miércoles, 30 de junio de 2010

ASESINATO

Año 1930, así pues seguimos en plena transición hacia el cine sonoro y continúa notándose en la manera de rodar la película. Digo notándose y no otro calificativo más contundente, pues a pesar de que los gestos y ciertas sobreactuaciones de los intérpretes continúan siendo tal cual eran en las pelis mudas, sin embargo vemos que el director, si no plenamente, sí que va sacando partido de las nuevas posibilidades que le ofrece el sonido. En alguna de las secuencias nos vamos enterando de ciertos avances de la trama por la voz que se escucha fuera del plano, por ejemplo y otro tanto decir de ciertas secuencias en las que las palabras de los actores ya nos van ofreciendo frases de esas que después podrían figurar en los libros de citas cinematográficas.

El argumento no me parece nada del otro mundo, en apariencia. Falso culpable y tal y tal, que diría el otro.
Pero eso es la apariencia, si buceamos un poquillo, vamos encontrando cosas muy, pero que muy interesantes.

Una que puede resultar nimia, pero a mí me llamó la atención, esta abogada defensora que se puede ver en la imagen de arriba, no sé si en la sociedad anglosajona sería algo habitual, pero quiero imaginarme lo que podía ser en un cine cualquiera de la España del momento, ver a esta señora, elegante, culta y bien plantada, defendiendo sus tesis con soltura y aplomo ante un tribunal.


Otra, es la manera peculiar que tiene de tocar un asunto como es de la transexualidad, un mundo que debía ser entonces, dado lo que ahora es todavía, bastante oscuro. Lo hace como de pasada, pero a la vez con naturalidad y huyendo del morbo y de los juicios de valor.

Más cosas, estas que ya tienen que ver más directamente con lo que será el mundo hitchcodiano que todos conocemos de sus grandes obras. Aquí ya aparece un componente psicológico, algo de lo que tanto gustó el maestro a largo de su carrera. Es simplemente un esbozo de lo que será, pues tampoco se mete en demasiadas complicaciones, pero empieza a introducir la componente psicológica en los casos que nos somete a juicio y deleite a un tiempo.

Una obra de transición, podríamos decir, que es también y no en poca medida un homenaje al mundo del teatro, al que no para de ensalzar a través de la figura de Sir John Menier.

No es para dejar de lado la crítica a ciertas actitudes de la sociedad inglesa.
Por último, dejar constancia de dos escenas que me gustaron especialmente. La primera, en realidad son varias y son las que tienen que ver con las deliberaciones del jurado, los primeros planos de las caras de cada uno de sus miembros y la voz en off que machaca la cabeza de Sir John (Hitchcock, ya empieza a sacar partido del sonido). La otra, la escena final en el circo, maravillosa.





2 comentarios:

  1. Se nota que te gusta el cine. Muy buen artículo, dan ganas de irse corriendo al videoclub y alquilársela.
    Un abrazo.

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  2. La verdad es que me entretienen más las pelis posteriores de Hitchcock que estas de su comienzos. Pero bueno, tienen su encanto.

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