miércoles, 12 de marzo de 2014

ARARAT

Edward Saroyan (Charles Aznavour), es un renombrado director de cine de origen armenio, que quiere plasmar el genocidio de su pueblo en una película en la que trata de recoger su propia visión como superviviente y reconstruír la tragedia a través de sus propios recuerdos y de lo que le han contado quienes vivieron aquello.
Contratado por la productora, trabaja en el film, como conductor, el joven Raffi (David Alpay), que trata de entender por qué su padre (armenio también), trató de matar a un diplomático turco, pereciendo en el intento y dejando un vacío en la existencia de su hijo. Trata de encontrar respuestas viajando a Turquía para recorrer los lugares de sus antepasados. Al regresar a Canadá, es detenido en la aduana, donde David (Christopher Plummer) un policía a punto de jubilarse, le somete a interrogatorio al sospechar de las cajas de películas que trae en el equipaje. David se siente unido al joven por una serie de casualidades y escuchará la historia del genocidio armenio a través del relato de Raffi, conectando con la tragedia y con el narrador y su búsqueda de comprensión del padre ausente, en la que, en cierto modo, ve reflejada las complejas relaciones que mantiene con su propio hijo.


Atom Egoyan nos acerca, desde su peculiar punto de vista, la tragedia del genocidio armenio, un tema que le toca de cerca por sus propios orígenes.
El año que viene, se cumplirán cien de aquellos hechos y continúa siendo un asunto polémico; el genocidio no es reconocido, ni por el gobierno turco, ni por otros países que siguen debatiendo si realmente exitió el genocidio como tal. Este es el punto realmente desconcertante para los armenios, un drama que relega a todo un pueblo al olvido y a olvidar el sufrimiento por algo que los demás dicen que no ha ocurrido.


Precisamente Egoyan maneja las posibilidades que permite el arte de transmitir una idea a través de distintos lenguajes expresivos, para atrapar el sufrimiento y la impotencia de un pueblo y evitar el olvido de los que perecieron.
Egoyan trata de tomar cierta distancia, de no dejarse llevar por los sentimientos y ponerse en un plano más lejano, para ello, elige una narración en la que nos cuenta el rodaje del un film sobre dichos acontecimientos, de ese modo huye del sentimentalismo y de buscar la lágrima fácil del espectador.
El personaje central del film que se está rodando es un pintor, Arshile Gorky (Simon Abkarian) y el cuadro que pintó basándose en una fotografía de él mismo con su madre.
Gorky, nacido como Vostanik Manoog Adoyan, es convertido por Egoyan en una metáfora viviente del drama de su pueblo.
El pintor, que se cambió de nombre para parecer ruso, por parecerle que un armenio no tenía futuro en EE.UU., a donde había emigrado y al que le salió el tiro por la culata, sobre todo después de haberse inventado vínculos familiares con Máximo Gorky, no era ruso, pero tampoco era armenio, en el sentido de que había renegado de su pasado, fue un hombre solo en la vida, tratando de echar raíces en alguna parte o de tener una familia. Gorky no fue capaz de situarse como persona en este mundo nuestro y acabó suicidándose.


Interesantes el resto de historias que conforman la película, la del joven Raffi y sus problemas para entender a su padre y la decisión de este de atentar contra un diplomático turco, algo que le sirve a Egoyan para reflexionar sobre la legitimidad o no de los planteamientos radicales.
La madre de Raffi, Ani, interpretada por Arsinée Khanjian, esposa de Egoyan en la vida real, que intenta acercarse a la verdad a través del rigor histórico, para tratar de entender qué pasó y cómo aquello sigue marcando a su pueblo.


Algunos tachan de fría la película, pero Trecce cree que esa pretendida frialdad es producto del distanciamiento de Egoyan sobre los acontecimientos que narra.
Ararat huye del tono panfletario y de la demagogia, trata de alejarse del corazón y de acercarse al razonamiento, no pretende jugar con nuestras emociones, sino exponer algunos planteamientos y reflexiones de su realizador, planteando una propuesta para ser desmenuzada y analizada en profundidad.




6 comentarios:

  1. Conozco al autor que más sabe del genocidio armenio, que fue condecorado en la propia Armenía con el más alto galardón por difundir la historia de su pueblo: G. Guarch, un escritor catalán que vive en Almería con una extensa obra donde destaca "El árbol armenio".

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  2. Cuando algo no interesa le dan la vuelta a la tortilla, y aunque sea historia nos venden la falsedad.

    Saludos Trecce.

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  3. De este crimen masivo también se habla poco.

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