miércoles, 31 de julio de 2013

LA CONJURA DE LOS BOYARDOS

Tras regresar a Moscú desde su exilio en Aleksándrov, el zar Iván (Nikolai Cherkasov) se enfrenta de nuevo a los boyardos que desean deponerle debido a la pérdida de muchos de sus privilegios e influencia. Estos se han aliado con la tía del zar, Efrosinia Staritskaya (Serafima Birman), cuya ambición es ver en el trono moscovita a su hijo Vladimir (Pavel Kadochnikov), un hombre apocado y débil mental que únicamente desea que le dejen vivir tranquilamente y no está de acuerdo con las ansias de poder de su madre.
Iván está cada día más paranoico, convencido de que la conjura contra su persona es, en realidad, un ataque a la unidad de Rusia. Para debilitar del todo el poder de los boyardos, decreta la Opríchnina, mediante la cual se reserva algunos territorios que se deberán a la absoluta autoridad del zar, en ellos tiene derecho incluso a disponer de la vida y muerte de sus habitantes. Además de los boyardos, ésto le traerá la enemistad de la iglesia, que tenía derecho a recaudar tributos y se ve privada del mismo.
Comienza un periodo en el que la mano de hierro del zar golpeará con dureza llevándose por delante a todos los que considera sus enemigos y, por ende, enemigos de Rusia.

 
Segunda entrega de Iván el Terrible que debido a los problemas con las autoridades soviéticas, no verá la luz hasta 1958, con su director y guionista Sergei M. Eisenstein muerto y enterrado. Eisenstein pretendía completar la saga con una tercera película que jamás llegó a rodarse íntegramente y lo poco que de ella pudo llevar a cabo, se ha perdido irremisiblemente.

 
Esta segunda parte se centra en el episodio que llevó a la tía del zar, Efrosinia, a intentar hacerse con el poder para su hijo Vladimir, aliada con la poderosa nobleza terrateniente que veía peligrar sus priviliegios.
Con un Iván al que se nos presenta presa de terribles obsesiones, acentuadas tras la muerte de su esposa, que le han convertido en un ser egocéntrico, despótico, cruel y paranoico.
Las actuaciones todavía conservan muchos de los tics del cine mudo, con un estilo declamatorio y una gestualidad exagerada de la que, sin embargo, el realizador sabe sacar partido convirtiendo estos excesos en una de las virtudes del film. Excesos que se extienden a los decorados y puesta en escena en general del film, tremendamente recargados, contribuyendo a remarcar la imagen opresiva que se nos desea transmitir.

 
En el apartado técnico, la película es una verdadera delicia, con una fotografía magistralmente planificada por el colaborador habitual de Eisenstein, Eduard Tisse y una maravillosa banda sonora del maestro Serguei Prokofiev, que tiene aún más relevancia en este film en el que muchos ven una estructura similar a la de la ópera, con algunos momentos que nos recuerdan a este tipo de espectáculos musicales.

 
Quien quiera ver en la película una crítica a Stalin y a su régimen de purgas y mano férrea, no tiene que esforzarse mucho: Iván es Stalin. Esto debió verlo bien claro el dictador y como quiera que la figura de Iván no es ensalzada, como ocurría en el primer film, sino retratada como la de una persona obsesiva que cree firmemente en su destino mesiánico, la película fue prohibida en la URSS.
Hay una escena en la que se ve cláramente el paralelismo, cuando Iván está hablando de que se ha quedado sin amigos, los que tenía le han traicionado (¿Trotsky, Zinoviev y Kamenev?) y que él no teme a sus enemigos por serlo, sino porque lo son de la unidad de Rusia y que ante eso, está dispuesto a actuar a sangre y fuego (¿las purgas?)
Como curiosidad, señalar que una parte del film, la que corresponde al final, desde la fiesta que va a suponer el fin de Vladimir y de sus posibilidades de acceder al trono, está rodada en color. Los rusos se hicieron con unos rollos de película procedentes de la productora alemana UFA, de los que se incautaron como botín de guerra y Eisensntein los aprovechó para llevar a cabo esta mezcolanza de blanco y negro y color que convierten a esta película en un film más extraño aún de lo que ya era por sí.

 
 
 

martes, 30 de julio de 2013

CUATRO ENTREVISTAS

Sólo fueron cuatro las ocasiones en que la vi, pero guardo un vívido recuerdo de las mismas: ella causó en mí una profunda impresión.
 
Así comienza este relato breve de Henry James en el que el narrador nos cuenta sus cuatro encuentros fugaces con Caroline Spencer, una ingenua maestra de escuela de Nueva Inglaterra cuyo gran anhelo en la vida es viajar a Europa, para lo cual ahorra todo cuanto puede de su exiguo salario.
El viaje se producirá, pero será más una ilusión que una realidad, su llegada a L’Havre, donde está completamente encantada con todo cuanto ven sus ojos, supondrá también el final de su viaje, es como si hubiera tocado el cielo con los dedos y una fuerza extraña le impidiera seguir avanzando.
Sólo conseguira asomarse a ese soñado lugar, cuando sus pies se posan en el viejo continente, una mala jugada del destino, le obligará a regresar a Estados Unidos. Sus desgracias, derivadas de su ingenuidad y buen caracter, no han hecho sino comenzar, pero ella lo lleva con resignación y de manera abnegada.
 
 
 

lunes, 29 de julio de 2013

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Nacido en el seno de una familia hebrea, Moisés (Charlton Heston) fue puesto en un cestillo a merced de las aguas del Nilo para salvarle del decreto del faraón que ordenaba la muerte inmmediata de todos los recién nacidos judios, en atención a una profecía que auguraba el nacimiento del libertador del pueblo judío por aquellos días.
Recogido por Bithiah (Nina Foch), hermana del faraón, en presencia de su esclava Memmet (Judith Anderson), le cría en la corte, hasta que se convierte en el favorito de su tío, incluso por encima de su hijo Ramsés (Yul Brynner).
Puesto al corriente de su origen judío y pese a la oposición de su madre adoptiva y de su enamorada Nefretiri (Anne Baxter), Moisés opta por unirse a su pueblo que comienza a mirarle como el libertador. Desterrado al desierto por Ramsés, cuando está a punto de morir de sed, llega al oasis de Midian (o Madian en otra acepción), donde un jefe beduino le acoge y le emplea como pastor. Moisés se desposará con la mayor de sus siete hijas, Sephora (Yvonne De Carlo).
Un día en que se encuentra pastoreando los rebaños de su suegro, se la aparece Dios en forma de zarza que arde sin consumirse y le encomienda la misión sagrada de liberar al pueblo hebreo.

 
Superproducción donde las haya, en la que su mentor, productor, director y alma mater del proyecto, el mítico Cecil B. DeMille, puso toda la carne en el asador, sin reparar en medios, ni en presupuesto, para alumbrar un film de casi cuatro horas de duración que, no obstante, no obtuvo todo el éxito esperado en su momento, aunque yo creo que el transcurso de los años, ha ido poniéndolo en lugar que se merece.

 
Basada en algunos textos de autores clásicos y de la propia Biblia, como nos advierte DeMille en su speech inicial, sin embargo, el guión inventa toda una historia para llenar esa laguna de 30 que los textos sagrados dejan en la biografía de Moisés. Desde su rescate de las aguas del Nilo, hasta su deambular por el desierto antes de recalar con el beduino Jetro, la historia que se nos relata es una reconstrucción imaginaria de la vida del libertador y de lo que pudieron ser las condiciones de vida de los judíos esclavizados, por un lado y de la corte del faraón, por otro.

 
La historia es apasionante, hasta el punto de que, a pesar de que todos conocemos lo que va a suceder, sus casi cuatro horas de metraje no se hacen pesadas, manteniendo el interés del espectador y el vigor de la narración, salpicada tanto de momentos épicos, como de concesiones sensibleras e interesadas que exaltan las virtudes de los judíos frente al despotismo egipcio y el carácter heroico de Moisés ante la depravación moral y la crueldad del faraón y quienes para él trabajan, hasta tal punto que, en algunos pasajes de la peli, Moisés parece un reformador social antes que un caudillo libertador, pues ya antes de saber que es judío, se nos presenta como un tipo que mira por los derechos de los trabajadores esclavos, saqueando los graneros del templo para darles de comer y concediéndoles un día de descanso para así obtener más rendimiento de su trabajo. Vamos, todo un lider sindical.

 
El plantel de actores es magnífico, aunque deja que desear bastante el Sr. DeMille a la hora de dirigirles. Un Charlton Heston que resulta más convincente gracias a la caracterización que a su propia actuación, rodeado por un impresionante Yul Brynner, una magnífica Anne Baxter,  la guapísima y comedida Yvonne De Carlo, el a veces un tanto desbocado John Derek como Josué y Edward G. Robinson en un papel, el del judio Dathan, vendido a los egipcios a cambio de su medro personal, que fue creado especialmente para él.
Unos efectos especiales maravillosos para la época, con escenas míticas, como la separación de las aguas del Mar Rojo, que han pasado a la historia del cine.

 
Película de impecable factura técnica que, a pesar de su innegable trasfondo religioso, resulta muy entretenida e interesante, incluso para el espectador descreído, pues en muchos momentos es un puro film de aventuras, con una puesta en escena grandiosa.

 
 
 

sábado, 27 de julio de 2013

LA CABAÑA DEL TÍO TOM


El libro narra las vicisitudes de un esclavo al que conocen todos como Tío Tom que pasa de unos amos a otros, entrelazándose varias historias unas con otras, ya que, aparte del personaje central, a su alrededor se mueven otros con sus historias respectivas.
Una de esas novelas conocidas universalmente, con multitud de adaptaciones para niños y jóvenes, pero cuya edición completa, que recomiendo, es una delicia, tanto por la forma brillante en que la autora nos traslada el relato, como por la crítica tajante contra la ignominia de la esclavitud, seguramente el peor pecado del hombre para con un semejante.
Harriet Beecher Stowe siente vergüenza de que una sociedad avanzada como la estadounidense, un pueblo que ha luchado por la libertad de sus ciudadanos, niegue el pan y la sal a una gran cantidad de hombres, mujeres y niños por el simple hecho de que su piel es de otro color.
Si bien es cierto que el mensaje profundamente religioso que impregna todas las páginas del libro, puede resultar reiterativo para algunos lectores poco proclives a este tipo de enseñanzas y que el final edulcorado de la novela quita algo de hierro al asunto, no es menos evidente que el mensaje de la novela continúa totalmente vigente en la actualidad, puesto que trasciende al hecho concreto de la esclavitud en una parte de Norteamérica para volverse universal y condenar cualquier tipo de humillación hacia un semejante e incluso a cualquier especimen de la naturaleza que nos rodea.
El libro transmite muy bien el sometimiento a través del terror de una población, cuyo estado de postración y su actitud sumisa, no se explica de otra manera. Las constantes vejaciones, el fomento de los enfrentamientos entre ellos mismos, la negación de cualquier forma de acceso a la cultura y la privación de sus más mínimos derechos como seres humanos (no digamos ya como ciudadanos), son los ejes sobre los que se asentó la pervivencia de esta lacra en una sociedad supuestamente moderna.
Recomiendo al lector que no se deje llevar unicamente por los pasajes lacrimógenos y sensibleros del relato y procure ir más allá, el libro contiene muchos párrafos de gran nivel literario y, como digo, un mensaje que trasciende al hecho puntual. Además, sus páginas nos ofrecen momentos en los que se hace presente el suspense, la aventura, la amistad, la solidaridad de ciertos grupos de blancos con sus semejantes esclavos, etc., que hacen de la novela una relato muy entretenido aparte de la historia central a la que rodean todos estos otros asuntos.
Dos años después se públicó una segunda parte de la novela que lleva por título "La llave de la cabaña del Tío Tom"
 
 
 

viernes, 26 de julio de 2013

EL LOCO DEL PELO ROJO

Vincent Van Gogh (Kirk Douglas) quiere seguir los pasos de su padre, pastor del Comité Belga de los Mensajeros de la Fe, sin embargo, los profesores que le han preparado para tal cometido, consideran que no es la persona adecuada para llevar a cabo esa labor. Ante la insistencia del interesado, le envían a Le Borinage, una región carbonífera de Bélgica, donde la mayoría de la población se dedica a la minería, viviendo en precarias condiciones. Tras un tiempo conviviendo con ellos, Vincent se da cuenta de la distancia entre la hipocresía de los métodos de quienes le han enviado allí y sus propósitos de pasar a la acción, por lo que abandona el lugar, regresa a la casa familiar y comienza a dedicarse a lo que de verdad le gusta, la pintura.
Empezará su largo proceso de aprendizaje y práctica con la ayuda inestimable de su hermano Theo (James Donald).



Vicente Minnelli, aunque rueda muchas de las escenas en estudio, el lugar en el que se encontró siempre más a gusto, saca su cámara a la calle y nos regala una colección de tomas exteriores sorprendentes por lo cuidado y medido de cada detalle que llega a nuestras retinas.


Con un trabajo inmenso de planificación primero y fotografía después, sabe ir dando vida a algunos de los paisajes y momentos de la vida cotidiana que el genial pintor nos legó en sus cuadros reconstruyendo hasta los más pequeños detalles.
El guión de film, basado en la novela del mismo nombre de Irving Stone, sabe mezclar sabiamente imágenes y recreaciones de sus más famosos cuadros con los retazos de la biografía del artista. Todo ello envuelto en una iluminación cálida que trata de acercarnos al mundo tal como él lo veía.


Hay que hablar del gran trabajo de Kirk Douglas. Él siempre estuvo convencido del parecido físico y pensaba que éste podía ser el papel de su vida. El caso es que nos ofrece una de esas interpretaciones sublimes en las que personaje y actor se funden hasta confundirse, transmitiendo al espectador toda la fuerza dramática y la angustia vital de su personaje.
Secundado por un Anthony Quinn que interpreta a Paul Gauguin con la eficacia y el buen hacer habituales en él y que con apenas diez minutos en pantalla, tuvo suficiente para llevarse el Oscar al mejor secundario.


Magníficamente retratada también la relación más que fraternal entre Vincent y Theo, como dice éste último en uno de los diálogos, somos más que hermanos, somos amigos.
Al final, este "Lust for Life" se convierte en algo más que una biografía sabiamente concebida, es todo un homenaje a las almas atormentadas, a tantos y tantos seres que día a día se estrellan contra el muro de la incomprensión que les rodea y que les impide llevar a cabo sus anhelos.
Además, estamos ante un film entretenido, agradable de ver, a pesar de lo angustioso del personaje central y técnicamente de gran nivel.




jueves, 25 de julio de 2013

CUENTOS (HANS CHRISTIAN ANDERSEN)

El soldadito de plomo, El patito feo, La pequeña cerillera, La princesa y el guisante, La sirenita, Las zapatillas rojas, Juan el de las habas... Todos hemos disfrutado alguna vez con los cuentos de hadas del danés inmortal, cuyos relatos ocupan un lugar en el imaginario de todos los que un día fueron niños. Además de los cuentos, Andersen escribió poesía y, como infatigable viajero, libros en los que reflejaba sus impresiones sobre los viajes que le llevaron a recorrer varios países de Europa, entre ellos España; en Málaga, una de las ciudades que visitó, tiene erigida una estatua.
Pero son sin duda sus cuentos infantiles los que le han dado fama imperecedera, adaptados una y otra vez al cine, el teatro, la música, los dibujos animados, el ballet...
He escogido retazos de dos de ellos, La espinosa senda del honor, por la crítica que plasma sobre la desconsideración y el desprecio social, pero sobre todo institucional a la obra o descubrimientos de algunos grandes hombres:

...El africano de toscos rasgos, gruesos labios y cabello negro y lanoso, mendiga en las gradas de mármol de palacio de la capital lusitana; es el fiel esclavo de Camoens; sin él y sin las limosnas que le arrojan, moriría de hambre su señor, el poeta de Las lusiadas.
Sobre la tumba de Camoens se levanta hoy un magnífico monumento...

...Detrás de una reja de hierro vemos a un hombre, pálido como la muerte, con larga barba hirsuta.
-¡He realizado un descubrimiento, el mayor desde hace siglos -grita-, y llevo más de veinte años encerrado aquí!
-¿Quién es?
-¡Un loco! -dice el guardián-. ¡A lo que puede llegar un hombre! ¡Está empeñado en que es posible avanzar al impulso del vapor!
Salomón de Caus, descubridor de la fuerza del vapor, cuyas imprecisas palabras de presentimiento no fueron comprendidas por Richelieu, murió en el manicomio...

...Ahí tenemos a Colón, burlado y perseguido un día por los golfos callejeros porque se había propuesto descubrir un nuevo mundo, ¡y lo descubrió! Las campanas de júbilo doblan a su regreso victorioso, pero las de la envidia no tardarán en ahogar los sones de aquellas. El descubridor de mundos, que levantó del mar la tierra americana y la ofreció a su rey, es recompensado con cadenas de hierro, que pedirá sean puestas en su ataúd, como testimonios del mundo y de la estima de su época...

...He aquí, en el seno de la noche y las tinieblas, aquel que calculó la altitud de las montañas de la Luna, que recorrió los espacios hasta las estrellas y los planetas, el coloso que vio y oyó el espíritu de la Naturaleza, y sintió que la Tierra se movía bajo sus pies: Galileo. Ciego y sordo está, un anciano, traspasado por la espina del sufrimiento en los tormentos del mentís, con fuerzas apenas para levantar el pie, que un día, en el dolor de su alma, golpeó el suelo al ser borradas las palabras de la verdad: «¡Y, sin embargo, se mueve!»...

...Ahí está una mujer de alma infantil, llena de entusiasmo y de fe, a la cabeza del ejército combatiente, empuñando la bandera y llevando a su patria a la victoria y la salvación. Estalla el júbilo... y se enciende la hoguera: Juana de Arco, la bruja, es quemada viva.
Peor aún, los siglos venideros escupirán sobre el blanco lirio: Voltaire, el sátiro de la razón, cantará La pucelle...

El otro fragmento que he escogido, pertenece al conocido cuento El Ruiseñor y me gusta porque siempre me pareció un paradigma de cómo se comienza un cuento para niños, con unas frases que a los adultos nos pueden parecer de lo más tonto, pero que perdurarán en nuestra memoria cuando lleguemos a la edad madura y, por un momento, volvamos a sentirnos el niño que fuimos:

En China, como sabes muy bien, el Emperador es chino, y chinos son todos los que lo rodean. Hace ya muchos años de lo que voy a contar, mas por eso precisamente vale la pena que lo oigan, antes de que la historia se haya olvidado.





miércoles, 24 de julio de 2013

ANASTASIA

El triste final de los Romanov, el zar de rusia y su familia, los detentadores del poder en la corte más lujosa de la Europa del momento, es de todos conocido.
No obstante, durante muchos años, se creo una especie de mito alrededor de uno de sus miembros, la Gran Duquesa Anastasia Nicolaevna, de quien se decía que había sobrevivido al resto de sus parientes. Este affaire, no surgió de forma espontánea, ni fruto de una casualidad, sino que se fundamentó alrededor de la macabra, pero también chapucera, muerte de los Romanov.
Antes de que supieran lo que iba a ocurrir aquel día, se les ordenó que se pusieran sus mejores galas, de tal modo que creyeron que les iban a hacer una foto. El caso es que cuando les reunieron en una habitación, aparecieron los que iban a ser sus verdugos, completamente borrachos y comenzaron a disparar de forma indiscriminada y sin ton ni son. Ante la sorpresa general, algunas de las balas salían rebotadas, como si los miembros de la familia imperial tuvieran un escudo protector que les libraba del plomo asesino. La cosa era mucho más prosaica, bajo sus elegantes trajes de gala, habían escondido las joyas familiares, piedras preciosas, objetos de oro y otros metales lujosamente trabajados, eran los responsables de aquel aparente milagro. Tras reponerse de la sorpresa inicial, los guardias acabaron su trabajo de una manera cruel y chapucera, los que no habían muerto ya, fueron rematados a bayonetazos y golpes de fusil, todo un salvaje esperpento que originó el posterior barullo a la hora de recoger los cadáveres, cuyo lugar de enterramiento no estuvo del todo claro durante muchos años y dio lugar, entre otras historias más o menos fundadas, a esta leyenda de la salvación de Anastasia.
Hollywood aprovechó el asunto para adaptar una obra teatral de Marcelle Maurette y con ello mataba varios pájaros con un sólo disparo, por un lado, el regreso por la puerta grande de Ingrid Bergman después de su "escandalosa" (para Hollywood, claro) relación con Roberto Rossellini: Bienvenida a tu casa Ingrid, toma, el Oscar de premio para que no vuelvas a escaparte; por otro aprovechar el trasfondo político para elaborar el enésimo ataque contra los malos, malísimos bolcheviques y, por fin, lo más importante para los amantes del cine, realizar un producto de alta calidad artística, de factura exquisita y con una partitura de Alfred Newman que, evocando aires rusos, nos regala un primor para el oído.
Con una maravillosa puesta en escena, el film cuenta con un plantel de grandes actores, no sólo Bergman, sino un Yul Brynner en el cénit de su carrera y unos secundarios de lujo, Akim Tamiroff y una maravillosa Helen Hayes, con ese saber estar y esa distinción que la habían convertido en todo un mito.


El film retrata muy bien la vida de la clase dominante rusa que, tras la revolución, se refugió en París y en la capital danesa sobreviviendo como buenamente podía, tratando de guardar la prestancia aún en los casos en que la vida les había tirado a la alcantarilla y con la secreta esperanza de retornar a tiempos mejores.
Cuidada planificación para este drama romántico con sabor a cine clásico, con un final que desagrada a algunos, pero que a mí me pareció el mejor recurso para poner colofón a lo que plantea la historia narrada, plagada de verdades a medias, buscavidas que aprovechan la ocasión para sacar tajada y una especie de juego de adivinanzas con falsas pistas que conduce a que sea el espectador quien saque la conclusión que desee.
Por cierto, el desarrollo de las pruebas de ADN y la localización de los cuerpos de todos los Romanov, un proceso que comenzó allá en los 80 y se alargó a los primeros años del presente siglo, ha permitido corroborar que Anastasia murió, como el resto de la familia imperial y algunos de sus sirvientes, aquel fatídico 17 de julio de 1918 en la casa Ipátiev de Ekaterimburgo.




martes, 23 de julio de 2013

MITAD PAYO, MITAD GITANO


Esta es una historia sencilla, casi humilde. La de un hombre como tantos otros, con el que podríamos habernos cruzado en la calle en cualquier instante sin haber percibido un solo atisbo de su peripecia vital.

Eso es lo que más llamó mi atención al leer esta especie de biografía novelada de Jacques Leonard, alguien que no pretendía dejar memoria de su andadura porque tampoco le daba importancia y solo la casualidad hizo que un hijo del protagonista pusiera en manos del autor un manuscrito que había dejado su padre, una pocas páginas que han sido el germen de esta novela, la novela de una vida.

La andadura del pequeño Leonard comienza en un marco envidiable, la finca que su padre poseía en las afueras de Maisons-Laffitte, en los alrededores de París.

Los padres de Jacques, Emilienne Tabary y Julien Leonard, formaban una pareja poco corriente. Ella llegó a tener una empresa de confección que aparte de satisfacer las demandas de su pequeñoburguesa clientela, trabajó para los estudios de Hollywood. Él, experto conocedor del mundo de los caballos, entrenador, criador y tratante.

Julien Leonard, tenía 34 años cuando estalló la I Gran Guerra y estaba en situación de reservista. Cuando se presentó a las autoridades para cumplir con sus obligaciones patrióticas, volvió a casa decepcionado, por no haber conseguido que se aprovecharan sus capacidades incorporándolo al arma de caballería, tuvo que resignarse con un destino de camillero y enviado al frente norte, en Lorena, donde a las seis semanas fue herido de gravedad, un proyectil alemán le perforó un pulmón que perdería para siempre y, presumiblemente, su vida activa habría de quedar marcada en adelante.

Los consejos médicos de buscar un ambiente climático favorable para ayudar a lo que sería una lenta recuperación del padre de nuestro protagonista, llevaron a la familia Leonard a buscar acomodo en el país vasco francés. Con el comienzo del curso escolar, el pequeño Jacques debía acudir a clases en una escuela pública y quedó al cargo de los abuelos paternos, a quienes no conocía de nada. Un hecho fortuito durante su estancia con ellos, el hallazgo de una amarillenta fotografía en la que se veía a la familia de su abuelo en una escena y con unos atuendos que mostraban a las claras su condición de gitanos, le hizo descubrir sus orígenes por vía paterna. En la foto aparecía, entre otros, su padre ataviado de aquella forma pintoresca que hacía difícil reconocer al gentleman cuidadoso en su indumentaria que era en la actualidad.

Jacques vuelve al hogar familiar, se trasladan a Hendaya y en la localidad fronteriza conoce a algunos niños españoles, hijos de la buena sociedad madrileña que solía pasar temporadas en la vecina Fuenterrabía. Entre aquellos jovenzuelos, con los que pescaba cangrejos en el Bidasoa, comía cucuruchos de pestiños o recorría la población en tranvía de mulas, había tres hermanos, ajenos como él a los dispares destinos que les esperaban. Se llamaban, Miguel, Pilar y José Antonio Primo de Rivera.

Su padre ha recibido algunos encargos por parte de la remonta militar, entre ellos, el encargo de negociar la compra de varias partidas de asnos y mulas y traerlas desde el sur de España. Por la poca alzada de los animales, el ejército francés esperaba poder usarlas como transporte a través del dédalo de trincheras en que se habían convertido los frentes de Verdún y Douaumont. Desde Andalucía hasta Somport, Julien Leonard condujo aquellos más de mil jumentos por caminos poco transitados a fin de no llamar la atención de las autoridades españolas.

Salvo estas peculiaridades derivadas de las actividades de sus padres, el resto de la infancia y primera juventud de Jacques, se desarrollaba con cierta tranquilidad en la finca de su padre, ayudando en el negocio de los caballos, hasta que el padre comenzó a manifestar un cierto desinterés por la yeguada y decidió embarcarse en nuevos negocios. Entre ellos, la puesta en marcha de la primera fábrica europea de helados americanos. El lugar elegido fue Praga y su padre, encargó a Jacques que hiciera el viaje hasta allí para poner en marcha el negocio. La aventura de Praga tuvo éxito, pero además, cuando Jacques regresó a Francia, pese a lo corto de su ausencia, había madurado.

Ciertas circunstancias que se dieron en su vida, le llevaron a frecuentar los estudios cinematográficos de Buttes-Chaumont y, sin proponérselo se encontró admitido como “chico para todo” en el rodaje de El país de los vascos, el primer documental sonoro que se rodaba en Francia, dirigido por Maurice Champreux, yerno del mítico realizador Luis Feuillade. Jacques siguió trabajando en el mundo del cine como auxiliar de producción primero y, más tarde, como montador a las órdenes de Jean Choux, algo que para Jacques fue como realizar un doctorado.

A partir de aquellos inicios, la vida de Jacques Leonard estuvo siempre muy ligada al cine y sus andanzas en este mundo merecen un capítulo aparte en sus biografía. Su relación con España vendría de la mano de este mundillo, pues le propusieron participar en un film sobre la vida de Cristóbal Colón, en el que tomarían parte, entre otros, el diseñador español Baldrich y el maestro Joaquín Rodrigo, exiliado en Francia en aquellos momentos. Leonard viajó a la Península con el fin de documentarse sobre los escenarios españoles de la película y halló un país que salía de la sangrienta contienda civil. En su viaje a Burgos se encontró con las infinitas reproducciones del rostro del Franco en paredes y pancartas, con militares que le solicitaban amablemente que llevara en su automóvil a heridos recién licenciados o soldados que volvía de permiso a sus hogares, inesperados compañeros de viaje que le ayudaron a practicar su rudimentario español. En sus periplos por Valladolid o Salamanca iba encontrando las heridas que la guerra había dejado, sus pruebas aún vivas y recientes, como cuando visitó Ávila, prácticamente aún tomada por los últimos efectivos de la Legión Cóndor. El caso es que después de completar su viaje con las etapas en Sevilla, Cádiz, Huelva, La Rábida o Granada (donde pudo encontrar a sus lejanos parientes de raza en el Sacromonte o el Albaicín), Jacques quedó definitivamente prendado de este país.

En 1940, Madrid, ciudad en la que recaló, no era una fiesta precisamente, aparte de los ciudadanos españoles que sobrevivían como podían a los desastres de la guerra y a la dureza del régimen, era un hervidero de agentes y dobles agentes de varios países. Jacques, pronto, formó parte de una red cuyo principal objetivo era ayudar a compatriotas que, huyendo de la ocupación, atravesaban clandestinamente los Pirineos para salvar la piel.

Al margen de las actividades más o menos clandestinas, la vida de Jacques en Madrid seguía y sus actividades profesionales le daban acceso a ambientes en los que se superponían personajes de lo más variopinto, desde toreros, políticos, flamencos o intelectuales a avispados empresarios que se acercaban al nuevo régimen. A veces se reunía con otros contertulios en los salones privados de Lhardy, donde coincidía esporádicamente con hombres como Zuloaga, Díaz Cañabate, el escultor Juan Cristóbal, Rafael Ortega o los hermanos Dominguín (Antonio, Pepe y Luis Miguel).

El proyecto de Colón se fue desinflando y Leonard aceptó un trabajo en la productora española Ulargui Films por mediación del entonces Jefe del Servicio de Cinematografía, Manuel García Viñolas. El negocio de Ulargui se sostenía en tres pilares: Miguel Ligero, Imperio Argentina y Estrellita Castro. Jacques trabajó en el montaje de películas como Carmen la de Triana o María de la O, después de cuyo visionado quedó fascinado por la fuerza y el talento para el baile de Carmen Amaya. Más tarde, a petición de García Viñolas, viajó a Portugal, donde estuvo un año trabajando en algunos proyectos. Sin embargo, sus días en el cine estaban contados. Su matrimonio acabó como el rosario de la aurora y como quiera que su ya exmujer, era hija de Jean Choux, todo un personaje en el ambiente, se dio cuenta de que France (así se llamaba ella) iba a sembrar todo tipo de comentarios malévolos sobre él, así que decidió abandonar aquel mundo.

En aquello momentos de desconcierto, la casualidad que tanto le había favorecido en el pasado, quiso que conociera a un austriaco, director de teatro exiliado en España y que no era otro que Arthur Kaps, propietario de la compañía de revista “Los Vieneses”, que había creado en París junto a su amigo Franz Johan. La compañía había recalado en Madrid huyendo de la invasión nazi, la condición de judíos de la mayoría de sus miembros así lo aconsejaba y Kaps contrató a Leonard como productor para el nuevo espectáculo que les iba a llevar a Barcelona, donde el éxito de “Los Vieneses” fue instantáneo.

Cuando acabó su relación con el austriaco, estuvo un tiempo trabajando como restaurador de muebles, hasta que otro encuentro casual, cruzó su vida con la de un ventrílocuo y showman muy famoso en aquella época, Robert Lamouret, que le propuso contratarle para que le llevara la gestión de la infraestructura que aparejaba su espectáculo. Leonard viajó a Inglaterra, Australia, Grecia e Italia. Una vez acabada la tourné, Lamoure le propuso viajar con él a EE.UU. (donde llegó a tener show propio en televisión y a actuar en las mejores salas de Nueva York y Las Vegas), pero Leonard declinó la invitación, había una ciudad que le llamaba con voz poderosa desde que llegó a ella por primera vez para el rodaje de María de la O y decidió que su vida nómada (quizá vestigio de su ascendencia), debía llegar a su fin, así que se instaló en Barcelona, estaba firmemente decidido a trabajar allí como fotógrafo free lance. Sus primeras fotos aparecieron en una publicación llamada “Revista”. Sin duda aquellas fotos hicieron que el director de la nueva revista “Gaceta Ilustrada” que iba a lanzar la empresa editora de “LaVanguardia”, se pusiera en contacto con él para proponerle colaborar en la misma.

A partir de aquel momento su vida permanecería unida a la Ciudad Condal. Conoció a una peculiar gitana, Rosario, una modelo muy cotizada, de las mejores de Barcelona, con la que compartiría el resto de su vida. No hubo “pedimiento”, pero la familia de Rosario aceptó con naturalidad a aquel “franchute” que ya era conocido entre los gitanos del Somorrostro, al igual que entre sus vecinos “gitanets” del barrio de Gracia, el “payo Chac” le apodaban.

Cuando la muerte le llamó (en 1994), aparte de su apasionante vida, dejaba tras de sí un inmenso testimonio gráfico sobre los gitanos, una raza a la que amó más allá de sus defectos.

El autor, Jesús Ulled, abogado y periodista, nos acerca la peripecia vital de este francés enamorado de Barcelona con una prosa ágil, sencilla y a la vez cuidada, en una novela bien estructurada y de lectura fácil y atractiva. Se nota toda su experiencia anterior, no en vano está muy unido al mundo periodístico y editorial. En su momento colaboró en el relanzamiento de “Fotogramas” y al nacimiento de las revistas “Qué Leer” y “Clío”.

En 2012, Ulled colaboró en el documental “El payo Chac”, de Yago Leonard, que contó con 6 candidaturas a los premios Goya y cuyo tráiler puede verse aquí:

Esta reseña fue publicada en su día en HISLIBRIS


lunes, 22 de julio de 2013

ALEJANDRO EL GRANDE

Filipo de Macedonia (Fredric March) recibe la noticia del nacimiento de su hijo, a quien su madre ha puesto por nombre Alejandro.
En lugar de la natural alegría por el nacimiento de un heredero, Filipo se debate en un mar de dudas, pues los presagios y los sueños que ha tenido últimamente, le han llenado de desasosiego y ve al recién nacido como una amenaza, un hombre que le disputará la gloria.
Alejandro (Richard Burton) crece preparándose para ser un día la persona que gobierne a todos los griegos, pues el sueño de su padre es unir a todas las ciudades estado de la península helena. Aristóteles (Barry Jones) será su maestro, pero tampoco descuida su preparación como soldado rodeado de un grupo de compañeros que se convertirán en sus más fieles amigos.
La relación de amor/odio con su padre, marcará el devenir de su futuro en su breve pero intensa vida.



Robert Rossen se vio inmerso en aquel desgraciado episodio de la caza de brujas macartista y fue investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas. Eso le empujó, como a otros, a venirse a Europa, donde se embarcó en este proyecto, para el que contó con un plantel de buenos actores encabezado por un joven Richard Burton, pero en el que también encontramos nombre conocidos como Claire Bloom, Fredric March o el inolvidable Peter Cushing.


El film está está estructurado en dos partes, la primera se centra en las tormentosas relaciones entre Filipo y Alejandro, guarda formas teatrales, con muchas escenas rodadas en decorados y diálogos entre Alejandro y su madre, o con su preceptor o su padre. Quizá a personas que vean el film y vayan buscando una peli de batallas y conquistas se les haga un tanto pesada, pero desde luego no lo es, todo lo contrario, resulta de lo más interesante.
En la última parte, que arranca con la victoria definitiva de Filipo sobre los atenienses y su posterior asesinato, la acción se vuelve mucho más dinámica y más épica. Sin abandonar esa estructura teatral, se incluyen algunos combates, los correspondientes a las batallas de Queronea e Issos, es decir, las victorias sobre los atenienses y sobre Dario (Harry Andrews), rey de Persia.
No tiene el corte clásico de otros peplums de aquellos años en que estaba tan de moda el género, pero sin embargo si que tiene cierta grandiosidad en la puesta en escena y en la aparición de grupos numerosos de extras. Las batallas que se nos muestran, dejan un sabor agridulce, por un lado es de agradecer su rodaje en escenarios naturales, pero en algún caso parecen más pequeñas escaramuzas que los grandes enfrentamientos que debieron ser a juzgar por el número de combatientes que narran las crónicas e incluso el mismo film cuando nos da noticias de ejércitos de cientos de miles de efectivos.


Si Brad Pitt en Troya, con su faldita, levantó pasiones entre ellas (y ellos), me imagino que el bueno de Richard Burton, joven y guapo, con un modelito que nada tiene que envidiar al de Pitt, pondría en marcha los motores de más de una (y de uno), lo que ocurre es que estamos en 1956 y, claro, los tiempos eran otros.
A mi me ha parecido un trabajo muy digno en el que quizá Robert Rossen (autor también del guión), naufraga un poco por haber querido abarcar mucho y, en el caso de Alejandro Magno, ese mucho es demasiado para un film. Al final ni profundiza en la personalidad de Alejandro, ni en sus conquistas bélicas, queda todo en un apunte y, de repente, el metraje no da para más, ¡zas, se acabó!, cuando realmente sólo intuímos el cambio de personalidad del joven aprendiz, al megalómano conquistador y en cuanto a sus triunfos en el campo de batalla, se pasa por ellos bastante deprisa a base de tirar de la consabida imagen con el mapa por el que va discurriendo la rayita que nos muestra el avance hasta el Indo.
La película se rodó en España, con exteriores en Manzanares el Real, El Molar, Rascafría y Málaga. Se reconocen perfectamente los pueblos de la sierra madrileña, con sus estrechas y empinadas calles, sus casas y cercas de piedra, los campos sembrados, los portones de madera de los corrales, etc.
También hubo actores españoles en el reparto, quizá la más conocida sea Marisa de Leza que interpretó el papel de Eurydice.
Peli entretenida y con más interés de lo que pueda parecer por el olvido al que ha quedado relegada.




sábado, 20 de julio de 2013

EN BUSCA DE LA CIUDAD DEL SOL PONIENTE




Randolph Carter es un soñador empecinado en encontrar la mítica ciudad oculta de Kadath que ha vislumbrado en sus sueños. Ningún humano que se acerca a ella vuelve, y si lo hace, no estará en su sano juicio.
Carter suplica a las divinidades que habitan allí para que le permitan acceder a la ciudad soñada. Para ello, el protagonista habrá de enfrentarse a cultos extraños, maldiciones, mitos y seres terribles.
Esos mitos, las divinidades benignas y malignas, los horrores intangibles que no caben en el raciocinio humano y otras constantes de la obra de Howard Phillips Lovecraft, los hallaremos en esta narración, en la que el escritor de Providence, utilizando ese lenguaje tan característico, nos describe, seres, emociones y lugares fantásticos, recurriendo a ese elemento tan peculiar y que tan bien llegó a dominar: Un terror psicológico fundado en acontecimientos y entidades que desbordan la comprensión.




viernes, 19 de julio de 2013

TIERRA DE FARAONES

Hamar (Alexis Minotis), es el sumo sacerdote de Egipto y está preparando una crónica sobre el faraón Keops (Jack Hawkins) que, en esos momentos, regresa triunfante de su última campaña militar, en la que ha conseguido numerosos tesoros y un buen número de esclavos.
Entre ellos está Vashtar (James Robertson Justice), el arquitecto que había diseñado las defensas de la ciudad que acaba de conquistar, un trabajo que ha impresionado al faraón, lo que le lleva a pensar en él para encargarle el proyecto y construcción de lo que será su última morada, una pirámide que, además de su cuerpo, debe contener su tesoro personal que deberá acompañarle en su viaje a la otra vida. Para evitar que los saqueadores se apropien del mismo, el arquitecto debe pensar en un sistema que haga imposible el hurto del tesoro. El faraón le dará lo que quiera, pero sabe que ese trabajo lleva aparejada la muerte cuando las obras concluyan, para que no pueda revelar el secreto.



Dicen las crónicas que Howard Hawks quería hacer un western, pero la Warner (money is money) le puso al frente de este proyecto y, afortunadamente (eso creo yo, al menos), no atendió a su petición de que John Wayne hiciera el papel del faraón Keops.
Si es verdad que Hawks no tenía demasiado entusiasmo por esta película, la conclusión que yo saco es que el tío era un crack, porque le salió un film de primera.


Con guión de William Faulkner (ahí es nada), música de Dimitri Tiomkim (otro clásico) y vestuario del magnífico diseñador y excelente pintor Antoine Mayo, la verdad es que tenía unos buenos mimbres para sacar adelante el proyecto.
Y, como he dicho, lo hizo muy bien, en este film de ambiente colosalista, pero sin caer en las extravagancias y exageraciones de otras películas de este tipo. Hawks sabe dosificar con talento las escenas de masas (a las que por cierto dirige muy bien), con aquellas que podríamos calificar de más intimistas, logrando un buen equilibrio entre ambas.


Dos historias paralelas se simultanean en el film: La construcción de la pirámide y el amor ciego de Keops por Nellifer (Joan Collins), la enviada de los chipriotas, vasallos de Egipto para ver si se la cuelan al faraón y acepta a la bella mujer en lugar del costoso tributo que les pide.
Por supuesto el faraón traga, les perdona la pasta y cae rendido a los encantos de Nellifer, una tipeja de cuidado, ambiciosa y manipuladora que quiere sacar el máximo partido de la nueva situación de segunda esposa del rey de reyes.
Mientras, la otra historia a la que nos referíamos, la de la construcción de la pirámide, resulta muy atractiva y esta bien narrada, con bastante respeto a lo que pudo ser la verdadera historia, sin caer en esos desvaríos tan propios de Hollywood que, a veces, sacrifican el rigor histórico por lo que ellos entienden como espectáculo. La verdad es que el film, en ese aspecto resulta bastante correcto.


Magnífica actuación de Joan Collins en su papel de mujer malvada.
Un film muy entretenido, en el que nos adentramos en los misterios de la construcción de esa maravilla del arte que fueron y son las pirámides egipcias, con toda la fascinación que siguen ejerciendo. Un relato de ambiciones llevadas al último extremo, de intrigas y de lucha por la supervivencia, con el que también aprendemos un poco de historia, no está mal y como espectáculo es de primera calidad.




jueves, 18 de julio de 2013

EL QUE SUSURRABA EN LA OSCURIDAD

Albert N. Wilmarth, profesor de literatura en la Universidad de Miskatonic, en Arkam, es el protagonista y narrador del relato.
Tras unas grandes inundaciones en Vermont, la prensa local habla del avistamiento de huesos y restos de cadáveres que flotan sobre las aguas. Se piensa que debido a las crecidas han aflorado desde el fondo donde reposaban quién sabe desde cuando. Corresponden a animales y seres humanos, pero también aparecen restos de unas extrañas criaturas. Él es escéptico sobre asuntos que no puedan responder a causas naturales, pero otras personas más crédulas, enseguida ven en ello la prueba que corrobora la veracidad de antiguos relatos que hablan de unos seres que secuestran a la gente que se aproxima demasiado a las montañas donde habitan. Se piensa que son habitantes de otros mundos que han venido a este en busca de minerales.
El profesor Wilmarth recibe una carta de alguien que asegura tener pruebas de que esos seres existen y que se siente espiado y perseguido por ellos, precisamente porque ha descubierto su secreto. Al final, concierta una cita con el profesor para mostrarle sus hallazgos. Wilmarth va a visitarlo a su casa, pero allí, es conducido a una habitación en penumbra donde le espera un viejo enfermo al que parece que le cuesta respirar y que habla como en un susurro. Le habla de cosas insólitas y secretos cósmicos. El caso es que Wilmarth vivirá una experiencia extraña y terrorífica que le hace dudar de sus convicciones científicas.
Es un relato corto en el que Lovecraft mezcla ciencia ficción y terror, escrito en 1930 y publicado al año siguiente por la revista Weird Tales.




miércoles, 17 de julio de 2013

EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC

Tras haber partido de Southampton el 10 de abril de 1912, el Royal Mail Steamship Titanic, hace escala en el puerto francés de Cherburgo antes de poner proa hacia Norteamerica. Allí recogerá pasajeros procedentes de distintas partes del continente europeo, entre ellos una familia del País Vasco que va a América en busca de mejorar su fortuna.
Richard Ward Sturges (Clifton Webb), no encuentra pasaje, todos han sido vendidos, así que adquiere, por una buena cantidad de dinero, el que accede a venderle el padre de familia vasco que pospondrá su viaje hasta que zarpe el próximo barco y pueda reunirse con su mujer e hijos.
Sturges quiere reunirse con su familia que viaja a bordo. Su esposa, Julia (Barbara Stanwyck), se lleva a sus dos hijos de regreso a América, pues considera que la vida de lujo que llevan no es provechosa para su educación. El matrimonio vive su particular tormenta al tiempo que el barco sigue su travesía que todos sabemos cómo acaba.



Con un guión firmado, entre otros, por Charles Brackett, que también fue productor del film, lo que supone ya cierta garantía, el film se basa, según advierte al principio, en las declaraciones de los supervivientes y en las investigaciones realizadas por las autoridades marítimas de ambos lados del Atlántico.


Construye una historia dramática que tiene atractivo para el espectador, con una mujer que pretende quedarse con la custodia de sus hijos y un padre que se opone a ello. Mientras, asistimos a la historia de amor entre la joven Annette Sturges (Audrey Dalton) y un Robert Wagner casi adolescente, muy guapete.
Aunque la tragedia del Titanic está presente en todo el film y centra todo el interés de la última media hora, el guión fija el eje de la acción en las circunstancias de esta familia y alrededor de ella construye los mensajes que extrae del accidente, sobre todo la exaltación del heroísmo, a través de la evocadora imagen de padre e hijo abrazados sobre la cubierta esperando el trágico desenlace con entereza, mientras la orquesta hace sonar los instrumentos y la tripulación y pasajeros que han quedado a bordo cantan el "Nearer My God, To Thee". Una escena realmente conseguida, de esas que encogen el corazón del espectador.
Otros aspectos de lo que allí ocurrió, de sus antecedentes y consecuencias, son tratados con menos profundidad y algunos de ellos sólo serán captados por quienes conozcan un poco la historia.


La película descansa buena parte de su valor en la muy conseguida ambientación y en el magnífico plantel de actores con que cuenta, con Clifton Webb y Barbara Stanwyck dando una lección de interpretación; la conocidísima secundaria Thelma Ritter en un papel que no aporta nada al film, pero a la que siempre es un gusto ver; o la conseguida actuación de Richard Basehart dando vida a un sacerdote que tiene problemas con el alcohol.
Rodada en un maravilloso blanco y negro, con sabios enfoques en los primeros planos que destacan los gestos dramáticos de los intérpretes. Más que correcta dirección de Jean Negulesco, para un film que combina muy bien el drama individual de la familia protagonista y la tragedia colectiva y unos efectos especiales que, teniendo en cuenta la época del rodaje, están muy bien.
Entretenida, conmovedora y fascinante, con ese aroma del cine clásico que tanto sabe apreciar el buen aficionado.




martes, 16 de julio de 2013

EL COLOR SURGIDO DEL ESPACIO



Aunque se suele incluír entre los llamados Mitos de Cthulhu, colección de relatos escritos por Lovecraft y relacionados con los dioses primigenios, esta historia no forma parte de esa especie de saga, pero es considerada como la quintaesencia de los mismos.
Escrito en 1927 y publicado en Amazing Stories, cuenta la historia de un lugar maldito situado al oeste de Arkham, algunos de cuyos montañosos rincones permanecen aún vírgenes y de una frondosidad inextricable.
El narrador es un ingeniero que está levantando los planos para la construcción de una presa y le llama la atención este lugar desolado rehuído por los habitantes de la zona. Por fin logra dar con un anciano, Ammi Pierce, que le explica lo que sucedió en torno a 1880. Al parecer, un meteorito cayó muy cerca de una granja que había en ese lugar. Los expertos investigaron, sin resultados, la piedra que día a día se achicaba hasta desaparecer por completo, analizaron partes del meteorito sin llegar a conclusión ninguna y poco a poco se fueron olvidando. Pero los Nahum, propietarios de la granja comienzan a verse afectados: Las plantas adquieren una extraña luminiscencia, los árboles dan frutos enormes pero de un sabor desagradable y se mecen cuando no hay viento, el ganado muere... Los habitantes de la granja, acaban por volverse locos.
El color surgido del espacio, es una obra en la que con gran economía (apenas tiene 50 páginas), el autor nos acerca al terror que produce lo desconocido, una especie de indefensión. La catástrofe que nos plantea, tiene forma de meteorito, uno que contiene una sustancia de un color que no responde a ninguno de los que figuran en el espectro que conocemos, en suma, algo que está más allá de nuestra comprensión y de nuestras leyes físicas.
 
 
 

lunes, 15 de julio de 2013

JULIO CÉSAR

Tras derrotar a Pompeyo, Julio César (Louis Calhern) es elegido nuevamente cónsul de Roma, en tanto sus tropas le proclaman dictador del Imperio de por vida.
Sin embargo, todas estas muestras de poder, inducen a un grupo de patricios, con Cayo Casio (John Gielgud) a la cabeza, a conspirar para acabar con César, acusándole de querer proclamarse rey y acabar con la república, cuando en realidad, al menos de manera pública, César rehusa los ofrecimientos que se le hacen en tal sentido.
El partido de los conspiradores trata de convencer a Bruto (James Mason), hijo adoptivo de César, para que se alíe con ellos. Bruto acaba cediendo, pero sus acciones van guiadas por el sentido del deber y por el respeto a sus antepasado que, en su momento, se opusieron a Tarquino cuando era rey de Roma. El resto de los conjurados obran por venganza, por intereses personales o por viejas y nunca olvidadas rencillas contra César.
Cuando se produce el asesinato de César, a los pies de la estatua de Pompeyo, sus amigos y aliados se disponen para tomar venganza.



Joseph L. Mankiewicz dirige la que para muchos es la mejor adaptación que se ha hecho jamás de la obra teatral de William Shakespeare que, con el mismo nombre, recrea la conspiración contra el dictador romano que, a la postre, acabó con su vida.


Mankiewicz opta por respetar el texto del autor inglés y, no sólo eso, sino que toda la película tiene una estructura teatral, rodada en decorados, salvo una pequeña parte que corresponde con la batalla de Filipos, donde Bruto y los otros conjurados son derrotados definitivamente por Octavio (Douglass Watson) y Marco Antonio (Marlon Brando). Así pues, la película se convierte en un film donde los actores y el texto, priman sobre lo demás.
Magníficas interpretaciones, todas ellas, con momentos sublimes cuando se producen los discursos de Bruto, primero y Marco Antonio después, en los funerales de César y con la aparición Brando portando el cadáver de Julio César en brazos, como uno de los momentos más emotivos del film.


Siguiendo el camino marcado por Shakespeare, el film impone sobre el rigor histórico, la exploración sobre algunas de las pasiones humanas que rodean el poder y su ejercicio: La vanidad, la venganza, la envidia, los celos, el resentimiento..., estudiando los comportamientos individuales y colectivos ante estas complejas situaciones.
Todo un thriller político que sigue teniendo vigencia, donde la manipulación de las masas y la demagogia interesada encuentran sus contrapuntos en los dos personajes principales y antagónicos: Bruto y Marco Antonio. El primero actúa por sentido del deber y sin ambiciones personales, el segundo sueña con ocupar el puesto de César. Quién salió triunfador del duelo, la Historia nos lo dice, como casi siempre, el ambicioso supo jugar mejor sus cartas.