jueves, 9 de enero de 2014

PALMERAS EN LA NIEVE

Una historia de amor prohibido, intensa, dramática, con pizcas de erotismo y un desenlace con un toque de intriga. Una relación entre una guineana de la etnia bubi llamada Bisila y un español que trabaja en una plantación en la Isla de Fernando Poo, llamado Killian.
Tras esa fachada de romance imposible, a ratos rocambolesco, nos encontramos con el trasfondo de la presencia española en Guinea Ecuatorial, centrada principalmente en Fernando Poo (el territorio continental es citado de manera tangencial). La autora, Luz Gabás, trata de acercarnos a las vivencias de aquellos españoles que en las lejanas décadas de los 40 y 50 del pasado siglo, después de recorrer 6.000 kilómetros y soportar un viaje de tres semanas, llegaban a un lugar recóndito en pleno trópico en busca, sobre todo, de mejorar su situación económica para enfrentarse a un duro trabajo en las plantaciones de cacao, como esta de Sampaka donde se desarrolla la acción de la novela.
Lugares donde se enfrentaban a una serie de contradicciones con respecto a la vida que dejaban atrás, desde la libertad de relaciones en unos años en los que en España el adulterio era delito, hasta la perplejidad que suponía para ellos, procedentes en su mayoría de zonas rurales, con pueblos embarrados, la contemplación de una ciudad como Santa Isabel con calles asfaltadas, alcantarillado, agua corriente, teléfono y luz en casas y calles.
La adaptación a la estructurada sociedad de la isla, por un lado, la convivencia, cercana, pero sin mezclarse entre blancos y negros y, por otro, los llamados finqueros (los trabajadores de las plantaciones), que iban a divertirse los fines de semana al Anita Guau o al Riakamba y los asiduos al Casino de Punta Cristina (funcionarios, comerciantes, banqueros, terratenientes…). La vida diaria en las plantaciones donde conviven con trabajadores nigerianos y nativos de Guinea de las sectas fang y bubi, con los que se entienden en una especie de idioma franco al que llaman abreviadamente pichi, de pichinglis, deformación de pidding english.
El análisis, a través de lo que perciben ellos, de la situación difícil a la que les va conduciendo el desarrollo de los movimientos independentistas en toda esa zona de África, la entrega del poder por parte de las autoridades españolas a Macías y el baño de sangre, persecuciones, miseria y horror en que se vio sumida la excolonia por culpa de este perverso paranoico que a punto estuvo de conseguir borrar del mapa a su país.
El infierno que aquellos años supusieron para el pueblo guineano, explica el porqué están medianamente a gusto con el régimen dictatorial de Obiang, para ellos sigue siendo un golpe de libertad el que dio en el 79 y que les libró de Incansable Trabajador al servicio del pueblo, como se llamaba a sí mismo Macías. Son muy interesantes las reflexiones que hace Gabás sobre esta época y la falta de reflejos de las autoridades españolas que, quizá por culpa de lo inestable que era la joven democracia en la España de la época, no supieron reaccionar a tiempo y apoyar decididamente a Obiang, tal vez de haberlo hecho, la influencia española podría haberse dejado sentir de forma más determinante, pero se dejó pasar la ocasión y otros países, entre ellos Francia, ocuparon los lugares que la antigua metrópoli dejaba abandonados.
El libro está escrito desde el cariño que a Luz Gabás le despierta todo lo relacionado con Guinea. Su padre y su abuelo fueron finqueros en la colonia y ella creció con los relatos de quienes nunca olvidaron aquel territorio que les había marcado de manera indeleble. A pesar de que uno de sus objetivos es que estos relatos no se perdieran, ella ha tratado de dar voz a “la otra parte”, a los guineanos, para que podamos tener una visión global de lo que supuso el paso de España por aquellos territorios, tan lejanos, pero tan próximos para nosotros, en los que la huella española sigue presente y con cuyos habitantes no siempre fuimos lo que ellos esperaban a pesar de que, en la última época, Rio Muni y Fernando Poo ostentaran la categoría de provincias españolas.

Esta reseña fue publicada en su día en Hislibris








2 comentarios:

  1. Recuerdo que hace tiempo un político ecuatoguineano se quejaba de que su país era la única ex-colonia española que no tenía calle dedicada en Madrid. Lo veía como una gran ofensa. Creo que la ofensa se mantiene hoy en día.

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    1. Así somos y algunas veces, los países donde estuvimos un tiempo, son dignos herederos de esta madre patria, como su hubieran aprendido solo lo malo.

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