martes, 31 de diciembre de 2013

EMPRENDEDORES

Creo que la palabra emprendedor, presente en cada rincón de nuestras vidas en los últimos tiempos, es uno de esos términos devaluados de los que se ha hecho un uso no siempre adecuado, pretendiendo definir lo que no es.
Emprendedor debe ser otra cosa que aquello que siempre ha existido y que antes, en román paladino, llamábamos "ponerse por su cuenta", y más recientemente, "ser autónomo".
El caso es que desde todos los ámbitos, tanto públicos como privados, se nos ha llenado la cabeza de ese término: Emprendedor. Como si fuera la panacea para salir de la situación de estancamiento, cuando no de retroceso claro en la que está inmersa nuestra economía. Pero, al parecer, no es oro todo lo que reluce, para algunos, esta es la política de los pobres y otros argumentan si no es sospechoso que tantos consultores, asesores y demás, aconsejen emprender y arriesgar en determinados nichos de mercado (así los llaman), pero ellos no lo hacen, es como la vidente que te aconseja comprar un número de lotería, pero ella no lo lleva.
Se acusa a los jóvenes españoles de que la aspiración de muchos de ellos es ser funcionarios. Bueno, dicho así..., pero es que lo que desean, en realidad, es tener un trabajo y por ende, un futuro, medianamente estable en épocas de absoluta precariedad. Eso creo que es bastante lógico. Claro que si lo piensa un joven, parece que eso va contra el espíritu de rebeldía típico de la juventud y "es malo", pero si las eléctricas van a la subasta de la energía y acuerdan subir un 11% la tarifa de la luz, argumentando que el mercado teme la inestabilidad, eso "es bueno" (el argumento, digo). En qué quedamos, ¿por qué es lógico que los mercados demanden estabilidad y confianza, pero no lo es que los jóvenes (y los que no lo somos) también aspiremos a ello?
Para acabar de descolocarnos, una reciente estadística (creo que de abril de 2013), publicada por el Instituto de Estudios Económicos, revela que España está por debajo de la media europea en el porcentaje de autoempleo. En la U.E. el porcentaje es del 15,6%, mientras que España se queda en un 13,1%. Pero lo curioso de la estadística es comprobar qué paises están muy por encima de la media, por ejemplo: Grecia y Rumania, que se sitúan por encima del 34% o Bulgaria, que registra un 27,3%. Y quién está por debajo de esa media, atentos: Alemania (11%) y Francia (9%); y ya, muy por debajo, nada menos que Dinamarca (6,1%) y Suecia (5,3%).
Curioso que los países más ricos son los que menos tasa de autoempleados tienen. ¿Será que tienen empresarios que sí crean riqueza?
 
 
 

lunes, 30 de diciembre de 2013

BUGSY

Benjamin "Bugsy" Siegel (Warren Beatty) es uno de los capos de la mafa neoyorkina, junto con sus socios Charlie "Lucky" Luciano (Bill Graham) y Meyer Lansky (Ben Kingsley). Siegel es enviado a Los Ángeles para negociar un acuerdo con otro mafioso, Jack Dragna (Richard C. Sarafian) que no está interesado en la oferta de Siegel y mucho menos en que sus socios entren en el negocio y aunque, al final, ante una bravuconada de Siegel, parecen ceder, la puerta queda abierta para deshacerse del neoyorkino.
Su acompañante en Los Ángeles es un viejo amigo, el actor George Raft (Joe Mantegna), que le pasea por Hollywood y Beverly Hills, y le lleva al estudio donde está grabando una película, allí conoce a una aspirante a actriz, Virginia Hill (Annette Bening), se encapricha de ella y vivirán un romance de los de alto voltaje, con graves disputas incluídas, debido al pasado de ella que ha tenido multitud de amantes, pero siempre acaban retomando la tórrida relación. Virginia insiste en que para seguir con ella, Bugsy debe divorciarse de su actual esposa Esta (Wendy Phillips), algo que acabará sucediendo.
Durante una visita para controlar un pequeño negocio, Bugsy tiene una especie de revelación en pleno desierto, pretende construír un gran casino allí, en mitad de la nada, quiere que todo sea legal, ya que en Nevada el juego lo es y está seguro de que aquello puede reportar grandes beneficios. A partir de ese instante se convierte en su obsesión y, aunque se han reído de él, cuenta con el beneplácito de otros jefes mafiosos, si bien todo se complica, cuando el millón de dólares que les ha pedido se dispara hasta convertirse en seis.


El 22 de diciembre de 1946 se celebró un importante encuentro mafioso en el Hotel Nacional de la Habana. A esa cumbre asistieron las más altas personalidades del crimen organizado. Lucky Luciano, Frank Costello, Tommy Lucchese, Joe Profaci, Vito Genovese, Joe Bonanno, Albert Anastasia, Willie Moretti, Joe Adonis, Tony Accardo, Santo Trafficante, Carlos Marcello, Longy Zwillman o Meyer Lansky fueron algunos de ellos. Se habían reunido para tratar tres cuestiones de máxima relevancia: el nombramiento de Charles Lucky Luciano como Capo di tutti Capi, la delicada situación en la que se había colocado Benjamín Bugsy Siegel y la devolución del dinero que su amante, Virginia Hill, le había robado al Sindicato.


Tres años antes, Benjamín Bugsy Siegel había tenido una idea realmente asombrosa, construir un hotel-casino en un desértico y poco frecuentado cruce de carreteras en el estado de Nevada. Para llevar a cabo su magno proyecto, Siegel acudió a su amigo Meyer Lansky, quien intercedió por él ante Lucky Luciano, que cumplía condena en la prisión de Great Medows. En aquel encuentro se aprobó la construcción del Hotel Flamingo, con un presupuesto inicial de un millón de dólares. La apuesta del Sindicato era importante y arriesgada, pero el negocio que se abría ante sus ojos parecía seguro.
Sin embargo, en diciembre de 1946, la situación de Bugsy Siegel era muy delicada. Las obras del Flamingo aún no habían finalizado y el presupuesto del futuro templo del juego había ascendido a seis millones de dólares. Bugsy comenzó a recibir presiones. 
Meyer Lansky descubrió que la amante y consejera de Siegel, Virginia Hill, quien hacía las funciones de decoradora y vicepresidenta del hotel, había estado desviando importantes sumas del dinero destinado al Flamingo a una cuenta secreta en un banco de Suiza, a la vez que se compraba una importante propiedad en Lucerna, cerca de Zúrich. Lo que no había conseguido descubrir Lansky es si  Bugsy tenía conocimiento de la estafa, o si, por el contrario, también él era una víctima de la ambición de su amante.
No obstante, Bugsy Siegel aún tendría una última oportunidad. Aunque su cabeza pendía de un hilo, la Comisión decidió esperar a ver qué ocurría con el Flamingo. La propuesta vino por parte de Tony Accardo, el Padrino de la familia de Chicago. Cabía la posibilidad de que Siegel sólo fuera un estúpido enamorado que se había dejado engañar por su amante. Si la apertura del Hotel-Casino ideado por Bugsy era un éxito sin precedentes como todo parecía indicar, su promotor tendría la oportunidad de devolver con intereses los fondos perdidos. Merecía la pena esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Presionado por el Sindicato, Siegel decidió inaugurar su Hotel por todo lo alto el 26 de diciembre de ese mismo año, pero tampoco en esta ocasión tuvo suerte. Las circunstancias jugaron en su contra. Para ello había contratado los servicios de un numeroso elenco de estrellas que amenizaran la velada de los asistentes, entre los que se encontraban el actor George Raft, el músico Xavier Cugat y el showman George Ressel, que haría las veces de maestro de ceremonias. Sin embargo, una fuerte lluvia asoló aquella noche Las Vegas y ninguna de las estrellas se presentó al acto. Sólo veinte personas cruzaron las puertas del mayor templo del lujo de todo el estado de Nevada.
Tras este fracaso, Meyer Lansky le expuso en crudo la realidad a su amigo. Si no se aclaraba rápidamente la cuestión del dinero perdido, su situación se vería muy comprometida ante la Comisión. Consciente del peligro en que se hallaba, Bugsy le pidió a Lansky un poco más de tiempo, al menos unos meses para obtener beneficios. Como estos no llegaron, Lucky Luciano y Tony Accardo decidieron concederle el “contrato” definitivo a Benjamín Siegel. El trabajo le fue encargado a Carmine Galante, quien llegaría con el tiempo a ser jefe de la familia Bonanno.
La noche del 20 de junio de 1947, Benny Siegel se encontraba sentado en un cómodo sofá de la mansión que su amante poseía en North Linden Driven en Beverly Hills, Los Ángeles. En aquel instante estaba hojeando un ejemplar del Times mientras se tomaba un whisky. Sería lo último que hiciera en vida. Una bala disparada por un rifle de calibre 30/30 impactó en su ojo izquierdo provocándole la muerte inmediata. Poco después, cuatro balas más se alojaron en su cuerpo. Moría así quien había sido un miembro histórico de Cosa Nostra que sería recordado, sobre todo, por haber creado, de la nada, la que sería la ciudad de juego por excelencia: Las Vegas.



Esa es la historia que cuenta la película, es cierto que se toma algunas libertades, pero en general, es bastante fiel a lo que fue la realidad, con muchos detalles que están tomados de la propia biografía de Bugsy, como las numerosas amistades que hizo en Hollywood, donde pidió y llegó a conseguir lo que se conoce en el argot como una prueba de pantalla.
En general la peli resulta entretenida por el asunto que trata y por lo trepidante del relato, si bien esto mismo, en ocasiones juega en su contra, pues los diálogos de Beatty, sobre todo en sus disputas con su amante, siguen con ese ritmo acelerado que es como si te quitara el oxígeno.
Algunos buenos papeles secundarios que son todo un alivio cuando la atención recae en ellos, algo que, desgraciadamente, no ocurre con frecuencia.


Barry Levinson consigue un producto desigual, con escenas realmente logradas, incluso muy buenas, que se alternan con largos periodos en los que aquello decae bastante. Ennio Morricone, que firma la música del film, está igualmente gris y no es que pueda presumir con esto de uno de sus mejores trabajos.
Lo mejor, la magnífica ambientación, el trabajo de Annette Bening y el de alguno de los secundarios, como es el caso de Harvey Keitel (pésimamente maquillado) y Ben Kingsley.

 
 
 

sábado, 28 de diciembre de 2013

EL AGENTE SECRETO

Peculiar novela de Joseph Conrad en la que el autor anglo polaco desarrolla un original ejercicio de estilo.
El libro podría haber sido perfectamente un relato de suspense, de espionaje o una novela negra, pero Conrad lo convierte en una narración sobre lo cotidiano, sobre este grupúsculo de anarquistas de salón que se reunen en la vivienda de uno de ellos, Mr. Verloc, para hablar de las miserias del mundo y de cómo cambiarlo en aquella época en la que los anarquistas pasaban a la acción a bombazo limpio.
Mr. Verloc, uno de los personajes centrales de la historia, regenta un negocio en el que vende artículos raros, revistas prohibidas, publicaciones subidas de tono, cuya clientela entra a hurtadillas en el local que ocupa la parte baja de la vivienda y que, al tiempo, es paso obligado para acceder a ella. La policía sabe de las actividades de Verloc, pero tiene órdenes de no inmiscuirse en los negocios del sujeto que es, también, agente secreto al servicio de un país extanjero.
Su Excelencia el Barón Stott-Wartenheim, era el embajador de ese país en Londres y el hombre que había reclutado a Verloc, pero ha sido sustituído y el primer secretario de la embajada ha mandado llamar a Verloc, a una hora que al agente le parece totalmente inapropiada, las once de la mañana, cuando cualquiera le puede ver entrar en la embajada y dar al traste con su oculta ocupación. Este hombre, Mr. Vladimir, no está en absoluto contento con Verloc, considera que no se gana la asignación que recibe y le pide que haga algo para demostrar su valía, pero algo que se salga de los habituales atentados contra políticos, religiosos o edificios administrativos, a los que la opinión pública ya está penosamente acostumbrada, la demencial propuesta del primer secretario a su agente secreto es volar el Observatoria de Greenwich.
La ridícula voladura se producirá, pero lo que vuela no es el meridiano, sino una persona que queda totalmente hecha pedacitos cerca del Observatorio y que era quien transportaba la bomba.
La novela es una especie de puzzle, a medida que avanza el relato, el lector va encajando las piezas que Conrad ha desordenado hábilmente y cuya lectura no producirá ni una sola sonrisa, pero la forma de presentar los hechos penetra en el lector a través de un recurso muy efectivo: la ironía, de la que está impregnado todo el relato que es, más que otra cosa, una novela de costumbres, eso sí de extrañas costumbres.
 
 
 

viernes, 27 de diciembre de 2013

EL MANTO NEGRO

La acción se desarrolla en 1630, en la colonia francesa de Nueva Francia (hoy territorio de Quebec), donde los jesuítas han sido autorizados por el gobernador para remontar el curso del San Lorenzo y enviar a alguno de sus miembros a reforzar la misión establecida en territorio de los Hurones.
El elegido para tal empresa es el padre Laforgue (Lothaire Bluteau), al que acompañará Daniel (Aden Young) un joven francés que domina el lenguaje de los Algonquinos, los nativos que guiarán al padre en su viaje. Al frente de ellos está Chomina (August Schellenberg), el líder del grupo, cuya bella hija Annuka (Sandrine Holt), se enamora de Daniel.
El viaje se irá complicando, primero por la desconfianza de los propios Algonquinos, que creen que el sacerdote está poseído por el demonio, no entienden algunas de sus actitudes y acaban abandonándolo y más adelante, cuando Chomina regresa en su busca, porque son apresados por los Iroqueses que les torturan cruelmente hasta que logran escapar gracias a la valentía y la inteligencia de Annuka que sacrifica su dignidad para liberar a los supervivientes.


Poco conocida película del realizador australiano Bruce Beresford, basada en una novela de Brian Moore, que también redacta el guión del film y que se titula igual que la película (Black Robe, en su versión original).
A pesar de que el realizador había estado nominado al Oscar como mejor director, el film no encontraba financiación y costó nada menos que cuatro años hallarla, en buena parte gracias al éxito de "Paseando a miss Daisy", del mismo director.
El film plantea el choque de dos culturas, la europea y la indígena, independientemente de que en este caso sean franceses y nativos del actual Canadá, podría valer para otros lugares del planeta. Unos no entienden a los otros y viceversa. Los franceses desde su arrogancia de occidentales tratando de salvajes a los nativos y aquellos sin poder comprender por qué el afán de estos otros en querer bautizarles, cuando ellos tienen su propia religión, o en enseñarles cosas de las que no obtienen utilidad alguna en la dura vida del noreste americano. La película no idealiza ninguna de ambas culturas, relata cómo pudo ser aquel desencuentro y lo hace con un realismo casi naturalista, el viaje se convierte en una lección de etnografía, vemos la vida dura y sencilla de los nativos, con detalles que normalmente no se muestran en las películas, a veces ni siquiera en los documentales. Todo ello apoyado en una fotografía exquisita que retrata de maravilla los bellísimos paisajes canadienses.


Hay algunas escenas, cuando son apresados por los Iroqueses, que muestran con extremo realismo, las crueldades a que son sometidos los prisioneros, algo que provocó en su momento las acusaciones de racismo por parte de asociaciones de nativos americanos. Sin embargo, Brian Moore había realizado una amplia investigación sobre el tema y, en realidad había rebajado el tono de la violencia documentada, tanto en el libro como en el guión. Es verdad que la peli no cuenta que los Iroqueses llevaron estas actitudes al extremo desde que los Algonquinos ayudaron a los franceses en sus viajes hacia el norte, en busca de territorios de caza que habían sido tradicionalmente Iroqueses. De lo que sí deja constancia la película es de que estas actitudes eran consideradas como medios indispensables de supervivencia por los nativos, pues pensaban que cualquier gesto de benevolencia con el enemigo podía ser interpretado por este como un signo de debilidad. De hecho, en el epílogo del film, se nos dice que los jesuítas lograron atraer al cristianismo a los Hurones, que siguiendo la doctrina de la Iglesia, dejaron de atacar a sus enemigos, quince años después, el pueblo Hurón había sido masacrado por los Iroqueses, la misión fue cerrada y los jesuítas se volvieron a Quebec.
La película es toda una invitación a la reflexión, tiene muchos momentos realmente logrados y en su conjunto, me ha parecido brillante.




jueves, 26 de diciembre de 2013

CUENTOS DE INQUIETUD

Recopilación de cinco magníficos cuentos donde  Conrad pone de manifiesto los miedos y fantasmas de hombres cuyas conciencias han sido vapuleadas con su actuar movido por las propias pasiones. Personajes atormentados con deseos de venganza, desesperados, cuya única salida será, en algunos casos, la muerte suicida por no saber encauzar el infortunio y, siempre, la huída.
El autor, con un riquísimo lenguaje, muy cuidado y preciso, da paso a descripciones poéticas. Muy bien definidos psicológicamente estos personajes se presentan como poseedores de corazones codiciosos, inmisericordes ante el mal ajeno, traidores de sus propias convicciones ante un beneficio material próximo llegando a renegar de Dios y de todo lo espiritual. Acobardados por el miedo desbordan la imaginación hacia lo nefasto, la desesperación y la muerte. Personajes deseosos de descargar la conciencia del mal cometido.
Como anécdota, señalar que uno de los relatos, Los idiotas, fue escrito en circunstancias extrañas, al parecer, durante los momentos de ocio de su luna de miel, detalle ominoso si tenemos en cuenta el volumen del relato.



miércoles, 25 de diciembre de 2013

JFK

John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, cae abatido por los disparos de un francotirador cuando recorría en una limusina descubierta las calles de Dallas, era el 22 de noviembre de 1963.
Eso es al menos lo que proclama la versión oficial, aquella a la que llegó la llamada Comisión Warren que dictaminó que Lee Harvey Oswald (Gary Oldman) fue el autor del asesinato y lo hizo en solitario.
Ya desde el principio, mucha gente, desde simples ciudadanos, hasta personas con más o menos relevancia pública, tenían sus dudas sobre la autoría del magnicidio y siempre sobrevoló sobre el asunto la llamada teoría de la conspiración que sostenía que detrás de todo aquel turbio asunto había algún tipo de complot.
Entre estas personas estaba el fiscal de distrito en Nueva Orleans, Jim Garrison (Kevin Costner), que entre 1966 y 1968, estuvo investigando el caso, llegando a la conclusión de que el dictamen de la Comisión Warren dejaban muchas lagunas y que señalar a Oswald como autor en solitario del asesinato no se fundamentaba en pruebas sólidas.


Con una buena fotografía y una banda sonora realmente meritoria, la película se fundamenta en un guión sólido y un montaje excepcional, la crítica es unánime en este aspecto, pocas veces un Oscar al mejor montaje estuvo tan justificado como en esta ocasión.
En el reparto, muchos nombres conocidos (Joe Pesci, Kevin Bacon, Donald Sutherland, Jack Lemmon, Sissy Spacek, Walter Matthau, Lolita Davidovich...), alguno de los cuales apenas tiene una presencia testimonial y destacadas actuaciones de Kevin Costner y Tommy Lee Jones.


Un guión que se atreve a poner en duda, cuando no a criticar abiertamente, incluso a acusar, a instituciones casi sacrosantas en Norteamerica, desde la C.I.A. y el F.B.I. hasta al propio presidente Lyndon B. Johnson. Con todo, para mí lo más importante es lo que tiene de imperecedero, pues si alguna conclusión se saca al final es que el poder, sobre todo el económico, pasa por encima de los ciudadanos, sacrificándolo todo a sus propios intereses. Y ese poder es el que maneja los hilos de las instituciones que se amparan en la razón de estado para escamotear información a las personas, a los contribuyentes como dirían en Norteamérica, dando por hecho que las personas normales no somos capaces de digerir cierta información y que hay que protegernos de nosotros mismos. Un mensaje universal, pues por desgracia para nosotros, esas cosas ocurren aquí (pruebas diarias y bien recientes tenemos de sobra) y en cualquier país independientemente del color político al que se adscriba su gobierno. Después se extrañan de nuestra desconfianza en las instituciones, como si no estuviera más que fundamentada


Una película larga, pero entretenida (quizá decae un poco cuando trata asuntos de la vida personal del protagonista) por lo trepidante de la acción a lo que contribuye no poco ese soberbio montaje al que hemos hecho mención.
Oliver Stone mezcla a la perfección realidad y ficción, hasta el punto de que el espectador que no esté muy versado en el caso, apenas distingue cuando relata la historia y cuando el realizador está especulando.
Como anécdota, decir que Jim Garrison tiene un pequeño papel en el film, curiosamente representa a Earl Warren.

 
 
 

martes, 24 de diciembre de 2013

DON JUAN TENORIO

La obra está dividida en dos partes. La primera de ellas, se desarrolla en Sevilla en una sola noche, en el año 1545, la época del Emperador Carlos V. Don Juan le dice a Don Luis que le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja, a la que seduce, y además conquistará a una novicia. Al oír el desafío, el Comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, quien debía casarse con Don Juan, niega su consentimiento y deshace el matrimonio convenido. Más tarde, el protagonista rapta a la joven del convento y ambos se enamoran locamente. Don Luis y Don Gonzalo se enfrentan a él en un duelo y mueren, por lo que Tenorio huye a Italia.
En la segunda parte, cinco años más tarde, Don Juan vuelve a Sevilla y visita el cementerio donde está enterrada Doña Inés, quien murió de amor. Doña Inés también ha hecho una apuesta, pero con Dios, antes de la muerte de Tenorio: si ella logra el arrepentimiento del joven, los dos se salvarán, pero si no lo consigue se condenarán eternamente.
Seguramente es la obra más representativa del teatro romántico español. Se estrenó por primera vez en 1844. Su autor , José Zorrilla, se dio a conocer al leer unos versos en el funeral de Larra, que causaron sensación y la gloria le llegó con este drama escrito en versos de arte menor, cuya representación teatral se había convertido en una costumbre en el mundo hispano, antes de que Halloween nos invadiera. Contiene las características de toda obra romántica: Lugares sombríos, amor imposible, final trágico, predominio del sentimiento sobre la razón... En algunos teatros se sigue representando, sobre todo en  fechas cercanas al día de difuntos, pero a quien no tenga la oportunidad de verla, le recomiendo que se acerque a los versos del inmortal vallisoletano y dedique un rato a su lectura, por otra parte amena, por más que conozcamos la historia y más jugosa de lo que quizá pudiéramos preveer.
Por cierto, en aquel lejano año de 1844, en el teatro de la Cruz de Madrid, cuando se estrenó la obra de Zorrilla, quien encarnó al personaje de Don Juan, fue el laureado actor toresano Carlos Latorre, un privilegio que nadie le podrá arrebatar.
 
 

lunes, 23 de diciembre de 2013

CREADORES DE SOMBRAS

El general Leslie Richard Groves (Paul Newman) es el supervisor de la construcción del Pentágono. Una vez acabada la edificación, pretende que se le de un mando de tropas en la Guerra del Pacífico, pero sus superiores consideran que puede ser más provechosa su presencia en la retaguardia y le nombran máximo responsable de una nueva operación del máximo secreto: La operación Manhattan.
El ejército americano teme que los alemanes estén a punto de conseguir la bomba nuclear y están seguros de que quienes la posean ganarán la guerra, así que se ponen manos a la obra para llegar a tener el mortífero proyectil antes que sus enemigos. El general está convencido de que la persona idónea para llevar a cabo ese trabajo es el prestigioso físico Robert Oppenheimer (Dwight Schultz) que conseguirá reunir en torno a él a lo más granado de la investigación física, química e informática, entre otros, Enrico Fermi (Franco Cutietta), Richard Feynman, Robert R. Wilson o Victor Weisskopf. Algunos de ellos eran personas progresistas, incluso de izquierdas, pero también eran exiliados del nazismo o del fascismo y la seguridad de que los alemanes podían llevar a buen fin el desarrollo de la bomba nuclear, hizo que colaborasen decididamente en el proyecto.


El lugar de trabajo de estas personas fue una base de nueva construcción en Los Álamos (Nuevo México), lo que más adelante sería el Laboratorio Nacional Los Álamos. Está claro que mantener la disciplina entre este grupo de mentes brillantes iba a resultar complicado, las condiciones de secretismo y aislamiento requeridas por la delicada misión que tenían encomendada, chocaban con el modo de ser libre y un tanto anárquico de algunos de ellos. Oppenheimer en la parte científica y Groves en la militar, serían los encargados de mantener a las ovejas en el redil.


Correctas las interpretaciones de los más destacados personajes del film, con un Paul Newman a quien no vamos a descubir ahora, un más que digno Dwight Schultz (a quien muchos recordarán como el Murdock del Equipo A), bien acompañados de un elenco de secundarios con John Cusack, Bonnie Bedelia y Laura Dern (cómo se parece esta chica a Ana Duato), como nombres más destacados.


Sin embargo el guión, a mi parecer, naufraga a partir del momento de la llegada de los hombres a Los Álamos. Mira que la historia tiene potencial (nunca mejor dicho), con una historia poco conocida del gran público cuando se entra en los detalles de lo que el proyecto Manhattan supuso.


El film va dejando noticia de aquellos sucesos, las dificultades que tuvo Groves para mantener al frente a Oppenheimer, tachado de comunista por los servicios de seguridad (hay una frase genial, cuando se despide de su hermano y uno de los agentes que le vigilan dice: Ha besado a su hermano, y el otro contesta: Tiene que ser comunista); los problemas de conciencia que manifiestan algunos miembros del equipo ante la rendición de Hitler y las declaraciones de algunos militares norteamericanos (entre ellos MacArthur), en el sentido de que Japón estaba derrotado y su rendición incondicional era cuestión de poco tiempo; las graves consecuencias que tiene para el pesonaje interpretado por Cusack su exposición a la radiactividad... Pero todo ello resulta un tanto inconexo, le falta chispa, continuidad, no consigue emocionar al espectador y el suspense que podría haber sido explotado sobre si van a ser capaces de cumplir el plazo que se les ha dado, queda en nada.


Roland Joffé venía de dirigir, nada menos, que Los gritos del silencio y La misión; el cuadro de actores está bastante bien y tener al frente del cartel a Newman, es apostar sobre seguro; la idea y la historia que cuenta es más que atractiva, sin embargo, como queda dicho, el film no logra transmitir, las historias paralelas que se narran (el amor de Cusack y Dern, por ejemplo), están mal conectadas con el relato principal, todo resulta algo frío y desangelado y, al final, eso va haciendo que nuestras expectativas queden defraudadas, al menos las mías, creo que pudo haber dado de sí bastante más.





sábado, 21 de diciembre de 2013

EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA

El tema central de la obra, se alimenta de la creencia en la procesión de las ánimas, tan típica de los relatos del norte de España y que ya pasó a nuestra literatura escrita, como en la inevitable referencia a Tirso de Molina: El burlador de Sevilla.
La obra comienza con una somera descripción de la ciudad de Salamanca:

Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo río,
nombrado de los poetas,
                                              la famosa Salamanca,
                                              insigne en armas y letras,
                                              patria de ilustres varones,
                                              noble archivo de las ciencias.

El protagonista, un trasunto del Don Juan, es don Félix de Montemar, el símbolo de lo socialmente reprobable. Al contrario que en la obra de Tirso, aquí la contemplación de la propia muerte, no se presenta como una reconducción del personaje, sino como un triunfo del anhelo de libertad y del individualismo. Lo esencial de don Félix no es su caracter de seductor, sino su rebeldía, su necesidad de desafíar los límites de lo que somos como humanos.
La estructura de la obra, escrita en versos polimétricos, rompe la línea narrativa clásica y la segunda parte, se antepone a la primera, anticipando algunas de las técnicas que serán desarrolladas en el siglo XX.
 
 
 

viernes, 20 de diciembre de 2013

TIEMPOS DE GLORIA

Cuando los norteamericanos llevaban dos años de Guerra Civil, el Presidente Lincoln comisiona al gobernador de Boston para que reclute y adiestre una unidad formada exlusivamente por soldados negros.
El ejército del norte tenía muchas reservas contra la recluta de soldados de color, no se imaginaban a un grupo de ex-esclavos vistiendo el uniforme azul y menos aún con armas de fuego en su poder, además se pensaba que combatían peor que los blancos y no fue hasta avanzada la contienda cuando se decidieron a dar el paso.
Al comienzo, el 54th Massachusetts Volunteer Infantry Regiment, fue el único regimiento negro, eso sí, con oficiales blancos al mando y la prohibición expresa de promover a ningún hombre de color a tales puestos. Al final de la contienda, cerca de 200.000 afroamericanos habían pasado por las filas del ejército o la marina de la Unión, y 37.000 de ellos murieron peleando. Éstos sufrieron los prejuicios raciales de sus comandantes y tuvieron que probar su valía en el campo de batalla. El valor de los soldados negros ayudó a cambiar la actitud de muchos oficiales de la Unión.


El guión del film está basado en hechos reales, muchas de las cosas que se cuentan ocurrieron más o menos así, sin embargo, hay que advertir que excepto el personaje del coronel Robert Gould Shaw, que interpreta Matthew Broderick, el resto de los protagonistas de la película son inventados y que, en muchos de los casos, sirven al guionista para representar arquetipos de los distintos tipos de personas que pueden encontrarse en cualquier regimiento de cualquier ejército.


Además de unas más que correctas actuaciones, en general, el film cuenta con una brillante fotografía y una ambientación bastante lograda, en la que destacan el vestuario y el cuidado de los detalles. La banda sonora incluye algunos temas con base en espirituales negros.
La película fue premiada con tres Oscar, uno de ellos al mejor secundario para Denzel Washington que sirvió para catapultar su carrera de manera definitiva.


En mis consultas sobre el film, he visto, además de quienes aplauden su actuación, algunas críticas dirigidas a la interpretación de Matthew Broderick, como si fuera poco convincente, afectada y hasta sosa. Me pongo de parte de quienes han sabido reconocer que Broderick sabe lo que hace, y lo que trata, y a mi modo de ver consigue, es llevar a la pantalla a un tipo al que le venía grande el mando de esta unidad, no porque fuera un inepto, sino por su juventud e inexperiencia y porque no tuvo que resultar nada fácil lidiar con aquella gente que se sentía menospreciada dentro del propio ejército en el que servía.


Esto lo refleja bastante bien la película, contando episodios que están documentados, como cuando el regimiento se negó a recibir una paga menor que la de los soldados blancos; o cuando percibían que jamás iban a entrar en combate y se les iba a utilizar para trabajos de fuerza física, o también las primeras acciones que se les encargaron para que saquearan e incendiaran poblaciones sudistas.
Broderick interpreta a un coronel que se encuentra con este pastel y, repito, lo hace bien, no es que el papel le quede grande a él, es que aquel oficial se tuvo que quedar más de una vez con cara de "pasmao" con las cosas que les ocurrieron.


Precisamente esas primeras misiones que se les encomendaron, claramente tendenciosas, fueron las que llevaron al coronel a pedir el puesto de vanguardia en el asalto al Fuerte Wagner, la gesta que le dio prestigio al regimiento y que sirvió para lavar su honor. En ese asalto, que representa el momento culminante del film, entre muertos y heridos, la mitad del regimiento quedó fuera de combate y su coronel encontró la muerte.
Por cierto, en la película se ve cómo es enterrado en una fosa común junto a sus soldados, algo que debió ser así, pues las tropas del sur solían enterrar a los oficiales contrarios con honores o, cuando menos, separados de los soldados, pero tal era el odio que tenían a los soldados negros que, como muestra de desprecio, los oficiales que les mandaban eran enterrados junto a sus subordinados.


Una anécdota para acabar, las escenas que supuestamente se desarrollan en el domicilio familiar del coronel Robert Gould Shaw, están rodadas la casa de Jim Williams, en Savannah, la misma que sirvió de plató a la película de Clint Eastwood Medianoche en el jardín del bien y del mal.




jueves, 19 de diciembre de 2013

POESÍA COMPLETA. JORGE MANRIQUE

Miembro de la alta nobleza castellana, Jorge Manrique es uno de esos personajes que encarna a la perfección el ideal de caballero. Soldado y poeta, la espada y la pluma se conjugan en este alma dotada para la fiereza del combate y la delicadeza del verso.
No se sabe dónde nació, principalmente dos lugares bien alejados uno del otro, se disputan el honor de ser su cuna: Paredes de Nava (Palencia), donde nació, por cierto, Alonso Berruguete, y Segura de la Sierra (Jaen), cabeza de la encomienda que administraba su padre.
Jorge Manrique murió en combate, en el cerco al castillo de Garcimuñoz y está enterrado en el monasterio de Uclés.
Su obra no es muy extensa y entre sus versos encontramos, sobre todo, poesía amorosa, que sigue la tradición trovadoresca en la que el amor a una dama proporciona al enamorado satisfacción y, a la vez, desengaño y poemas satíricos en los que Manrique explota principalmente el humor que desprende lo cotidiano.
Sin embargo Jorge Manrique es conocido por encima de otras cosas, por haber compuesto una de las obras cumbres de la poesía castellana de todos los tiempos, la Coplas a la muerte de su padre, una elegía en versos de pie quebrado, a la memoria de su padre, don Rodrigo Manrique de Lara, en la que el autor reflexiona sobre la brevedad de la existencia terrena y la banalidad de lo mundano.
Manrique emplea un lenguaje sencillo, sin metáforas complicadas y las referencias suelen ser bíblicas o tomadas de personajes o hechos históricos muy conocidos, por lo que su lectura resulta amena y muy agradable.
Pocas veces como en este poema, se ha conseguido la belleza y limpieza de estilo que estos versos tienen para referirse a un tema tan trascendente y triste como es la muerte de un ser querido. En la memoria de todos resuenan fragmentos de sus logradas estrofas, las que comienzan con aquello de :

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.

y con pasajes tan conocidos e imitados como este otro:

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

Lecturamente altamente recomendable, amena y delicada.




miércoles, 18 de diciembre de 2013

ENRIQUE V

El británico Kenneth Branagh adapta a la pantalla la obra homónima de William Shakespeare, centrándola en la expedición que el rey Henry V (Kenneth Branagh) dirigió contra Francia a fin de reclamar sus derechos territoriales en el vecino país.
Los antecedentes, los preparativos, el viaje, son narrados de manera somera, para adentrarnos en el asunto central de la película, la batalla de Agincourt, en la que los ingleses, con tropas claramente inferiores en número y agotadas por los avances y luchas de las anteriores jornadas, se enfrentaron a unas tropas francesas que les superaban en número y medios y que, por errores de bulto en la estrategia seguida, sufrieron un humillante derrota.
El rey Henry tenía dudas sobre la conveniencia o no declarar la guerra a Francia, pero sus consejeros le alentaban a ello. El arzobispo de Canterbury (Charles Kay), hace un pormenorizado informe sobre los derechos del monarca inglés a la corona francesa, proporcionándole la excusa legal y moral que su conciencia necesitaba para acometer la empresa. Desde ese momento, sólo Francia ocupará sus pensamientos.



Branagh, reconocido especialista en representar en el teatro las obras shakespirianas, acomete el desafío de trasladar a la pantalla grande este drama. El guionista y realizador británico adapta una obra de teatro, esto debe quedar claro, pues la película resulta eso, es como si estuviéramos viendo la representación en un escenario ampliado. Incluso las escenas de la batalla, bastante conseguidas, se resuelven a través de planos cercanos.


De cuando en cuando, se introducen algunos flashback que nos narran episodios de la disoluta juventud del rey y que se corresponden con otro drama de Shakespeare, Enrique IV, quienes recuerden la película de Orson Welles Falstaff (el título en España fue Campanadas a medianoche), enseguida sabrán a qué vienen estos incisos, quienes no, quizá consideren poco afortunada su inclusión.
La película cuenta con un elenco en el que está lo más granado de la escena británica del momento, el propio Branagh, Emma Thompson, Paul Scofield, Derek Jacobi, Patrick Doyle o un jovencito Christian Bale, entre otros.
La película se llevó uno de los Oscar menores, el de mejor vestuario y hay que decir, como anécdota, que el vestuario del film lo realizó la misma casa que casi 50 años antes lo había hecho para el film basado en el mismo texto dirigido por Laurence Olivier, la firma londinense Angels & Bermans, especialistas en vestuario artístico y que continúan encargándose del vestuario en numerosas películas actuales.



El film no es para todos los gustos, hay mucha gente (más de la que lo reconoce), a quien le resulta aburrido tragarse una obra de teatro, una obra de Shakespeare, a ellos, mi sincera recomendación es que no se molesten en ver la peli, les puede aburrir.
Quien sepa apreciarla, quienes disfruten con los textos del autor británico, gozarán de espléndidos diálogos y, sobre todo, de uno de los más espectaculares discursos, la arenga de Henry a sus menguadas tropas antes de comenzar la desigual batalla, cuando Westmoreland (Paul Gregory), se lamenta de tener pocas tropas en relación a los franceses y el rey comienza a su alegato diciendo: No, mi buen primo. Si hemos de morir, ya somos bastantes para causar una pérdida a nuestro país; y si hemos de vivir, cuantos menos hombres seamos, ¡mayor será nuestra porción de honor!




martes, 17 de diciembre de 2013

WERTHER

La novela está compuesta por las cartas que le envía el joven Werther a su amigo Wilhelm en las que le cuenta cómo se va enamorando de una señorita llamada Charlotte.
Pero Charlotte está comprometida con un tal Albert, un buen hombre. Eso desespera a nuestro protagonista al punto que decide suicidarse, y lo hace. Tal es la trama de la novela. Parece simple, lo es. Pero hay algo más, algo profundo, hipnótico, macabro e incitador en esa historia.
Fue uno de los primeros fenómenos literarios de la historia. Aparte de convertir a Werther en una auténtica celebridad, provocó algo parecido a una enfermedad mortal entre los jóvenes. Tras leer “Los sufrimientos del joven Werther” (el otro título por el que también es conocida la novela), en el siglo XIX la gente se deprimía, sobre todo los adolescentes comenzaban a sentir hastío, aburrimiento, depresión; a pensar en la inutilidad que representa estar vivos, a considerar el suicidio y a consumarlo. Se calcula que dos mil jóvenes se quitaron la vida como consecuencia más o menos directa de la lectura de la novela.
Goethe lamentaba en su vejez seguir siendo famoso por ese libro de su juventud, y que la gente no valorase tanto otras obras fundamentales de su madurez como la primera parte del Fausto.
El hecho es que el fantasma del joven Werther le persiguió siempre como si se tratara de un hermano al que asesinó en la adolescencia.





lunes, 16 de diciembre de 2013

ARDE MISSISSIPPI

James Earl Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, tres activistas pro-derechos civiles (dos blancos y uno de color), celebraron un acto propagandístico en la Iglesia Metodista Mount Zion en Longdale, en el que instaron a los miembros de la congregación, todos ellos negros, a que se registraran para votar. Fueron detenidos por las autoridades locales, alegando exceso de velocidad y retenidos en la cárcel para ser posteriormente puestos en libertad, ese fue el tiempo que necesitaba el grupo White Knights (una rama de Ku Klux Klan), para poner en marcha la conspiración que acabó con la vida de los tres activistas. El 21 de junio de 1964, desaparecieron y las autoridades federales, comienzan a investigar para hallar su paradero. Los agentes del F.B.I. Alan Ward (Willem Dafoe) y Rupert Anderson (Gene Hackman), encargados del caso, llegan al Condado de Neshoba (Mississippi), para comenzar las investigaciones. Puestos en contacto con la oficina del sheriff, comienzan a sospechar que las autoridades locales tienen algo que ver con el asunto, bien por omisión o, incluso, porque alguno de los agentes haya participado en la presumible muerte de los tres jóvenes.


La señora Pell (Frances McDormand), casada con un agente de la policía local, contraria al trato que está sufriendo la población negra, será la principal fuente de información con la que contarán los agentes, ella les pondrá sobre la pista del lugar donde están enterrados los cadáveres. Su colaboración dará con sus huesos en el hospital después de sufrir una brutal paliza de su marido, hecho que cambiará el método de trabajo de los investigadores que se vuelve más agresivo.


Todavía tenemos reciente el entierro de Nelson Mandela, su legado ha sido reconocido universalmente y su desaparición ha supuesto la revisión de lo que fue la política de aparheid del régimen sudafricano que a todos nos parece reprobable, injusta, retrógrada e incomprensible. Pero no mucho antes de que en Sudáfrica acabara este régimen nefasto, en algunos lugares del sur de los Estados Unidos, la población negra vivía en condiciones muy parecidas a la época de la Confederación, privada de sus derechos civiles y amenazada con represalias por el capricho de la raza dominante.


La película está basada en hechos reales, en 1964, la investigación llevada a cabo por la Oficina federal de investigación, desató una ola de incendios de iglesias, amenazas y ataques contra la población negra. Los integristas blancos, estaban en contra de cualquier avance de los afroamericanos en sus derechos civiles, sobre todo de las leyes escolares de integración que supusieron altercados graves en la propia universidad de Mississippi.


El F.B.I. se refirió al caso de los tres activistas como Mississippi Burning (Mississippi en llamas). El hallazgo de los cuerpos provocó la consternación del Presidente Lyndon B. Johnson, el cual ordenó a John Edgar Hoover, investigar el caso a pesar de la antipatía que sentía Hoover por los grupos proderechos civiles, algo que se pone de manifiesto en el film. Durante los rastreos, en los que participaron 150 agentes federales y hasta reservistas de la marina, fueron encontrados otros siete cadáveres de afroamericanos, los cuales llevaban desaparecidos desde hacia años sin que nadie los hubiera reclamado.
El asesinato de los tres activistas conmocionó al país a nivel nacional y fue el detonante para que se promulgaran la Ley por los Derechos Civiles de 1964 y los Derechos al Voto de 1965.


Con una magnífica fotografía de Peter Biziou, que le valió el Oscar, el único que ganó de las siete nominaciones que tenía, el film se acompaña de una banda sonora escueta compuesta básicamente de espirituales negros, eso sí, magníficamente interpretados y muy bien integrados en el film.


Alan Parker traslada con mano maestra a la pantalla un guión que desarrolla una dura historia, como sólo la vida misma es capaz de ofrecernos. La tensión, el miedo, el odio... todo ello queda patente en un film que intenta ofrecernos una mirada fría sobre los hechos, algo que por momentos resulta difícil, pues casi es imposible no tomar partido ante situaciones como la que se nos plantea. Queda muy bien plasmado el miedo de los negros a presentar denuncias ante las autoridades, sabedores como son de la implicación de todos los poderes que miran para otro lado ante las situaciones de injusticia racial y, al tiempo, los reparos de muchos blancos contra los afroamericanos, convencidos de que la política segregacionista es la mejor solución.


Magníficas actuaciones de todos los integrantes del reparto, con los dos personajes principales protagonizando un duelo interpretativo en las alturas, muy bien secundados por la entrañable Frances McDormand, que vive una historia de amor paralela al guión principal en la que le da réplica el personaje de Gene Hackman, un amor platónico lleno de sugerencias e insinuaciones que me ha parecido un contrapunto muy hermoso al tema principal.