domingo, 11 de julio de 2010

UNA LÁGRIMA

Hay veces que una obra de arte te llega al alma por un detalle, por una pequeña pincelada que cuantitativamente es bien poco en el conjunto, pero que supone ese algo que la distingue del resto de sus homónimas.
En el Museo del Prado, entre tanto esplendor de los mejores pintores de la historia, hay un cuadro, un cuadro de tantos, que bien poco es en una colección tenida por ser de las mejores y más numerosas del mundo y en ese cuadro hay un detalle que siempre me llevó a meditaciones de todo tipo sobre aquello que puede sentir un pintor, un gran pintor al detenerse en ciertos detalles que completan sus cuadros.

El pintor del que hablo es Roger van der Weyden, también conocido como Roger de la Pasture o Rogier de le Pasture, el más influyente pintor de la llamada escuela gótico-flamenca. Y el cuadro es El descendimiento de la Cruz, su obra más importante y una de las pocas de las que se sabe a ciencia cierta que es autor.
En ese cuadro se puede ver una lágrima que desciende del ojo de San Juan. Esa lágrima es un gran logro técnico, pero además, su descubrimiento te deja con la boca abierta. Ese es sólo el principio, porque cuando uno contempla el cuadro, cuando uno observa esa lágrima, la mente de quienes sentimos cierto gusto por el arte, aunque sea sin tener mucha idea, empieza a ir más allá del puro logro de la técnica. ¿Qué pensaba ese hombre cuando pintó aquello? ¿Qué sintió al ver la perfección que había logrado?
En fin, os dejo a vosotros que penséis por vosotros mismos viendo esta maravilla.
Por cierto, San Juan es la segunda figura por la izquierda en el cuadro que se reproduce completo aquí debajo.




4 comentarios:

  1. Amigo Trecce, que casualidad (la vida es esto, una casualidad), ayer mismo he contemplado este cuadro (bellísimo) que tu apuntas, complementando la visita a otro "fenómeno" que me ha tenido siempre rendido, Turner. Eran las seis y media de la tarde y me estaba fijando en esa lágrima, precisamente. No es ficción. Tengo la entrada con la hora. Nos fascinó lo pequeño. En esa colección, con las salas de El Bosco ect, una lágrima, que curioso. Un saludo

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  2. Ya ves, Manuel, lo grande que es el mundo, la de obras de arte dispersas en él y coincidimos en un detalle de una de ellas, durante un microespacio de tiempo.

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  3. Me ha recorddo un montón este cuadro al efecto sobervio del agua por parte de Velázquez en "El aguador de Sevilla".

    que grandes

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  4. Los genios lo son por cosas como estas.

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