viernes, 16 de noviembre de 2012

NEW YORK, NEW YORK

Japón ha firmado el armisticio y la II Guerra Mundial toca a su fin. La gente está exultante y Nueva York se convierte en el crisol que representa la alegría de todos los puntos de los EE.UU.
En este ambiente festivo, con los ciudadanos echados a la calle o llenando las salas de fiesta en busca de celebración, encontramos a Jimmy Doyle (Robert De Niro), un tipo que ha estado en el ejército y que ahora trata de reincorporarse a la vida civil, es músico, toca el saxofón y busca una orquesta donde poder expresar su arte y que le proporcione un medio de vida.
Su encuentro con Francine Evans (Liza Minnelli), no es precisamente afortunado, parece que sus caracteres no concuerdan, sin embargo, la casualida hace que se vuelvan a reunir más adelante, incluso compartiendo escenario.
Las personalidades divergentes, el éxito que no sonrie a ambos por igual, su prioridad por sus respectivas carreras profesionales, el hijo que van a tener en común... Estas y algunas otras razones, convierten su matrimonio en un callejón sin salida, acabarán cada uno por su lado y el éxito sonreirá a cada cual desde el momento en que deciden separar sus vidas.

 
Hay quien presenta esta película como un homenaje a los musicales de los 40 y 50, yo creo que más que a los musicales, el film homenajea a la música norteamericana de aquellos años, más concretamente a las pequeñas orquestas que recorrían el vasto país y entretenían a sus gentes en salas de fiesta y pequeños teatros. Y sobre todo es un homenaje al jazz de aquella época. Como sin querer, el recorrido que hace Scorsese por el jazz de ambas décadas se convierte en una completa antología.

 
El guión es una historia de desencuentros, con un personaje, el de Jimmy Doyle, de los más antipáticos que he podido ver nunca en una pantalla, parece un enfermo, pero no del cerebro, del mismo alma, un maltratador en potencia, egoísta, con tremendas dificultades de relación y que trata al resto del mundo con absoluto menosprecio, como si estuviera en guerra preventiva con la humanidad entera.

 
Magnífico el lenguaje visual, con una fotografía muy cuidada y algunas escenas que me han gustado sobremanera por la forma de contarlas a golpe de cámara, sin un sólo diálogo: Los desplazamientos por carretera de la banda, que se nos cuentan a base de enfoques a las ruedas del autobús o a las rayas de la carretera; el fracaso paulatino de Jimmy cuando su esposa se va a Nueva York para pasar un embarazo tranquilo, que Scorsese nos narra ofreciéndonos imágenes de las salas donde actua la orquesta, primero varias parejas deambulan por la pista, en la siguiente tres o cuatro y, por fin, aparece un cartel que anuncia la próxima actuación y cruzándolo el letrero de "cancelado". Y, sobre todas, la escena final, el desencuentro definitivo entre la pareja: De Niro esperando en la calle, Liza yendo a su encuentro y dándose la vuelta para pulsar el botón del ascensor que la devolverá a sus aposentos y él, en la calle, entendiendo que ella no vendrá, con una sonrisa entre irónica, resignada, comprensiva y, casi, cómplice. 
 
 
De todas maneras, para mí, la película es, además de jazz, la actuación soberbia de Liza Minnelli y la canción que ha pasado a la historia y se ha convertido en el himno oficioso de la ciudad, interpretada por Liza de manera sublime en una de las mejores escenas del film.

 
 
 

4 comentarios:

  1. Buena, muy buena película. Yo creo que los interpretes están sensacional

    Saludos Trecce.

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    1. A mi me gustó más la interpretación de la Minelli que la de Robert de Niro, aunque este cumple.

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  2. Creía que era esa de "NY, NY a wonderful town" tan famosa con Sinatra y demás vestidos de marinerito, esta no la he visto.

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