyen una acequia para regar sus campos y producir más alimentos destinados a los defensores de Madrid. A esto se añaden las imágenes que retratan el día a día de la población civil de la capital, con las colas frente a los lugares de abastecimiento y los bombardeos que sufren esporádicamente.
Hay una parte del documental en el que aparecen imágenes de dirigentes comunistas (José Díaz, La Pasionaria, Enrique Lister...) con motivo de la desaparición del mítico 5º Regimiento y su integración en el recién creado Ejército Popular.


La película/documental, cae en un exceso de costumbrismo en las imágenes de Fuentidueña, que por otra parte se repiten a lo largo del montaje y la parte sonora es bastante mala, lo son sus textos y lo es el acompañamiento musical que cae en el recurso de melodías populares, pero encima, las más repetidas son de raigambre claramente catalana, cuando se nos está relatando la batalla de Madrid y la música de "cobla" queda bastante fuera de lugar.
Aunque en ciertos círculos se le ha dado a este trabajo un gran mérito, yo he quedado un tanto decepcionado, pero bueno, tiene el valor de retratar la España de la época, eso sí con esa peculiar visión de los americanos, pues aunque el realizador es holandés, los productores son los conocidos antifascistas estadounidenses Lillian Hellman, Archibald Macleish y John Dos Passos.
Lo más destacable, la fotografía, aunque las imágenes bélicas están casi reducidas a planos de retaguardia y segunda línea y al avance de tropas en Brihuega. Las mejores, para mí, las de Madrid que reflejan de manera espontánea los sufrimientos de la población cercada y las de Fuentidueña, un tanto artificiosas, con mucha pose y planos preparados.
Interesante, sobre todo, por lo que tiene de testimonio.




martes, 30 de diciembre de 2014

EL RETRATO DE DORIAN GRAY

Un joven llamado Dorian Gray, es retratado por el artista Basilio Hallward, quien queda enormemente impresionado por la belleza física de Dorian y comienza a encapricharse con él, creyendo que esta belleza es la responsable de la nueva forma de su arte. Charlando en el jardín de Basil, Dorian conoce a Lord Henry Wotton, un amigo de Basil, y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos". Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó en el cuadro Basil. El deseo de Dorian se cumple, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura en él retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero, el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma con cada pecado, siendo expuesto como una desfiguración de su rostro o a través de un signo de envejecimiento.
Fue publicado por primera vez en el Lippincott’s Monthly Magazine el 20 de junio de 1890 arrastrando tras de sí fuertes controversias, pues aunque se considera que el argumento principal de la obra es el deseo de la eterna juventud, Wilde aborda en su texto temas controvertidos para su tiempo como la homosexualidad, la decadencia de la sociedad victoriana, la promiscuidad, o la “falsa y perversa” moral de esos años.
Es por ello que el editor J.M. Sotddart, ante las presiones de la prensa, que la recibió con calificativos como “vulgar”, “sucia”, “envenenada” y “vergonzosa”, no sólo censuró todo el contenido que hablaba de homosexualidad, sino que eliminó también los pasajes en los que Dorian Gray se refería a sus “queridas” , así como cualquier tipo de alusión a los aspectos sexuales que la sociedad consideraba “ilícitos” entonces.
Considerada como la más moral de las historias de inmoralidad, esta obra le ha valido a su autor superar el calificativo de escritor y ser considerado casi como un filósofo.
Es la única gran novela de Wilde, más conocido por sus obras teatrales y el texto está trufado de esas frases geniales que, entresacadas, aparecen en los libros de citas y en los almanaques.
Para Wilde no hay libros morales ni inmorales. Los libros están bien o mal escritos. Simplemente.
Éste es uno de ellos.



lunes, 29 de diciembre de 2014

MR. TURNER

Joseph Mallord William Turner (Timothy Spall), es un reconocido pintor en su Inglaterra natal. Miembro desde muy joven de la Royal Academy of Art, tras recorrer Europa conociendo países y culturas y buscando completar su formación, vive en compañía de su padre y de Hannah Danby (Dorothy Atkinson), criada, cocinera y ama de llaves a un tiempo, una especie de chica para todo.
Turner tiene dos hijas, Evelina (Sandy Foster) y Georgiana (Amy Dawson), fruto de una relación que mantuvo con Sarah Danby (Ruth Sheen). Vive totalmente al margen de todas ellas, hasta el punto de que Sarah va a verle de vez en cuando para que no se retrase en el pago del alquiler de la casa donde viven sus hijas, a las que trata con absoluto desapego.
A medida que se va haciendo mayor, Turner se va volviendo más excéntrico, situación que se acentúa con la muerte de su padre, con el que estaba especialmente unido. Sus humildes orígenes eran evidentes en la sociedad de su época con una arraigada conciencia de clase, su fuerte acento cockney nunca le abandonó, de hecho, era tan cerrado y su discurso tan vacilante que no siempre se hacía entender bien cuando daba alguna conferencia.
En sus últimos años, Turner vivirá otro amor clandestino con la dueña de una casa donde alquila una habitación de cuando en cuando y habrá de soportar alguna que otra crítica porque sus últimas obras no son del todo entendidas, incluso la propia reina Victoria (Sinead Matthews), afirma al ver uno de sus cuadros que el pintor está perdiendo la vista.


La película narra los últimos 30 o 35 años de la vida del pintor inglés William Turner, que retrató como nadie el poder de la naturaleza y supo captar el clima y el ambiente en sus lienzos. Turner ha sido definido por alguien como el pintor de la atmósfera y creo que es un juicio acertado.
Su vida privada estuvo marcada por la fama y la controversia.
Aunque su imagen más conocida es el apuesto autorretrato que pintó en 1799, cuando tenía alrededor de 25, la caracterización de la película como un hombre viejo, feo, gruñón, malhumorado y caótico tiene más precisión con las versiones que han llegado hasta nosotros. John Constable, el otro estandarte de la pintura inglesa de la época, fue relativamente generoso con él tras su primer encuentro, escribiendo que: "Es grosero, pero tiene una maravillosa variedad en la mente." Otro artista, Edward Dayes fue más duro: "Tiene que ser amado por sus obras; pero como persona no es llamativo, ni su conversación brillante".


Los primeros dos minutos vienen a marcar el tono de lo que va a ser la película. Un espectacular paisaje holandés (realmente se trata de Herringfleet Mill, Suffolk) filmado por el director de fotografía Dick Pope, prácticamente con el sentido visual del propio pintor. Tras ello, Turner avanza por las calles de Londres, casi tambaleándose, para entrar en su casa, saludar con gruñidos y tomar de un pecho, sin ceremonia previa, a su ama de llaves.


Mike Leigh, en sus ateriores films, siempre ha buceado en sus personajes femeninos. Es cierto que en este film, todo queda oscurecido por el esplendor de lo pictórico y la sensacional actuación de Timothy Spall, pero no dejen de echar un vistazo a los personajes femeninos, incluso los que parecen menos significativos, como Sarah Danby, están muy trabajados y tienen mucho que decir. Por supuesto, el principal de ellos (de ellas en este caso), es el que interpreta Dorothy Atkinson, que a mí me ha dejado gratamente impresionado, una gran actuación a la altura de la del protagonista. Esa especie de culto del realizador por los personajes femeninos, queda patente a mi juicio, por la larga escena que dedica a la entrevista que mantienen Turner con Mary Somerville (Lesley Manville), una científica que pese a la discriminación que sufrió por ser mujer, pudo dedicar su carrera al estudio de las matemáticas y la astronomía.


Leigh nos acerca al personaje a base de relatarnos las pequeñas anécdotas de su vida, en un film cuya principal virtud es la estupenda calidad visual, pero también el intachable trabajo de investigación, el vestuario, los decorados y las interpretaciones, es un film hecho con exquisitez que, sin embargo, puede hacerse aburrido, entre otras razones porque esto mismo lo podría haber hecho sin que tuviéramos que permanecer dos horas y media frente a la pantalla.
Una de las cosas que a mí personalmente me ha resultado más gratificante es la reconstrucción de las circunstancias que dieron lugar a algunos de los más famosos cuadros del pintor británico: El temerario remolcado a dique seco, Lluvia, vapor y velocidad...




sábado, 27 de diciembre de 2014

STELLA CADENTE

Tras la Revolución de 1868 y la consiguiente salida de España de Isabel II, el gobierno presidido por el General Serrano, convocó Cortes Constituyentes que, entre otras cosas, establecieron como forma de estado, la monarquía constitucional.
Tras no pocas dificultades para encontrar un candidato al trono, el General Prim, propuso al Duque de Aosta, Amadeo de Saboya, hijo de Victor Manuel II, rey de Piamonte-Cerdeña y tataranieto de Carlos III de España.
El 16 de noviembre de 1870, los diputados eligieron a Amadeo como nuevo rey, tras una votación en la que se produjeron estos resultados: 191 a favor de Amadeo de Saboya, 60 por la República federal, 27 por el duque de Montpensier, 8 por el general Espartero, 2 por la República unitaria, 2 por Alfonso de Borbón, 1 por una República indefinida y 1 por la duquesa de Montpensier, la infanta María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II; hubo 19 papeletas en blanco. De este modo el presidente de las Cortes, Manuel Ruiz Zorrilla, declaró: «Queda elegido Rey de los españoles el señor duque de Aosta».
Comienza así una época breve pero intensa de la moderna historia de España, casi desconocida para algunos y poco tratada en el mundo de la ficción.


Amadeo desembarcó en Cartagena el 30 de diciembre, llegando a Madrid el 2 de enero de 1871, para comenzar un reinado que no se presentaba ni fácil, ni pacífico. El mismo día de su llegada a suelo español, moría Prim, su principal valedor, víctima del atentado que había sufrido tres días antes. Así que cuando Amadeo llegó a Madrid, sólo pudo ver al general en la capilla ardiente.
La revuelta independentista de Cuba, iniciada en 1868 y una nueva guerra Carlista, en 1870, además de la oposición frontal de monárquicos carlistas y borbónicos, de la Iglesia y de buena parte de la opinión pública que no dejó de verle como un extranjero, fueron las constantes de un reinado en el que la inestabilidad política y la desafección de los más cercanos, acabaron por agotar la paciencia del rey.


La película no es ni biográfica, ni mucho menos histórica, se trata básicamente de cine experimental. Como el propio realizador hace constar en los créditos, "un divertimento".
Construída a base de anécdotas, con planos cortos y medios, prácticamente toda ella en interiores y con decorados bastante austeros, aunque llenos de simbolismo, como todo el film, por otro lado. Unos símbolos no siempre fácilmente entendibles que tratan de remarcar la soledad del monarca, su aislamiento y las dificultades que le plantean quienes están cercanos a él, que no dudan en exigirle, más que proponerle, que abandone el trono.
Desconcertante y provocativa, Miñarro defiende que su propuesta trata de modernizar el cine histórico, retratando la inestabilidad política, la corrupción, la podredumbre y la lucha de los poderes fácticos y todo con una visión transgresora donde nada ocurre como sería previsible y dibuja una sonrisa (de desconcierto, más que de humor) en alguna ocasión, ante los inesperados giros de su creador quien la bautiza de “muy pop”.


Lluis Miñarro lleva 17 años produciendo cine en nuestro país, así que conoce el paño de sobra y está claro que sabía lo que quería, otra cosa es que lo consiga, o que logre llegar al espectador. De cualquier modo, me llama la atención que reconozca que la hizo porque estaba de brazos cruzados, ya que ninguno de los proyectos que había presentado a las televisiones había logrado el beneplácito de las mismas, creo que es una manera de reconocer que como no tenía nada que hacer, se embarcó en esta peculiar aventura, trangresora y atrevida, con una brillante fotografía del maestro de la luz Jimmy Gimferrer y unas composiciones estudiadas, en muchos casos con aires pictóricos.
Es cierto que la película va derivando en una copia poco conseguida del cine de Buñuel, o de alguien más cercano en el tiempo como Visconti, explotando de manera exagerada un ambiente decadente y lujurioso, ralentizando la acción hasta llegar a rozar el aburrimiento. Un pequeño batiburrillo de géneros e ideas que ya han sido exploradas por otros realizadores, como la introducción de música pop (François Hardy, Les Surf...), en un deliberado anacronismo.
Miñarro nos trae una propuesta muy personal, llena de exageraciones, colorista e ingeniosa, pero eso no equivale necesariamente a que sea inteligente y a que las propuestas creativas estén siempre logradas. Él ha hecho la película que quería y seguro que la ha disfrutado, habrá a quien le parezca innovadora y otros, seguro que la tacharán directamente de mala o pensarán que se le ha ido la chaveta, éstos últimos no conocen al realizador catalán.
Ya que hemos hablado de anacronismos deliberados, hay alguno que no lo es, sino simples meteduras de pata o mala documentación. En cualquier caso, en el retrato del personaje, no se fíen del Amadeo que nos pinta Miñarro, da la impresión de que si no hubiera sido por sus ministros, este hombre habría cambiado España, como reza el cartel del film, una conclusión que me parece, cuando menos, pretenciosa y falta de fundamento.




viernes, 26 de diciembre de 2014

EL FANTASMA DE CANTERVILLE

El relato cuenta la historia de una familia norteamericana que se muda a una mansión de Inglaterra. En este lugar vivía el fantasma de Sir Simon. La trama se nos revela desde el principio;
“Cuando Mister Hiram B. Otis, ministro de los Estados Unidos, compró Carterville Chase, todos le dijeron que estaba haciendo una tontería, pues no cabía ninguna duda de que el lugar estaba embrujado.”
Este relato de horror cómico se centra en la historia del fantasma de Sir Simon, un alma de más de trecientos años que permanece en la mansión de Canterville porque no ha sido liberado después de haber matado a su esposa. Este fantasma se encarga de ahuyentar a toda persona que llegue a vivir a la mansión.
Su vida habitual termina con la llegada de mister Hiram, ministro de los Estados Unidos, quien compró la mansión a lord Canterville para habitarla con su esposa y sus cuatro hijos. Esta familia, lejos de temer al fantasma, le provoca disgustos y malos ratos.
Por medio de la sátira, encarnada en la lucha entre la familia y el fantasma, Wilde habla sobre las diferencias entre el mundo antiguo y el nuevo, entre Europa y Estados Unidos.
Durante toda la historia persiste la confrontación de estos dos bloques geográficos: la familia de mister Hiram, cuyos miembros son considerados americanos modernos, y el fantasma de Canterville, las tradiciones, la herencia europea, la nobleza de sangre.
Así transcurre el relato, como metáfora de que el fantasma es el acartonado mundo de las tradiciones y la etiqueta de los nobles y la familia norteamericana, la modernidad, pero también un comportamiento que a los ojos del fantasma es un compendio de ordinariez y mal gusto. Esta separación se quiebra con la liberación del alma del fantasma, realizada gracias a Virginia, hija de mister Hiram, un alma pura que desde el principio ha sentido lástima por Sir Simon y las jugarretas a que era sometido, sobre todo por sus hermanos. Es en esta parte final donde se concilian las relaciones malsanas entre Europa y Estados Unidos quedando sanadas por medio de la muerte que es, a su vez, un acto de amor.
El relato contiene numerosas escenas en las que Wilde demuestra su ingenio para la ironía y el humor, situaciones algunas veces desternillantes, como la primera aparición del fantasma a los nuevos dueños de la mansión: Cuando Mr. Hiram oye ruidos en plena noche, sale de su cuarto en pantuflas y bata y se encuentra cara a cara con un espectro fosforescente cargado de cadenas. En lugar de salir huyendo despavorido, le ofrece el nuevo engrasante Tammany Sol Naciente, urgiéndole a que se lo aplique a las cadenas que lleva en pies y manos para no perturbar el sueño de los inquilinos de la vivienda.



jueves, 25 de diciembre de 2014

MARATÓN (CHRISTIAN CAMERON)

La batalla de Maratón fue un momento decisivo y crucial en la Historia. Era la primera vez que los griegos derrotaban a los persas en una batalla campal que dio lugar al comienzo de la civilización griega clásica. Ocurrió en el año 490 a.C y tuvo lugar en los campos y la playa de la ciudad de Maratón, sita a pocos kilómetros de Atenas, en la costa este de Ática. Enfrentó por un lado a las tropas rey persa Dario I, que deseaba invadir y conquistar Atenas y, por otro lado, a los atenienses y sus aliados (Platea, entre otros). La historia está contada con mucho realismo. Los griegos no aparecen caracterizados como los buenos en la historia. En muchas ocasiones el lector podrá verlos como ignorantes e intolerantes en comparación con los persas. Por un lado tenemos al heroico Milcíades, que aunque condujo a los griegos a Maratón y a la victoria final, en la novela se presenta como un hombre con muchas imperfecciones. Su oponente, el rey persa Dario, victima de su propia ambición y de un orgullo desmedido. Entre estos dos hombres se encontrará Arimnestos el protagonista de la historia que desempeñará un papel crucial en la batalla. En esta segunda parte le vemos convertido en un gran guerrero valorado y respetado por muchos. Pero no todo serán alegrías en su vida (No os había prometido una historia alegre). Se casará con Euforia, una mujer a la que adora. Irá a luchar a Maratón, pero a su regreso victorioso, el destino le tenía preparado un triste final.
El libro tiene dos partes, en la primera, Arimnestos participa en la llamada Revuelta Jónica y está dominada por los combates navales. La segunda parte, se centra en los meses y días anteriores a la batalla de Maratón y en el desarrollo de esta misma bajo el punto de vista del protagonista.
Como en la novela anterior (Sangre guerrera), el ritmo de la historia ayuda a que uno se vea sumergido en la lectura y a que esta se haga amena. No es menester haber leído la primera entrega, pues la presente forma una unidad por sí misma y nada de la historia se perderá el lector que empiece por esta, salvo que la empatía con el protagonista la irá cogiendo a lo largo de la misma y a quienes le conocemos de su anterior aventura, ya nos tiene ganados.
Cameron continua con el exquisito retrato de los prolegómenos de los enfrentamientos, con detalle nos va describiendo las pequeñas cosas que no vienen en los libros de historia, pero que son la salsa de un buen relato épico (¿quién no ha pasado hambre y frío?).
Muy interesante y entretenido el relato de las disputas políticas en Atenas y la narración de cómo el matador de hombres, deja en evidencia a Cleito, lo que a la larga tendrá consecuencias nefastas para Arimnestos.
Excelente novela, en la que el lector se sumerge en los hechos que narra, la sangre, el miedo, el vino, el barro, el sudor, la muerte y la camaradería, nos acompañan a lo largo del relato.



miércoles, 24 de diciembre de 2014

THE MONUMENTS MEN

En todas las guerras se produce eso que se ha dado en llamar daños colaterales, un eufemismo para señalar algunas de las barbaries propias de estos sinsentidos que son los enfrentamientos a muerte entre humanos.
Uno de esos daños es el que tiene que ver con las obras de arte en general, en sus diversas manifestaciones, bien porque son destruídas a consecuencia de los combates o porque son tomadas como botín de guerra.
Durante la II Guerra Mundial, por si fueran pocos los inmensos daños causados a edificios históricos dado el gran avance en el poder destructivo del armamento empleado, hay que unir el elaborado plan de rapiña que tenían diseñado los dirigentes del III Reich. Desde antes incluso de declararse la Guerra, habían estado localizando y fotografiando obras de arte por toda Europa, con el fin de requisarlas y llevárselas para albergarlas en el que iba a ser el mejor museo del continente a ubicar en Linz, la localidad natal del Führer.
En este contexto, Frank Stokes (George Clooney), trata de convencer a las autoridades estadounidenses de la conveniencia, casi la necesidad, de crear un cuerpo especial que se encargue de velar por la preservación o, en su caso, recuperación, de cuantas obras de arte puedan ser salvadas del peligro que supone el conflicto bélico.
Para ello, se crea dentro del Ejército de EE.UU., un grupo formado por expertos que, desde primera línea, estarán encargados de evitar el expolio de esas obras de arte y, en la medida de lo posible, evitar su destrucción.


El guión está basado en el libro The monuments men, de Robert M. Edsel y Bret Witer, en el que se narran las experiencias de los hombres y mujeres que participaron en la sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos (MFAA eran sus siglas en inglés), una especie de guerreros del arte encargados de salvar todo lo posible del expolio y la destrucción que sufría el inmenso patrimonio artístico europeo por culpa de la guerra.
Un film bastante bien ambientado, arropado por una buena partitura de Alexandre Desplat que a mí me ha recordado (salvando las distancias, claro) algunas composiciones clásicas del cine bélico, sobre todo La gran evasión, por algunos pasajes relativamente similares en las melodías centrales de ambos films.


Por lo demás, creo que es una idea desaprovechada. El libro de Edsel, cuya lectura recomiendo, es mucho más dinámico e interesante, la película se convierte en un pequeño batiburrillo en el que se han intentado condensar las varias historias que se narran en él y el espíritu de los Hombres de Monumentos, pero creo que Mr. Clooney ha naufragado en el intento.
Hace unos días, a consecuencia del ciberataque sufrido por Sony por la película sobre el dictador de Corea del Norte, han salido a la luz algunos correos enviados por Clooney a la productora, lamentándose de la mala acogida que tuvo su película entre público y crítica y reconociendo que ha perdido la gracia. Supongo que con eso quiere hacer referencia, no a la gracia en el sentido de hacer reír, sino al estado de gracia, eso que conocemos como inspiración, tan necesaria en cualquier obra artística.
Si él mismo reconoce que aquí le ha salido una obra carente de ingenio, no tengo más que añadir.




martes, 23 de diciembre de 2014

EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO

El príncipe y el mendigo estaba pensado para un público infantil, y el propio Twain quiso probar la eficacia del manuscrito leyéndoselo a sus hijas. Y, en efecto, la historia del muchacho pobre que se convertía en rey, mientras el verdadero príncipe aprendía humildad y misericordia entre la gente miserable, podía haber sido una de las invenciones que Tom Sawyer contaba a sus amigos. Pero Mark Twain no quiso quedarse ahí. En esta obra pueden rastrearse algunas de las preocupaciones constantes del autor, tales como la superioridad de la democracia sobre los caducos regímenes antiguos, o su obsesión por el parecido y el desdoblamiento de personalidad.
Fue la primera novela con ambientación histórica de Twain. Situada en 1547, la obra narra la historia de dos niños de apariencia física idéntica: Tom Canty, un mendigo que vive con su cruel padre en Offal Court, Londres, y el Príncipe Eduardo, hijo de Enrique VIII de Inglaterra, cuyos destinos se cruzan, de modo que Tom cambiará sus harapos por mantos reales, y Eduardo bajará a las oscuridades de Offal Court.
Una historia suave, de sencilla comprensión para el lector; pues no posee metáforas, ni un lenguaje retórico, ni complejos personajes. Esta es la historia de un príncipe y un mendigo que intercambian posiciones y estilos de vida. Eso y nada más.
Y es precisamente esta sencillez una de las principales razones del éxito de esta obra que, cabe resaltar, ha logrado sobrevivir al transcurrir del tiempo y sigue siendo uno de los clásicos preferidos de los lectores a nivel mundial.
Prueba de ello son las innumerables adaptaciones cinematográficas y teatrales que esta novela tiene en la actualidad. Es una de esas historias que, sin ser leídas, son conocidas por personas de todas las edades gracias a la tradición y a su atractivo tópico. Eduardo Tudor y Tom Canty son protagonistas de una historia que, simplemente, atrae y a la que Twain prestó la maestría de su pluma y el encanto de su lenguaje.




lunes, 22 de diciembre de 2014

ÇANAKKALE YOLUN SONU

El ataque de los Dardanelos sería el único golpe estratégico de la Primera Guerra Mundial y fue una operación ideada por Winston Churchill a principios de enero de 1915. Su idea era no solo liberar el paso para abastecer al Imperio ruso de cañones y municiones y estos a su vez podrían exportar cereales, mejorando la balanza comercial y el rublo, además debía inducir a que el Reino de Rumania y el Reino de Bulgaria tomaran posiciones del bando de los aliados, proporcionando ayuda directa al Reino de Serbia y, así, crear un tercer frente contra el Imperio Austrohúngaro.
La batalla se inició en febrero de 1915 con un bombardeo masivo desde los buques de guerra británicos y franceses contra los fuertes otomanos que defendían el estrecho, y que tras el desembarco de las tropas aliadas, fracasó. Este fracaso promovió entre mandos y gobiernos la necesidad de una operación combinada, en forma de desembarco, entre británicos y franceses con el fin de conquistar la capital otomana de Constantinopla (la actual Estambul). El control de los estrechos permitiría a Francia y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda revitalizar al Imperio ruso y encerrar a los imperios centrales.
La campaña se conoce en Turquía con el nombre de «Çanakkale Savaşlari». En el Reino Unido se le llama «Campaña de los Dardanelos», mientras que en Australia y Nueva Zelanda se la conoce como la «Batalla de Gallipoli».


¿Recuerdan Gallipoli, aquella película australiana de 1981, con un jovencito Mel Gibson?
Bueno, pues esta peli, la que ahora comento, es lo mismo, pero visto desde el lado turco.
No que sea lo mismo en cuanto a calidad y todas esas cosas, sino que el centro de la historia es la llamada Batalla de Gallipoli, donde más de 8.000 australianos y neozelandeses, perdieron la vida y 18.000 más resultaron heridos.
Lo que fue una aplastante victoria del ejército turco que, además, daría pie a que Kemal Ataturk canalizara el sentimiento nacionalista que provocaron aquellos acontecimientos, creando el Movimiento Nacional Turco y encabezando la posterior guerra de independencia, para expulsar a los extranjeros y asegurar la integridad de la nación turca.
En el lado contrario, allí nació el ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps), el ejército conjunto de Australia y Nueva Zelanda en tiempos de guerra. El ANZAC sufrió allí una derrota aplastante, pero la consideran el comienzo de la creación de una verdadera nación y la esencia de lo que significa ser australiano o neozelandés: hombres de distintos orígenes y clases demostraron valor en el combate, honor bajo presión, siempre dándole una mano a un compañero. A esta esencia se le llama el espíritu del ANZAC. Todos los 25 de abril, se conmemora en el llamado ANZAC Day, un día no laborable en Australia y Nueva Zelanda, probablemente el día más importante del calendario de estos dos países.


La película está bastante bien ambientada, allí están los turcos, con su "kabalak" o "bachlik", el cubrecabezas del ejército turco en Gallípoli, relleno de crin como aislante contra las altas temperaturas y que no proporcionaba ninguna protección contra los disparos, y las tropas del ANZAC, con sus vistosos sombreros australianos, igual de ineficaces contra las balas que los de los turcos.
Tras las magníficas secuencias del arranque del film, con el cañoneo de la costa desde los buques aliados y el posterior desembarco en el que los invasores eran masacrados conforme iban pisando tierra, la película nos cuenta la historia de dos hermanos, Muhsin (Gürkan Uygun) y Hasan (Umut Kurt), gente sencilla de una aldea del interior, que se alista dejando atrás a su familia, para acabar siendo, sobre todo Muhsin, el protagonista, empleados como francotiradores, debido a su excepcional puntería. Muhsin mantendrá una especie de duelo con otro francotirador aliado.
De cuando en cuando aparece la inevitable chica, en este caso la guapa presentadora de televisión, modelo y actriz Berrak Tüzünataç, en su papel de Behice, una enfermera de las tropas auxiliares turcas.


La película es entretenida porque tiene mucha acción bélica, aunque es una pena que el final sea bastante flojo, se enreda en esas escenas en las que cuando uno está muriendo, o en plena acción de guerra, se producen diálogos interminables y llenos de reflexiones que quedan totalmente artificiales.
La película presenta a los turcos como gentes sencillas, héroes anónimos que luchan por su tierra y dispuestos a entregar su vida por la patria y a unos aliados presuntuosos, pagados de sí mismos y que creen que con su superioridad numérica y armamentística, van a barrer del mapa a aquellos pobres campesinos.
Como digo, lo mejor la ambientación, muy bien reconstruida la situación de la batalla, con los turcos dominando las elevaciones del terreno y las tropas del ANZAC clavadas literalmente en la playa de Gallipoli.




sábado, 20 de diciembre de 2014

TARTUFO

Cinco años tuvo que esperar Molière para que su Tartufo pudiera representarse libremente. Tras una primera y única puesta en escena en 1664, la obra fue prohibida hasta 1669. En el ínterin Molière hubo de escribir distintas versiones de la comedia y poder así eludir censuras e incluso amenazas de muerte en la hoguera. Los más altos personajes del reino, instituciones religiosas y dramaturgos se movilizaron para acallar su denuncia sobre los hipócritas. Tartufo o el impostor atacaba ciertos grupos de poder que no permitieron quedar en evidencia y presionaron sobre el joven rey Luis XIV.
Estas presiones fueron la causa de que una obra de burlas, que había obtenido el beneplácito del público en sus primeras representaciones, tanto en Versalles, como en versiones posteriores para los teatros populares de Europa, fuera prohibida, algo que quienes se sintieron heridos por el aguijón que suponía su componente moral, forzaron, en lugar de limitarse a reír con su parte cómica.
Orgón es un burgués acaudalado que ha caído bajo la influencia de Tartufo (Tartuffe es el nombre dado a la trufa u hongo escondido bajo tierra), un hipócrita que exagera su devoción religiosa, que además es bastante torpe. De hecho, los únicos que no se han dado cuenta de la verdadera naturaleza de Tartufo son Orgón y su madre. El mediocre y ladino Tartufo tiene encandilado a Orgón, que hace lo que el otro quiere. Hasta tal punto le tiene obnubilado que Orgón le ofrece la mano de su hija contra la voluntad de ella. A tal tiempo, Tartufo trata de seducir a la segunda esposa de su benefactor, Elmira, mucho más joven que su marido. Una vez desenmascarado, tratará de aprovecharse de unas donaciones que Orgón le ha transmitido para tratar de echar a éste de su propia casa y que le dejarán en la más absoluta miseria. Va incluso ante el rey, pero éste, recordando los antiguos servicios que Orgón le prestó, anula dichos papeles y enterado de los antecedentes de pícaro, hace que Tartufo sea detenido.
Por desgracia, no ha llegado hasta nosotros el texto primitivo de la primera representación de Tartufo en 1664, del que se sabe que solo tenía tres actos y que, por lo tanto, presentaba un desarrollo argumental más reducido. Se tiene por casi seguro en la actualidad que en ese primer Tartufo el protagonista era un auténtico y perverso “devoto”, no un impostor como en la versión final, y que su único propósito era aprovecharse todo lo posible del matrimonio de Orgón, sin que al parecer tuvieran un papel especial en ese argumento los amores de Mariana, la hija de Orgón. Convertir a Tartufo en un rijoso falsario habría sido la forma que eligió Molière en sus versiones posteriores para dejar claro que su obra solo iba dirigida contra los falsos devotos y que los verdaderos no tenían por qué sentirse molestos con su comedia.
Con el tiempo, sin embargo, Tartufo ha ido mucho más allá de su propio contexto de producción, tal y como sucede con tantas obras maestras, pasando a ser el paradigma de la hipocresía hasta el punto de llegar a convertirse en un nombre común para designar al hipócrita religioso y, por extensión a cualquier hipócrita.
Con obras como esta, Molière fue capaz de difundir un modelo de comedia clásica europea que tanto la crítica como los espectadores situaron de inmediato a la altura del mejor teatro clásico grecorromano.




viernes, 19 de diciembre de 2014

CBGB

Aunque había nacido en Nueva York, Hilly Kristal (Alan Rickman) se crió en el campo, en una granja de Nueva Jersey. En esa época recibió enseñanzas de música y, con el tiempo, llegó a debutar como cantante en Nueva York, con el grupo Radio City Music Hall.
Tras esta experiencia, hace un par de intentos en el mundo de los negocios, siempre vinculado, aunque de forma tangencial, a la música, trabajando como gerente en un par de clubs.
Divorciado, con dos hijos, y con dos quiebras a la espalda, Kristal lo tiene mal para encarar el futuro. Sin embargo es un hombre que destila cierto arrojo frente a la adversidad y se pone a buscar un local para abrir un tipo de club que tiene en mente. Cuando lo encuentra, como quiera que carece de medios económicos, pide ayuda a su madre para que le preste lo necesario para echar a andar y alquila un local en Bowery, la célebre calle del sur de Manhattan, al que bautiza como CBGB, para significar Country, BlueGrass y Blues, pues era el tipo de música que quería ofrecer en su local.
Con dificultades, comienza la nueva aventura empresarial, Kristal espera que algún prometedor cantante country se acerque hasta allí con ánimo de actuar y servir como reclamo, sin embargo, empujado por la inercia de las circunstancias, el local acabará siendo punto de despegue de grupos y solistas del Punk Rock y New Wave.


Más que un film sobre el Punk de los 70 y primeros 80, la película es una especie de biopic alrededor de la figura de Hilly Kristal, el dueño del mítico CBGB, el santuario del Punk Rock y por el que pasaron gran parte de las figuras del rock de la época cuando eran aún unos perfectos desconocidos.
Hubo unos años en los que todos querían tocar en el CBGB, aquello era sinónimo de haber dado el primer paso serio en el mundo de la música moderna y la posibilidad de que algún manager de discográfica se interesara por su trabajo.


La película revive las actuaciones en el local de unos pocos de los músicos que pasaron por él, entre otros, Television, Blondie, Patti Smith, Dead Boys, The Ramones, Talking Heads o Police.
La historia se entrelaza con la de la revista "Punk", mediante viñetas que cobran vida.


El principal activo de la película es la banda sonora, claro está, porque el film es bastante pobre como tal, con los detalles poco cuidados que seguro que sacan de sus casillas a los puristas del punk.
Sin embargo tiene el valor de lo entrañable, de acercarnos a una época y a un lugar en el que, sin que se supiera en aquel momento, se estaba escribiendo la historia de la música actual.
Técnicamente pobre, con un guión no demasiado trabajado y en la parte musical, faltan muchos de los que por allí pasaron. Sin embargo, a mi me ha resultado simpática, incluso divertida por momentos, atractiva y muy entretenida.




jueves, 18 de diciembre de 2014

EL MÉDICO A PALOS

El médico a palos (Le médecin malgré lui), representada por vez primera el 6 de agosto de 1666 y traducida al español por Leandro Fernández de Moratín, es una comedia escrita por Molière en la que narra la historia de un hombre común, cuya esposa, para castigarle, difunde la especie de que es un médico notable, pero que sólo acaba confesando su condición de tal si se le propina una paliza.
Su primer trabajo, al que se niega, hasta que recibe una buena tunda, es atender a una joven enferma la cual no padece ninguna enfermedad sino que se finge tal porque no está de acuerdo con el casamiento que su padre le impone. Distintos enredos se dan en esta obra los cuales terminan con un final feliz para todos.
La obra pretende principalmente la diversión del público, objetivo que Molière obtiene sobradamente, con la maestría que le caracteriza.
La temática del médico y la medicina, son casi recurrentes en la obra del autor francés. En esta y en otras obras suyas, como la también muy conocida El enfermo imaginario, se contienen algunas frases, casi máximas en tono jocoso, que merecen ser recordadas:

- "Casi todos los hombres mueren de sus medicinas, no de sus enfermedades."
- "El mejor signo que puede haber es que el médico haga reír al enfermo."
- "Solo se puede morir bajo prescripción médica."
- "El médico es ese hombre que se mantiene a la cabecera del enfermo hasta que la medicina lo mata o la naturaleza lo cura."
- "Médicos. Hombres de suerte. Sus éxitos brillan al sol...Y sus errores los cubre la tierra."
- "Los médicos no son para eso; su misión es recetar y cobrar; el curarse o no es cuenta del enfermo."
- "La muerte es el remedio de todos los males; pero no debemos echar mano de éste hasta última hora."
- "El hábito no hace al monje, pero si al médico: En cuanto se habla vistiendo toga y birrete, toda charlatanería resulta sapiencia, y todo desatino se convierte en razonable."



miércoles, 17 de diciembre de 2014

12 AÑOS DE ESCLAVITUD

En 1841, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) es un negro libre que vive con su esposa y dos hijos en Saratoga Springs, Nueva York, apreciado por muchos miembros de sus comunidad y tenido por un hombre culto y un virtuoso del violín. Un día es convencido por un par de hombres para contratarse como músico en una especie de espectáculo circense que le va a proporcionar unos interesantes beneficios económicos. Después de una noche bebiendo con los dos hombres, Northup despierta para encontrarse encadenado al suelo, dándose cuenta de que ha sido drogado y será vendido como esclavo.
Es enviado a Nueva Orleans, donde le cambian el nombre por "Platt", un esclavo fugitivo de Georgia y es comprado por el dueño de una plantación, William Ford (Benedict Cumberbatch). Northup "aprende" que un comportamiento servil le servirá para mantenerse con vida y también a llevar una existencia soportable con Ford, que resulta ser un amo relativamente benévolo, a pesar de lo cual, le acabará vendiendo para pagar una deuda a Edwin Epps (Michael Fassbender), un plantador cruel, que cree que el derecho de abusar sobre los esclavos está autorizado por la Biblia.
Allí conocerá a una joven esclava llamada Patsey (Lupita Nyong'o), de la que está morbosamente encaprichado el amo, que la viola repetidamente, lo que le valdrá la animadversión de la señora de la plantación que busca cualquier pretexto para hacer sufrir a Patsey al no conseguir su propósito de que sea vendida, pues Epps no quiere desprenderse de ella por ser la mejor recolectora de algodón de la plantación.


La película está basada en la autobiografía de Solomon Northup, un mulato afroamericano nacido libre en el estado de Nueva York que fue secuestrado en el Distrito de Columbia en 1841 para ser vendido como esclavo y que trabajó en plantaciones en Louisiana durante 12 años hasta su liberación.
El libro, publicado en 1853, se vendió bastante mal, debido a que otras publicaciones que relataban casos de otros liberados, alcanzaron más popularidad en la época. Sin embargo, tras el estreno del film, el libro de Northup ocupó un puesto destacado en la lista de bestsellers.


Dirigido de manera eficaz por Steve McQueen, el film nos traslada una historia cruel, dura y sin concesión a ningún atisbo de humanidad.
La película ha sido tachada por algunos como manipuladora de sentimientos por la manera en que está planteada, todos sabemos que la misma historia, sin quitarle un ápice de dureza, puede ser narrada de diferentes maneras. McQueen no cuenta mentiras, ni manipula los hechos, aquello sucedió, para vergüenza de la humanidad, tal cual lo cuenta, pero sin embargo, para algunos, la recurrente utilización de látigo resulta inadecuada, no porque no sucediera, repito, sino porque puede dar a entender que el film se regodea en lo morboso de la historia. De hecho, el libro de Northup, apenas recurre a la utilización de la palabra látigo.


Reconociendo lo bien hecha que está la película, a mí no me ha acabado de gustar, quizá por las muchas expectativas depositadas en ella tras leer las elogiosas críticas. Me parece un film sobrevalorado y que atiende sobremanera a los aspectos comerciales, esto no es un defecto en sí, es una opción y parece que el realizador ha preferido esa vía.
La historia es de una potencia demoledora y ahí está el principal activo del film, pero sin embargo, mi opinión es que uno no acaba de empatizar del todo con ella, como si una barrera nos hiciera ver desde la lejanía lo que nos están contando, sin llegar a conseguir que nos sumerjamos en la narración.
Eso sí, las dos horas largas que dura, se pasan relativamente rápidas, pues como digo, la historia tiene fuerza y en otros apartados, como el tan importante de la fotografía, la película es una maravilla.




martes, 16 de diciembre de 2014

EL ENFERMO IMAGINARIO

En El enfermo imaginario (Le malade imaginaire) brilla como en ninguna otra la faceta cómica del autor francés. La burla contra la petulancia de los médicos tiene aquí un tono demoledor, en la mejor tradición de la sátira. Al mismo tiempo el retrato maníaco aprensivo de su protagonista, Argan, empeñado en estar enfermo a pesar de su vigorosa salud, va más allá de la caricatura para alcanzar el disparate, el absurdo, no exento de comprensión e incluso ternura, que enlaza con las formas más modernas de humor.
La obra teatral divierte e instruye hoy como cuando se escribió por su imparable comicidad, por el ridículo en que sume a los blancos de su sátira, que no es sólo la medicina, sino la familia, la ley, el dinero, la hipocresía, el abuso de poder, la debilidad y la pusilanimidad; es decir, la condición humana en general.
Obra en tres actos, con interludios musicales, estrenada en 1673, coreografiada originalmente por Pierre Beauchamp. Resultó ser la última obra de Molière que se desplomó en el escenario en la cuarta representación, interpretando el papel de Argan, el 17 de febrero, muriendo poco después.
Genial y muy divertida la última escena en la que un grupo de cómicos parodia la recepción de Argan como nuevo médico, con diálogos en latín macarrónico y que hacen creer al protagonista que, en efecto, es aceptado como médico titulado en la facultad.




lunes, 15 de diciembre de 2014

HANNAH ARENDT

Aunque nunca perteneció a ninguna comunidad religiosa, Hannah Arendt siempre se consideró judía. Educada por su madre en un clima liberal, durante su etapa universitaria, fue, no sólo discípula, sino también amante de Martin Heidegger, el filósofo que estuvo afiliado al Partido Nacional Socialista de los Trabajadores. Tras perder la nacionalidad alemana y ya con la II Guerra Mundial iniciada, Hannah fue una de las miles de recluidas en el Velódromo de París, de donde fue trasladada al campo de internamiento de Gurs, para acabar escapando, con un visado, a Nueva York vía Lisboa.
Hannah, comprometida con los refugiados judíos viajó a Alemania después de la guerra y allí comenzó a darse cuenta del curioso sentimiento que envolvía al pueblo alemán, una especie de huida de sus propias responsabilidades que cargaban sobre las potencias ocupantes, como si la consecuencia de sus miserias y de las ruinas entre las que se movían, no tuvieran nada que ver con el régimen nazi.
Crítica con el movimiento sionista, al que acusa de no ver los problemas que viven los palestinos que habitan el territorio del actual Israel desde antes de que ellos estuvieran allí, acaba obteniendo la nacionalidad estadounidense, en cuyo país continua con su labor profesional, sin renunciar a expresar sus posicionamientos políticos.
De abril a junio de 1961, Arendt asistió como reportera de la revista The New Yorker al proceso contra Adolf Eichmann en Jerusalén. De ahí surgieron inicialmente algunos artículos y después su libro más conocido y más discutido hasta el presente, Eichmann en Jerusalén, con el subtítulo Un informe sobre la banalidad del mal. Alrededor de la obra hubo intensas controversias. Sobre todo, la expresión «banalidad», en relación a un asesino en masa, fue atacada desde diferentes frentes.
Además de lo dicho, también se le reprochó a Arendt el haber visto el papel de los consejos judíos de forma demasiado crítica. Eichmann había exigido la "cooperación" de los judíos y la había obtenido en "una medida realmente sorprendente". De camino a la muerte, los judíos habrían visto a pocos alemanes. Los miembros de los consejos judíos habrían obtenido de los nazis un "enorme poder sobre la vida y la muerte", "hasta que fueron deportados ellos mismos".


Una Margarethe von Trotta en plena madurez, con la sapiencia de tantos años tras la cámara, nos acerca la figura de una mujer excepcional a través de una película irreprochable técnicamente, hecha con sobriedad, con unos planos estudiadísimos y unos elegantes movimientos de cámara, sobre todo cuando trata de mostrarnos a la protagonista en su ocupación más importante: Pensar.
Porque Hannah Arendt, básicamente es lo que hace y la dificultad, si se paran a pensarlo, de transmitir eso al espectador, no es fácil de solventar sin caer en un minimalismo tedioso.
Bien montada, sobre todo en el tramo de película en que va intercalando imágenes de archivo del juicio a Eichman, un recurso que sabe explotar magníficamente y que le sirve como soporte para explicar algunos de los argumentos de la historia narrada.
Sin duda, la interpretación, muy lograda y convincente, de Barbara Sukowa, contribuye a que la atención del espectador quede sutilmente atrapada en un film donde, a priori, no resulta nada fácil hacerlo. Ese es uno de los méritos de la película.


El otro, acercarnos con acierto, la figura de esta mujer, una mujer que piensa, algo que siempre ha resultado peligroso para quien realiza tal ejercicio y si va contracorriente, ni te cuento.
El tándem Von Trotta/Sukowa, sabe transmitir muy bien la dualidad de la protagonista, fría y muy profesional en su tarea como pensadora y cercana, incluso afectuosa, en su relación con las personas de su más íntimo círculo.
Su teoría de la banalidad del mal, es un intento de bucear en las causas sin conformarse con conocer el mal. No me basta con saber que algo está enfermo, quiero saber porqué lo está, algo así.
Lo que ocurre es que muchas veces, eso de pensar nos lleva a conclusiones que se salen de lo políticamente correcto y lo más fácil es guardarse las reflexiones para uno mismo, algo a lo que esta mujer no está dispuesta, si de algo va sobrada es de coraje, por más que la exposición de su pensamiento, hoy ampliamente aceptado, al menos como punto de partida o motivo de reflexión, le valga una especie de linchamiento moral.
Película más que interesante, con planteamientos claros, de esos que llegan fácilmente al espectador y con un mensaje muy, pero que muy actual, hoy estamos rodeados de malvados de ese tipo, que no envían a la gente al campo de exterminio, pero utilizan métodos menos llamativos y más sofisticados.




sábado, 13 de diciembre de 2014

NIEBLA

El desafío novelesco de Unamuno, va más allá de los meros juegos narrativos o formales y se dirige expresamente al contenido, a las ideas y verdades con las que un hombre debe encararse.
El inicio de la novela es ya una llamada de atención de que la vida real no es algo previsible o gobernable, sino puro azar, lejos de acontecimientos sublimes, se teje con mil pequeños aconteceres cotidianos, la vida es una nebulosa. Augusto sale de casa, observa la lluvia  y siente cierto disgusto por tener que desplegar el paraguas. La vida no participa de la belleza ideal, sino que el hombre se ve impelido a transitarla con sentido práctico.
El autor pone en boca de los distintos personajes, otras tantas visiones del concepto de amor, hasta vaciarlo de todo sentido ideal o metafísico y convertirlo en una mera convención social, pragmática, del matrimonio. Lo que dicen los personajes, lo dice el propio Unamuno, que gusta de la paradoja como acicate intelectual y vital.
Defiende Unamuno la verdad suprema que al hombre le interesa conocer: "La vida es la única maestra de la vida". El amor novelesco, el del súbito flechazo y desmedidas pasiones, lo califica por boca de uno de los personajes de "tonterías de poeta".
Niebla es una novela digna de relectura, siempre nos depara alguna sorpresa. Como fruto sazonado de su autor, que en ella puso lo mejor de sí mismo, de su alto pensamiento y su desasosegado apasionamiento intelectual y vital.



viernes, 12 de diciembre de 2014

UNDICI SETTEMBRE 1683

En 1683, el Imperio Otomano estaba en su máximo esplendor.
Las victorias obtenidas durante los meses precedentes en territorio húngaro, que entonces marcaba la frontera con Turquía, convencieron al sultán Mehmed IV que accedió a la propuesta del Gran Visir Kara Mustafá Pasha (Enrico Lo Verso) para avanzar sobre Viena.
Kara Mustafá estaba en una situación inestable y necesitaba una gran victoria para apuntalar su prestigio, nada mejor que la conquista de Viena que siempre había sido una aspiración estratégica del Imperio Otomano, debido al control que otorgaba sobre las rutas comerciales del Danubio.
Los turcos habían conseguido reunir un ejército de 300.000 hombres, el mayor desde los tiempos de Saladino, que se puso en marcha sobre la capital del Sacro Imperio en el verano de 1682, aunque la logística de la época aconsejó retrasar el ataque hasta la primavera siguiente, un retraso que permitió al rey Leopoldo I (Piotr Adamczyk) pedir ayuda al Papa Inocencio XI que convocó a la cristiandad para formar una Liga Santa, llamada a la que acudieron todos los reinos cristianos de Europa, unos con tropas y otros con dinero (como fue el caso de España), excepto Francia.
La habilidad estratégica del rey de Polonia, Juan III Sobieski (Jerzy Skolimowski) y la fe de un monje italiano, Marco D'Aviano (F. Murray Abraham), asesor de Leopoldo I, salvarán a occidente de la amenaza otomana.


La película narra, a su manera, el que a la postre sería el último intento de los turcos por invadir Europa Occidental. Su presencia a las puertas de Viena, supuso el momento de máxima expansión del Imperio Otomano y la consiguiente derrota, el principio de su declive.
Entre los guionistas, figura el prestigioso novelista Valerio Massimo Manfredi (autor, entre otros, de la trilogía "Alexandros" o "La última legión").
Se pone mucho hincapié en la influencia del beato italiano Marco D'Aviano, un influyente predicador, tenido por santo y autor de algunos milagros, que era llamado desde buena parte de las cortes europeas (entre ellas la de Carlos II de España), para pedirle consejo y recibir su bendición.


Renzo Martinelli intenta resucitar el cine espectáculo con historias de héroes plagadas de épica, pero el resultado es modesto, incluso por momentos da un poco de vergüenza y en los raros momentos discretos, te hace pensar en cómo podría ser un film de estas características que estuviera bien hecho, con unos diálogos que no fueran tan desalentadores y unos efectos bien manejados.


La película ha recibido algunas acusaciones de islamofobia, yo creo que no es para tanto, simplemente arrima el ascua a su sardina y, salvo el rey de Polonia, la imagen que da de los príncipes y monarcas occidentales, es la de unas cortes decadentes y, en el caso de Leopoldo I, un rey débil, pusilánime, afeminado y cobarde.
La batalla de Kahlenberg (por el monte en que se libró), que decidió la suerte de Viena, es cierto que fue breve y se resolvió por la vía rápida con la derrota de un desconcertado ejército otomano que doblaba en número a las tropas cristianas, pero aquí, aparte de ocupar solamente el final del film, se resuelve a base de primero planos y algunos efectos especiales, sin que tampoco resulte un espectáculo demasiado llamativo.